domingo, 29 de abril de 2018

Almirante Cervera, héroe de la Armada española





Almirante Cervera, héroe de la Armada Española. No cabe ninguna duda que esto así fue, así lo recordamos, incluso lo reivindicamos como un saber hacer al servicio de su patria.

Una vez más ha sido mancillado el honor de un destacado marino de la historia de España con una manifestación inadecuada por desfasada e impropia por falsa. 

Justificar el cambio de nombre de la calle de este Almirante en Barcelona por el del actor Pepe Rubianes por considerar “facha” al primero es al menos de mal gusto cuando el fascismo por definición apareció años después de su fallecimiento. ¿Esta decisión fue por ignorancia?, porque otra cosa no, ¿verdad que no? ...  Ada Colau, que es quien ha decidido este cambio se supone está rodeada de asesores designados por ella que le asesoran de todo antes de tomar la decisión final. No quiero imaginarme que semejante error tan garrafal sea una provocación de una líder de un partido político hacia sus contrarios ideológicamente. Como alcaldesa tiene la responsabilidad de gobernar la ciudad de Barcelona para todos los barceloneses, no sólo para los de su afinidad política. 

El Almirante Cervera fue muchas cosas: marino, estratega, culto, disciplinado, político del Partido Liberal, Ministro, pero ¿facha?. Insinuarlo siquiera es un insulto a la inteligencia, incluso a esa Memoria Histórica que tanto se reivindica por algunos. No se puede olvidar que esta Memoria no sólo ha de ser de los últimos 100 años, sino de toda la historia de España. Siguiendo entre marinos, también es Memoria Histórica recordar a personas de nuestra historia quien bien merecen reivindicarlos: Isaac Peral y el descubrimiento del submarino; Jorge Juan y su medición de la longitud del meridiano terrestre demostrando que la tierra está achatada por sus polos; el rey Alfonso XIII, candidato al Premio Nobel de la paz por sus tareas humanitarias durante la I Guerra Mundial;…

Una de las cosas que más se recuerdan del Almirante Pascual Cervera Topete fue su participación en la batalla de Santiago de Cuba contra la poderosa Armada norteamericana en una desigual batalla. Fue heroica su decisión y la participación de todas las tripulaciones de los barcos españoles. A sabiendas que iban a un suicidio, obedecieron órdenes, rompieron el bloqueo norteamericano de la Armada mandada por el Almirante Sampson y se enfrentaron a una Armada muy superior en número, armamento, blindaje de sus cascos frente a los de madera de los españoles, para terminar en derrota. Esta batalla forma parte de la historia de Cuba y la historia de sus héroes son recordados como tales por su valor y su disciplina. Incluso Fidel y Raúl Castro consideraba, considera, al Almirante Cervera un héroe de la historia de Cuba. Y así está también reconocido en un busto ubicado en el castillo de los Tres Reyes ó castillo del Morro en Santiago de Cuba, conservando otro busto en el museo de la Real Fuerza en La Habana.

Entre los que se han quejado de este cambio del nombre de la calle, están los descendientes del Almirante Cervera quienes se constituyeron hace años como Asociación para que no se olvide su legado y reivindicar la importante actividad de sus acciones.

Somos dueños de lo que decimos. Juzguen ustedes mismos la catadura moral de cada uno según sus expresiones. Basta recordar dos frases que los define a cada uno.

Pepe Rubianes manifestaba cosas como esta, que duele escribirlas: “La unidad de España me suda la polla. Que se metan España por el puto culo a ver si les explota dentro”. Esta frase formaba parte de su espectáculo “Rubianes solamente” (2006) y produjo un gran revuelo en la opinión pública de entonces.

En cambio, el Almirante Cervera dijo cosas a sus marineros como esta: “Hijos míos, el enemigo nos aventaja en fuerzas, pero no nos iguala en valor… Ha llegado el momento solemne de lanzarse a la pelea. Así nos lo exige el sagrado nombre de España”.



Este artículo lo he publicado con anterioridad en mi columna de opinión del periódico Alicante Press

Años y leguas





Años y leguas, sí. Uso este título por un momento y por una buena causa, ya verán. Aunque a muchos les vendrá en seguida a la memoria un libro con este título de ese escritor alicantino tan olvidado: Gabriel Miró. Recordarle es recordar su figura, sus escritos, su vida. Recordarle es acordarse de aquella Orihuela de sus estudios en los Jesuitas durante su infancia, sus soledades desde el campanario de Santo Domingo, sus paseos a la vera del río Segura,... En esta localidad le dieron su primer premio literario por una redacción escolar titulada “Un día de campo”.

Gabriel Miró, de regreso a Alicante por un problema de salud y sobre todo llamado por el rumor del mar, el clamor de las gaviotas, el corretear y jugar con sus amigos de aquí, dejó atrás cierta timidez y la inocencia de la infancia.

Gabriel Miró se refugiaba en sus escritos. Nunca el papel quedaba en blanco. Nunca la imaginación le dejó sin ideas. Era ponerse a escribir y el papel se llenaba de palabras que contaban muchas cosas. A veces pequeños detalles. Otras veces grandes motivos. Muchas, escenas de la vida cotidiana que le pasaban por delante o imaginaba que pasaban.

Se codeo con otros artistas alicantinos de otras disciplinas. Emilio Varela, cargado siempre con sus pinturas, cuartillas o lienzos en blanco que colorear con su arte. Oscar Esplá con sus partituras, tarareando sus nuevas composiciones. Germán Bernacer con sus teorías económicas, propuestas por doquier que abrumaban a todos.

Muchas primaveras, cuando el sol ya empezaba a apretar - Esplá, Varela, Bernacer y Miró - buscaban lugares frescos donde conversar durante sus tertulias. Muchas largas y profundas. Otras divertidas y lisonjeras. En una de esas, les hablaron de un pueblo y de un valle por donde corre un riachuelo que todos comparten nombre: Guadalest.

Y allí fueron un día, cada uno imaginando lo que podrían encontrarse. Ese valle les enamoró, cada uno a su manera. Y lo plasmaron en sus obras. Este descubrimiento lo convirtieron sin saberlo en parte de la aventura de su vida y en la de muchos otros que siguieron sus pasos.

Uno de sus discípulos de tertulia, mis abuelos. Después lo fueron de ellos mis padres quienes nos inculcaron a sus hijos el amor por este valle. Y así fue como hemos recorrido sus caminos y sus sendas, sus collados y sus veredas, sus montes y sus picos, los pueblecitos, las fuentes de sus manantiales, su embalse y, por supuesto, sus fogones. Hay que alimentar al alma, pero también al cuerpo.

Hace unas semanas, un lunes de Pascua, mi madre nos invitó a recorrer este valle. Y allí fuimos. No a lomos de burro o sentados en tartana como antaño sino en un vehículo a motor. Aún quedaban árboles, almendros y cerezos, que no dejaban mudar la flor de sus ramas. Y recorrimos sus caminos hoy asfaltados y los nuestros de la memoria llenos de recuerdos.

Polop, Guadalest, Benimantell, Beniardá, el embalse del mismo nombre que el valle,  ... Y comimos en el restaurante Tresteñador uno de los mejores arroces al horno de la provincia. El premio a un gran día en familia.

Gabriel Miró escribió “Años y leguas” influenciado por sus estancias en Polop y por recorrer este valle de Guadalest a los pies de la sierra Aitana.

Mi madre no quería ni quiere que pasen años y leguas sin volver a esta querida tierra. Y nosotros tampoco, por eso el título de este artículo que me ha hecho recordar, a su vez, al escritor alicantino Gabriel Miró que tan bién describió los lugares de este valle.



Este artículo ha sido escrito con anterioridad en mi columna de opinión del periódico Alicante Press

sábado, 14 de abril de 2018

El espíritu de Don Juan de Borbón




Hace unos días hemos conmemorado el recuerdo de Don Juan de Borbón, abuelo del actual rey de España, fallecido hace 25 años. Jefe de la Casa Real española en el exilio, tuvo que morir para ser reconocido como rey de España por amplios sectores de la sociedad con el nombre de Juan III. Opino como el periodista Carlos Herrera al afirmar este que la figura de Don Juan de Borbón tiene que estudiarse bien en la escuela y reivindicarse como un modelo a seguir por su amor a España. Son un ejemplo las palabras elocuentes, firmes y contundentes de Don Juan de Borbón al renunciar a sus derechos dinásticos a favor de su hijo el entonces rey D. Juan Carlos I y manifestar: “Majestad, por España, todo por España. Viva España, Viva el Rey” en un acto solemne pero discreto en el Palacio de la Zarzuela en Madrid (14 de mayo de 1977).

La Monarquía española rige hoy por diversos valores que ha heredado de su propia historia y se han ido adaptando de acuerdo con los nuevos tiempos y con las nuevas circunstancias. El fundamental, su servicio a España por encima de cualquier otra consideración. Don Juan de Borbón es un claro ejemplo de este valor, que puso en alza con su generosidad y sentido de Estado.

Juan Carlos I, desde su proclamación como rey, pronunció un deseo: ser Rey de todos los españoles sin distinción de partidos políticos, credos, ni clases sociales, premisa que Don Juan inculcó en su hijo desde niño. Y condición que confirmó Don Juan años después para renunciar a sus derechos dinásticos.

Felipe VI manifestó desde el primer día que su reinado iba a ser y es una "Monarquía renovada para un tiempo nuevo". El cambio generacional hacía necesario esta nueva trayectoria. Una nueva manera de liderar a la sociedad española, de entender y enfocar las cosas para tomar las decisiones adecuadas. 

Con el discurso de Felipe VI después del referéndum ilegal en Cataluña, el rey se reivindicó a sí mismo. No sólo es un mero Jefe de Estado, como en las Repúblicas, sino mucho más, es la persona que encarna la Nación entera, es el símbolo de la Unidad de la Patria que ha de proteger y mantener. Así lo regula la Constitución española de 1978.El rey no es un lujo superfluo y prescindible típico de un viejo país; es la clave de bóveda del sistema”, en palabras del socialista Juan José Laborda, ex Presidente del Senado y Director de la Cátedra Monarquía Constitucional de la Universidad Rey Juan Carlos I.

La Monarquía ofrece continuidad al sistema dotando al rey de una información y de unos conocimientos que trascienden al Gobierno de turno. Esta preparación favorece estabilidad política porque el rey no participa del juego político.

La Monarquía ofrece una garantía de futuro. Distinta de la acción coyuntural y temporal de los políticos, el rey orienta la acción pública a largo plazo.

La Monarquía, como máxima representación del Estado, tiene un gran valor moral. Maquiavelo decía que el hombre desea que quien lo represente sea más virtuoso que él y quiere que sus actividades cotidianas estén inspiradas por quien encarna a la Nación. Por esto, se solicita la ejemplaridad del rey y de la reina en sus actos y en sus acciones públicas.

Un valor muy importante de la Monarquía española es la discreción con que el rey realiza sus funciones. La Corona es una institución más de influencia que de poder. El rey reina, pero no gobierna.

Y otro valor destacado de la actual Monarquía es la importante representación que el rey ejerce en nombre del Estado español en las relaciones y viajes internacionales. El rey es el mejor embajador de España en el mundo. Hay muchos ejemplos de relieve que corroboran esto. Mientras España vivía la pasada Semana Santa, el rey Juan Carlos viajó a Arabia Saudí para una misión encomendada por su hijo el rey Felipe VI: preparar la visita que Bin Salman, príncipe heredero de Arabia Saudí, va a hacer a España el próximo 12 de abril para firmar un convenio con Navantia para construir cinco corbetas por 2.000 millones de euros y con la Armada española para formar a 600 marinos del reino saudí.

Toda la Familia Real española se rige por el espíritu de D. Juan de Borbón, por ese empeño de estar al servicio de España y de todos los españoles. 

La Monarquía en España existirá siempre que sea útil, en palabras del propio Rey Juan Carlos. Lo que importa es cómo realizan su función, sin importarnos cómo desarrollan su vida privada que – como todos – deben tenerla, disfrutar de sus aficiones y convivir con su familia.

Hoy es ejemplar el trabajo de los reyes de España al servicio de todos los españoles y así tiene que seguir siendo para seguir sumando logros que hagan de España una gran Nación para vivir y emprender grandes acciones entre todos. Que así sea.



Este artículo ha sido publicado con anterioridad en mi columna de opinión del periódico Alicante Press

Saeta popular




Unas voces populares claman a los cuatro vientos: “¿Quién me presta una escalera/para subir al madero/ para quitarle los clavos/a Jesús el Nazareno?”

Esta Saeta popular la popularizó Joan Manuel Serrat en su disco “Dedicado a Antonio Machado” (1969) al ponerle música y voz, junto con aquellos versos de Machado incluidos en “Campos de Castilla” (1912) titulados “La Saeta”, que manifiestan con dolor  “¡Oh, la saeta, el cantar/al Cristo de los Gitanos, siempre con sangre en las manos/siempre por desenclavar!/ ….”.

Desde algunos balcones españoles canta una saeta con una voz sentida y quebrada que llama al silencio de la calle y de sus gentes, que reflexiona sobre la pasión de Jesús, que fluye hacia el cielo a su encuentro.

Estos días de Semana Santa las calles de España se llenan de gente celebrando muchas cosas además de la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo. Son fiestas de Tradición y de Devoción, no existirían tan populares como hoy la conocemos si no hubiera más Tradición que Devoción, todo hay que decirlo.

Aunque la Saeta Popular del disco de Serrat no está pensada para cantarse en Semana Santa, si ha habido varias adaptaciones posteriores como marcha procesional. El protagonismo de la primera adaptación la tiene la Agrupación del Santísimo Cristo de la Buena Muerte en Ayamonte (Huelva) en 1983 poniéndole por título “”La Saeta del Madero”. La segunda versión la realizó la Banda sevillana Virgen de las Angustias, de cornetas y tambores, en 1986 titulada “La Saeta”. En 1988, con ocasión del 50 aniversario de la Agrupación Musical Nuestro Padre Jesús Despojado de sus vestiduras, se estrena una nueva versión en la procesión de la Hermandad del Cristo de los Gitanos en Sevilla. Desde entonces tiene gran popularidad como marcha procesional en España. Cuando la escuché el pasado lunes santo en Alicante acompañando al Cristo el Morenet, patrón de los hombres y mujeres de la mar, durante su procesión de penitencia con la Cofradía del mismo nombre, me vino todo esto a la cabeza y me propuse contarlo aquí. Y es lo que hago con gusto, compartirlo con ustedes.

Los versos de “La Saeta” de Antonio Machado terminan diciendo “ … No puedo cantar, ni quiero/ a ese Jesús del madero,/sino al que anduvo en el mar ¡”. Yo tampoco quiero, dirán aquellos. Desde el lado humano, ¿quién puede desear ese ensañamiento contra una persona?, salvo un malvado. Desde la religión Católica este sacrificio de Jesús de Nazaret fue para salvar al mundo del pecado, del mal, de la violencia, del egoísmo, de tantas cosas malas que aún perviven en la sociedad después de hace más de dos mil años. Es el hombre quien tiene que utilizar todas las herramientas que Dios pone a su alcance para conseguir el bien. Es fácil decirlo, pero es el camino. Y en esto hay mucha gente involucrada, no sólo religiosos, que son más que los que hacen el mal pero estos hacen más ruido que los que hacen el bien. “La libertad, la moral y la dignidad humana del individuo – decía Bakunin – consisten precisamente en esto; que hace el bien no porque se le obligue a hacerlo, sino porque lo concibe libremente, lo quiere, lo ama”.  Que así sea.


Este artículo fue publicado con anterioridad en mi columna de opinión del periódico Alicante Press, previo a la Semana Santa.

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