En la ruta de hoy (por el pasado
30 de septiembre) descubriremos un bello paisaje, iglesias románicas, una
calzada romana, viñedos en las laderas de la montaña, el Miño, un paseo fluvial
en barca, una playa a la orilla del río, … Una mañana llena de sensaciones,
entre amigos.
Ribeira Sacra, ¿de dónde
viene nombre tan singular? Procede de Rovoyra Sacrata que se traduciría en
Robledal Sagrado. Antaño los habitantes de este lugar los veneraban como fuente
de vida. Estos árboles mágicos se sumaban con multitud de supersticiones, mitos
o leyendas de esta tierra en la que supuestamente habitaban duendes, brujas,
xacias (hombre o mujer pez), … En las noches de tormenta, o con espesa niebla, recomendaban
quedarse en casa no viniera la santa compaña a buscarle por aquellos bosques y
anunciarle un mensaje inesperado para uno mismo o para otra persona.
Le cuento otro dato de
interés. En la Ribiera Sacra se encuentra la mayor concentración del románico
rural de Europa. Iniciamos la ruta desde la iglesia de Santo Estevo de Ribas de
Miño, una joya arquitectónica románica del siglo XII cuyo rosetón está
considerado uno de los más espectaculares de Galicia. Esta iglesia fue parte de
un monasterio del que nada queda.
Cuando llegamos casi lo cubre
una niebla densa que llama a la reflexión en este lugar tan evocador donde el
silencio es el protagonista, rodeado todo de exuberante vegetación. Uno para a
imaginarse la vida contemplativa de los monjes que aquí habitaban dedicados a
la oración y al trabajo de la tierra, lejos de intrigas palaciegas y riñas
mundanas en aldeas y caseríos.
Caminamos bajo altos árboles
y vegetación espesa de helechos. Unos metros delante la niebla se traga al
resto de los compañeros que caminan más deprisa. Los escuchamos hablar, es un
alivio, pero las voces se van apagando conforme nos vamos alejando unos de
otros. Pasamos por en medio de un caserío donde los perros nos reciben con sus
ladridos.
Después de unos 5 kms llegamos
a la siguiente iglesia románica de nuestra ruta. Es la de San Paio Diamondi, de
principios del s. XIII, otra joya románica considerada Monumento Nacional en
1931.
Desde aquí la ruta continúa
por un frondoso bosque que guarda una sorpresa. O dos, según se mire. Ahora se
lo cuento. Los restos de una vía romana, nada menos. El Imperio Romano ya dejó
huella por estas tierras, sus sabios agricultores fueron los que también se dieron
cuenta de lo benigno del terreno para plantar vides en la ladera de las montañas
que dan al Miño. Pero esto se lo contaré luego. La calzada romana y los muros del
camino que se abrían paso entre la maleza están declarados Patrimonio de la Humanidad
y se conservan con celo por las autoridades del lugar por tener vestigio tan
antiguo y preciado. Esta senda forma parte también de la ruta de invierno del Camino
de Santiago.
Cuesta abajo, lleva a la
aldea de Belesar. De calles estrechas y empinadas, en él conservan uno de esos
lavaderos en piedra y tejado a dos aguas donde antaño las mujeres lavaban la
ropa con agua del río, pero que en este pueblo ¡aún lo usan!, deben pensar que es
más barato que la luz eléctrica tan cara en los últimos tiempos. En una de las
orillas de la aldea hay un embarcadero desde donde se pueden hacer excursiones
fluviales en embarcaciones de diferentes tamaños a gusto del consumidor.
Cruzando un puente, que nos
lleva a la otra orilla, iniciamos la Ruta dos Viñedos de Belesar que recorre
caminos, senderos y correnteras a la vera del río entre viñedos en un recorrido
espectacular donde se ve con detalle lo difícil que es trabajar estas vides en
sus labores cotidianas y, sobre todo, en la vendimia. Todo es trabajo manual,
por sus surcos no cabe máquina alguna. Plantadas en la ladera escalonada por
bancales, lo llaman la vinicultura heroica. Los vendimiadores van cargados con
los capazos llenos de uva sobre un hombro, guardando el equilibrio como pueden.
Algunos terrenos están tan empinados que han puesto railes por donde
transportar las cajas con la uva. Unas se cargan en barcas a la orilla del río,
otros en el camino de arriba de la ladera. Es un trabajo difícil, sin duda, que
cada vez tiene menos adeptos. Se entiende el motivo, aunque algo tendrán que
hacer para no perder cultivar la uva de forma tan singular con una variedad, la
uva mencía (tinto) y godello (blanco), que sólo crecen así en este lugar.
Entre complicadas correnteras
entre viñedos, estrechas y resbaladizas, llegamos a una aldea, Pincelo, donde
Quinta Sacra tiene un embarcadero y diversas instalaciones para pasar buenos
momentos cerca del río, además de diversas embarcaciones con las que recorrerlo
en un paseo fluvial extraordinario. Nosotros nos embarcaremos en una lancha
neumática. Desde el lecho del río vemos de nuevo las laderas escalonadas con
viñedos y desde abajo aún se ve más complicado su cultivo.
Navegar por un río tiene
también su encanto, además de que no hay olas. En esta ocasión no lo hacemos
sólo por capricho. Nos dirigimos a la Playa da Cova. ¡Una playa fluvial!, no se
privan de nada por estos lugares. Pequeña, coqueta, junto a un
pequeño embarcadero desde donde parten diversas embarcaciones con las que navegar
por el río.
El restaurante del mismo nombre es nuestro destino para la comida de hoy. Productos y vino de la tierra son el premio a esta ruta de senderismo ideada por Ire Viajes con la ayuda de Genuine Galicia y Dmc Galicia. Una ruta memorable para contar a propios y a extraños porque lo merece. Así lo hago, con gusto.
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