En agosto se ha suscitado
un debate en redes sociales por la supuesta avalancha de migrantes a las costas
españolas y por el uso indistinto de las palabras migrantes, emigrantes e
inmigrantes preguntando cuál sería la expresión correcta. Migrante es el uso
más general. Según la RAE (Real Academia de la Lengua española) migrante es “el
que migra”, el “que se traslada desde el lugar en que se habita a otro
diferente” para establecerse en él. Emigrante se refiere a la persona que
abandona su hogar; inmigrante, es esa persona pero cuando ya ha llegado a su
nuevo destino para instalarse en él. Por lo tanto, los que vienen a Europa son
migrantes; emigrantes en sus países de origen e inmigrantes en sus países de
destino. A su vez, migrante, emigrante e inmigrante no pueden confundirse con
refugiado: este es la persona que huye de una guerra ó de una persecución
política y busca refugio ó asilo fuera de su país.
Este verano las costas de
España e Italia cercanas a África se han visto inundadas de cayucos, pequeñas
embarcaciones de madera ó neumáticas con migrantes a bordo que buscan llegar a
Europa a través del Mediterráneo. En España, algunas son rescatadas en el mar
por Salvamento Marítimo, la Armada ó la Guardia Civil. Les salvan de un
naufragio y de morir ahogados al capricho de las olas. Otras llegan a tierra desde
el mar para asombro de transeúntes, bañistas y turistas.
Con estas acciones los
migrantes buscan un mejor porvenir. Huyen de la miseria, del hambre, del paro y
de las precarias condiciones laborales en sus países de origen. Se juegan la
vida esperando encontrar un presente y un futuro que haga más llevadera su
vida, poder tener una familia y buscar la felicidad en Europa, esa felicidad
que su país de nacimiento les ha negado por una u otra circunstancia.
A principios de este
periodo estival un barco, el Aquarius, recogió en el mar a cientos de emigrantes
frente a las costas de Italia. Navegando sin rumbo esperando un puerto de
acogida, fue el Gobierno español de Pedro Sánchez quien dispuso que ese fuese
el de Valencia. Todos los gobiernos europeos lo aplaudieron, pero ninguno de
ellos buscó otra solución. Para algunos políticos esto produjo un efecto
llamada por lo que los migrantes ven en España su tierra prometida.
Con el aumento de la
migración ilegal para llegar a España por mar se produjo una crisis migratoria
entre los países de la CEE. Jean-Claude Juncker – Presidente de la Comisión
Europea – manifestó en una carta en respuesta de otra que le mandó Pedro Sánchez
– Presidente del Gobierno de España – que “comparto la sensación de urgencia”
añadiendo que “los recursos son limitados” ya que la concesión de fondos para
frenar la masiva llegada de migrantes desde las costas de Marruecos está
supeditada a una derrama financiera entre los socios de la UE que tardará en
aprobarse, si se aprueba.
Conviene aquí saber a qué
nos referimos con la masiva llegada de migrantes porque depende de quien lo
diga son miles ó millones. La diferencia de valoración es obvia. Francesca Friz-Prguda,
representante de la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) en
España, dijo el pasado 16 de agosto que las llegadas de inmigrantes ilegales por
mar a España en 2018 son, hasta ese mes, de 27.000.- personas. Comparadas con los
datos del INE con las del año 2017, 25.251.- y 14.558.- en 2016, es una cifra
en aumento.
Lo cierto y verdad es que
hay que buscar soluciones y emprender acciones colectivas desde la UE sin
aceptar la negativa unilateral de Italia y Malta de negar la entrada a los inmigrantes,
ni la permisividad del Gobierno español con lo contrario. Marruecos tiene que
colaborar más y mejor, aunque ahora estén más preocupados con la evolución de
la salud de su líder y este desgobierno lo aprovechen las mafias para moverse a
sus anchas.
Es necesario promover
acuerdos bilaterales con la UE para que los países de origen de donde parten
los flujos migratorios emprendan acciones para desarrollar las posibilidades
laborales y económicas sobre el terreno con sus recursos naturales. Es
fundamental “enseñarles a pescar”, aplicando el sabio proverbio chino que reza
que “regala un pescado a un hombre y le darás alimento para un día, enséñale a
pescar y lo alimentarás para el resto de la vida”. Que así sea.
Este artículo se ha publicado con anterioridad en mi columna de opinión del periódico Alicante Press