viernes, 27 de febrero de 2009

Lorcha - Villalonga. Vía Verde del río Serpis

Dos años. Tan sólo dos años. En un periodo de tiempo tan corto y … ¡cuánto se ha hecho!. Con tan corta edad y tanto realizado. Es el cumpleaños de la Asociación de Caminantes de Aigues. Y no cabe otra cosa que felicitar a su Junta Directiva, con su Presidente Javier Larrosa a la cabeza.

En esta sociedad materialista y ambiciosa en que vivimos, da gusto encontrar personas que dediquen su tiempo a los demás sin nada a cambio. Sólo el aplauso y el reconocimiento es lo que les alimenta para seguir siendo como son. Para seguir haciendo cosas.




Hoy (por el 22 de diciembre) hemos partido de Aigues 110 senderistas, en dos autobuses. Mientras el autobús recorre la carretera con una suavidad extrema mis pensamientos corren a más velocidad. Suben y bajan por montañas, recorren valles, caminan por sendas. Y celebran que somos libres, porque a nadie se le puede olvidar que mañana es 23 de febrero. Y un día como este, de 1981, unos militares dieron un Golpe de Estado y secuestraron al Gobierno de Adolfo Suárez y a todos los parlamentarios mientras se votaba en el Congreso de los Diputados de España la investidura de Leopoldo Calvo Sotelo. Cada año que pasa aún siento cierto escalofrío por lo que pasó, por lo que no pasó y pudo pasar. La intervención firme y contundente de nuestro rey Juan Carlos I defendiendo la Constitución de 1978 y el orden democrático hizo que el Golpe de Estado fracasara. Desde entonces vivimos en una convivencia democrática, con una monarquía parlamentaria, modelo a seguir para otros países del mundo.





Pasamos cerca de diversos pueblos: Tibi, Castalla, Ibi, Alcoy, Muro, Gayanes, Beniarrés, Lorcha, …, cuyos campos se visten con pinceladas de colores. Blanco, rosa, marfil. Almendros en flor en un mar de surcos. Surcos que se abren paso entre la maleza en estas tierras fértiles. En estos lejanos lugares del norte de la provincia de Alicante.

Beniarrés


Llegamos a la antigua y abandonada Estación de Lorcha. Lejos queda su ajetreo, las idas y las venidas de los trenes, los pasajeros, las mercancías. Una cámara fotográfica inmortalizó en blanco y negro esos momentos. Con estas fotografías hoy podemos imaginar lo que fue y ya no es. Con estas, es más fácil involucrarse en aquella realidad. Y mientras lo hago, las almenas de la torre del castillo de Perputxent sigue vigilante desde su atalaya, hoy como entonces. Empezamos a caminar por la vía verde.


Locomotora Black Hawthorn 2-2-01, en fase de pruebas. Pertenecía a la línea Carcagnete-Denia. Conocida popularmente como L´Albarda por su forma peculiar. 27 de mayo de 1965

La estación de Lorcha tenía sala de espera, despacho de billetes, depósito de agua, retretes y muelle de carga. El precio del billete desde Alcoy era de 2´70 pesetas (0,016 euros) en segunda clase.

La estación de Lorcha, a los pies del castillo de Perputxent, en uno de los parajes más bonitos del recorrido. En la foto, locomotora y vagón pendiente de partir en dirección a Alcoy.



Y el camino. El camino de la vida. También el camino que pisamos. Acompaña a nuestros pasos. Deja que las piedrecillas crujan bajo nuestras botas. Nos dirige entre barrancos, junto a riachuelos, entre montañas. Nos da nuevos amigos. Nos descubre sorpresas. Nos llena de sensaciones. Nos emociona. Como he visto hoy que lo hacía con mi amigo Enrique Berenguer. Mientras andamos por la vía verde del río Serpis entre Lorcha (provincia de Alicante) y Villalonga (provincia de Valencia), me cuenta el motivo de su emoción. Con palabras entrecortadas. Con frases que salen solas de su memoria. Cuando recorría este camino de hierro por donde discurría el tren Alcoy and Gandía Railway and Harbour Company Limited. De Alcoy a Gandía y de Gandía a Alcoy. Cuando trabajaba en Gandía y volvía a Alcoy los fines de semana. Cuando ya trabajaba en Alcoy e iba a Gandía los sábados, para volver el domingo, después de haber estado con su novia, su actual mujer.

El maquinista Federico Boix conduciendo la locomotora nº 2, denominada "Villalonga", a su paso por el Barranco del Infierno, en Lorcha.


Porque Enrique conoció el lienzo de tierra que dejó la vía cuando esta se calentaba bajo las ruedas de la locomotora y sus vagones. Enrique fue testigo directo de lo que para mí es casi una leyenda. El tren pasó por aquí. Pasó, sí. Con Enrique aún oigo el chu-cu-chú de la locomotora, los pitidos de la bocina. Aún huelo el humo de su chimenea. Escucho el patinar de las ruedas cuando llovía. Aún veo como se llenaba la caldera de agua con el depósito, del que aún queda su estructura de piedra. Enrique nos cuenta anécdotas y experiencias de un tren que ya no existe pero perdura su recuerdo. Y la existencia de esta Vía Verde contribuye a recordarlo, aunque ya no haya vía de hierro, aunque ya no haya tren. Pero ahora, como antes, personas de todas las edades y condición recorren, recorremos, esta vía. Disfrutamos de esta vía … verde.

Y es verde. Estamos en la suiza alicantina. El río Serpis, con su trasiego permanente hacia el valle de la Safor. Las diferentes clases de arbolado. Monte bajo. Muflones en los riscos y sargos en las aguas del río, junto a esbeltos y orgullosos patos. Y es verde en la parte de la provincia de Alicante. Y también lo es cuando entramos en la provincia de Valencia en que los pinos, junto a los campos de almendros y de olivos, arbolado de secano, se tornan en campos de cítricos, arbolado de regadío.

Locomotora número 6, llamada "Muro" en el Barranco del Infierno, en Lorcha. Encima de la misma, Antonio Trenzano rellena la caldera de agua.

Tren Alcoy-Gandía en su último recorrido: 14 de abril de 1969. Llenando la caldera de agua. Reproducción de una fotografía de Crespo Colomer (con esta ganó el Primer Premio Nacional Trenes de Vapor, en 1972)

Después de un impresionante azud, la fábrica de luz. Aquí hacemos un alto en el camino. Almorzamos. Pedro y Jesús, amigos de Elda, han venido bien preparados. Un verdadero banquete. Con ellos ha venido “el chato”. Me cuenta sus experiencias senderistas con Los Caracoles del Vinalopó y su participación en las marchas que se organizan a nivel nacional para los veteranos, como la que se celebrará este año en Biar, previsiblemente en el puente de la Hispanidad en el mes de octubre.

Esta vía verde tiene unos testigos mudos, con personalidad propia. Los túneles. Salvo uno, que es más largo, en los demás casi no hace falta llevar linterna. Cuando entras en ellos estás viendo la luz de la salida. Aún se ve en sus entrañas las huellas de los picos de los canteros. Aún se ve en algunos de ellos la simplicidad de la obra. Uno tras otro hacen más atractiva esta vía verde.











Los campos de naranjos por las vaguadas, por las faldas de las montañas, junto con el circo de la Sabor, nos anuncian que estamos llegando a nuestra meta en Villalonga. La fuente de la Enxina, junto a un restaurante de donde sale un extraordinario olor de paella a la leña que nos abre el apetito. Da alas a nuestras piernas para recorrer los últimos kilómetros. Luego, en el autobús, entre siestas del borrego, llegamos a Aigues. Para celebrar el cumpleaños de esta Asociación lo hacemos alrededor de una mesa degustando unos gazpachos que están buenísimos. ¡Que aproveche!, mientras hablamos de la próxima ruta senderista.





Las fotos en blanco y negro me las ha cedido Enrique Berenguer, del libro "El Tren Alcoy-Gandía", a quien agradezco su colaboración en este post.

domingo, 22 de febrero de 2009

pinceladas de colores que iluminan el paisaje


A las faldas del Maigmó. En los llanos de Castalla e Ibi. A las afueras de Alcoy. Por Muro de Alcoy. Gayanes, Beniarrés. Esta mañana, una explosión de color con los almendros en flor. Estas, de color blanco, de color rosa. Iluminan el paisaje de estos parajes, con el color de sus pétalos. Colores que invitan a la reflexión. Que llenan tu espíritu de sensaciones, Que anuncian la primavera.
Pinceladas de colores, entre árboles de secano y de regadío. Entre tantas ilusiones en esta mañana dominical, cuando un grupo de amigos buscamos senderos en busca de nuevas aventuras.





viernes, 20 de febrero de 2009

castillo de Perputxent (Lorcha)

Sus muros guardan un tesoro. El de su historia. También el de su leyenda. El de sus glorias. También, el de sus dramas. Incluso el de sus instantes, esos momentos anónimos que no son protagonistas de nada pero que existen y forman parte de un acontecimiento.

Los lienzos de las murallas acogen este tesoro en silencio. Lejos quedan los recuerdos y su protagonismo en este valle. Lejos los gritos de la batalla. Lejos, los honores por la victoria. Pero sus piedras siguen visibles después de tanto tiempo desde su fundación. Sus piedras se resisten a pasar desapercibidos. A que se les olviden. A que se conviertan tan sólo en un puñado de tierra.


Es el castillo de Perputxent. Está situado junto a la sierra de Benicadell, en el término municipal de Lorcha (provincia de Alicante). Por el norte, se encuentra la sierra de la Solana. Desde esta atalaya, su guarnición vigilaba y defendía este paso obligado entre el mar y la serranía. Desde Oliva, por el estrecho de la Safor, en dirección a Alcoy. Con el río Serpis a sus pies.

Este lugar tan estratégico fue ambicionado por muchos. Parece que los primeros en interesarse fueron los Romanos. Y por supuesto, Moros y Cristianos. Fueron los moros los primeros en construir un castillo en este lugar, castillo conocido por Hisn Burbudjan. El famoso y sanguinario árabe de los ojos azules, Al-Azaq, vivió entre estos muros. Después de la rebelión que protagonizó contra los cristianos del entonces Reino de Aragón, a quienes debía vasallaje por un pacto de 1254, esta fortaleza fue destruida.



En 1269, con la expulsión de los moros a su tierra de origen en el norte de Africa, el rey Jaime I cedió el castillo y la villa (Lorcha), que nació a sus pies, a Gil Garcés de Azagra. Posteriormente estuvo en manos de Arnau de Romaní, quien en 1288 cedió a la Orden del Temple (Templarios). Aunque el origen de esta Orden fue Jerusalén y nació para proteger a los peregrinos que acudían a los santos lugares, con el tiempo aglutinaron un inmenso poder económico que despertó las envidias de muchos gobernantes. Tanto que el rey Felipe IV de Francia, en 1307, con el apoyo del Papa Clemente V, apresó a sus componentes y se apropió de sus propiedades y riquezas, consiguiendo que este Papa disolviera esta Orden en 1312. Inicialmente, algunos de sus miembros se refugiaron en los reinos de la península ibérica y, aunque Jaime I los defendió, finalmente también fueron perseguidos en los reinos de Castilla y de Aragón. En 1319 sus bienes,villas, castillos y fortalezas pasaron a formar parte de la Orden de Montesa.


Sello de los Caballeros Templarios, con su imagen de dos caballeros subidos en un caballo, símbolo de su inicial pobreza. El texto está escrito en caracteres griegos y latinos Sigillum Militum Xpisti: que significa "El sello de los soldados de Cristo".


Fueron estas Ordenes Militares las que levantaron el nuevo castillo, con diferencias claras entre el castillo musulmán y el cristiano. El musulmán tenía dos recintos y un aljibe, sin destacar ninguno de sus edificios. El cristiano se construyó con una gran torre y diversas dependencias.

Actualmente, este castillo está en un estado de conservación lamentable. Merece la atención de sus propietarios. Desde la administración pública se ha organizado su protección a través de la Declaración genérica del Decreto de 22 de abril de 1949, la Ley 16/1985 sobre el Patrimonio Histórico Español y la declaración como Bien de Interés Cultural (BIC).



Desde la antigua estación de ferrocarril de Lorcha, junto a la senda de la vía verde que camina junto al río Serpis, una señal de madera marca la dirección de un sendero. El que serpentea el cerro donde se encuentra el castillo. En un ascenso cómodo puedes acercarte a sus murallas. Piedras que respiran el orgullo de una vida tan fructífera pero el desconsuelo de su estado actual. Piedras que gritarían, si pudieran, para que sus propietarios consolidaran sus muros y su torre.

Foro de iniciativas y experiencias en Vías Verdes. 26 marzo 2009


La Dirección del Programa Vías Verdes de la Fundación de los Ferrocarriles Españoles (FFE) está organizando con la Consellería de Turismo de la Generalitat Valenciana un Foro de iniciativas y experiencias en Vías Verdes, con el patrocinio del Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino. Tendrá lugar en Valencia el próximo jueves 26 de marzo de 2009. El objetivo del Foro es compartir experiencias y conocimientos que ayuden a la transferencia de buenas prácticas y fomenten la colaboración entre las diferentes Vías Verdes a nivel nacional, autonómico y local. Se pretende, de esta manera, realizar una apuesta en firme por profundizar en la cohesión y el desarrollo actual y futuro de las Vías Verdes en sus diferentes ámbitos de trabajo.


El foro va dirigido a responsables políticos y técnicos de Comunidades Autónomas, Diputaciones, Ayuntamientos y órganos gestores de Vías Verdes ya existentes o en fase de proyecto, expertos en medio ambiente, ecoturismo, desarrollo rural, y todas aquellas personas vinculadas al diseño, creación y gestión de infraestructuras no motorizadas en la zona, así como empresarios y colectivos ciudadanos .


La asistencia será gratuita (aforo limitado), siendo imprescindible formalizar la inscripción a través de la Secretaría del Foro. Toda la información está disponible en la web www.viasverdes.com


Secretaría Técnica de la Jornada: Eduardo Prieto. Dirección del Programa Vías Verdes de la Fundación de los Ferrocarriles Españoles. Teléfono: +34 91 151 10 56/62Correo-e: gestionvv@ffe.es

miércoles, 18 de febrero de 2009

senderismo organizado por el Area de Medio Ambiente de la DIPUTACION DE ALICANTE

Pincha en este PANEL para ver MAS INFORMACION

La Diputación de Alicante, a través del Área de Medio Ambiente, nos invita a las nuevas jornadas de senderismo entre el 22 de febrero y el 25 de mayo de 2009. Es necesaria la inscripción previa. Desean contar con tu participación.

gato, al acecho


Una estatua de escayola en el balcón de un edificio. Un gato, vestido con su túnica peluda. Acurrucado sobre sí mismo. Pero … un momento. ¡Se mueve, es real!. Y lo es. Me mira con malas pulgas. Me enseña los dientes por despertarle de su siesta. Pero no. No se interesa por mí, en este medio día frío y soleado en las calles tranquilas de Ceutí, un pueblo de la Vega Media del Segura, en Murcia.



El gato se levanta y mira atento a un pajarillo, gorrión, que picotea lo que puede por el empedrado de la calle. Apunta su mirada en su objetivo. Se relame la boca, antes de hora. Como el cuento de la lechera. Se dispone a lanzarse al vacío. Se prepara para la caza. Parece que no tiene miedo, con eso de que los gatos siempre caen de pie …


Un momento, le grito con la mirada. Una foto para la prosperidad, le susurro con el pensamiento. Y el gato me mira. El gato posa. Parece que sonríe, aunque sigue mirando de reojo al pajarillo.


Empieza a arrastrase por la pared con fuertes maullidos, pero no se lanza y el pajarillo, empachazo, inicia el vuelo por encima de nuestras cabezas. Y el gato se queda … sólo, con una mirada confusa. Claro, el pajarillo ya se ha ido. Volando.


En el reino animal se comen entre ellos para sobrevivir. Algunos humanos se devoran entre ellos ó uno contra otros, por ambición. Por odios. Por rencores. Por envidias. Con malas palabras y peores gestos. Parece inevitable que en este mundo tiene que haber de todo, incluso lo malo. Este es nuestro sino y el de la humanidad. ¡Qué le vamos a hacer!.

martes, 17 de febrero de 2009

un pintor alicantino en la Corte del rey Fernando VII

Cuarenta y cinco años después de su nacimiento (nació en Alicante, el 14 de diciembre de 1770), después de aprender nuevos conocimientos por diversas Academias de Bellas Artes de Europa: San Fernando, en Madrid (1792); la de París (1798) y en la de San Lucas, de Roma (1807) y de realizar diversas obras, escribió al rey Fernando VII solicitándole ser uno de sus pintores de Cámara.
retrato de Fernando VII en un campamento, con bicornio bajo el brazo, fajín de general, banda de Carlos III y del Toisón de Oro. Pintado por Francisco de Goya. Museo del Prado (museo que fundó este rey) en Madrid.

Josef Aparicio Inglada empieza a tener éxito reconocido como pintor a partir del I Premio “de primera clase” de la Academia de San Fernando de Madrid en 1796. Tras este premio, el rey Carlos IV le pensiona en París para continuar sus estudios. “ A partir de aquí el estilo, la temática, los asuntos que intervienen en la obra de Aparicio son totalmente historicistas, aduladores y de merecer los plácemes de la Corona ”, en palabras de Adrián Espí Valdés. Es de estas fechas “Godoy presentando la paz a Carlos IV”.

En París conoció a Jaques-Louís David, maestro afamado del neoclasicismo, gran dibujante, escenógrafo de momentos ampulosos y grandilocuentes. Por el estudio de este pasaron artistas españoles como Madrazo, Juan Antonio Ribera, el escultor Alvarez Cubero y Josef Aparicio. Según Gaya Nuño, “Aparicio tomó de su maestro francés el sentido constructivo y lineal de sus composiciones, y buena parte de la temática clásica”.

En 1806 pinta “La fiebre amarilla de Valencia”, cuadro expuesto en el Museo Napoleón, de París, en el que se presenta melodramático en sus escenas. Esta pintura es el preámbulo de un cuadro grandioso que pintará después: “El hambre de Madrid”.

En Roma pinta “El rescate de los cautivos en tiempos de Carlos III”, obra alabada por los periódicos de entonces. Fue expuesta en la Chiesa Della Rotonda, concediéndole el nombramiento de Académico de San Lucas, comparándolo entonces con Velázquez, Ribera y Murillo.

En Roma le solicitaron jurar fidelidad a Jose Bonaparte como rey de España (después de la invasión del territorio español por el ejército de Napoleón). Al negarse a hacer este juramento fue apresado junto con otros artistas españoles becados residentes en Roma y conducidos al castillo de Sant´Angelo, por lo que fue considerado prisionero civil en la época fernandina.

Después de su liberación regresa a España en 1815, desembarcando en Barcelona el 21 de mayo. Se instala en Madrid. Junto con otros pintores, pasa a formar parte de la Corte como pintor de Cámara en agosto de 1815, al servicio del rey Fernando VII, con el estipendio de 6.000.- reales. Es la época en la que termina “Las Glorias de España”. Con esta obra comienza una serie de grandes cuadros con temas patrióticos. En 1818 se le nombra Académico de Mérito de San Fernando.






Las Glorias de España
Mientras es maestro del Infante don Francisco de Paula, pinta “El hambre de Madrid” (1818): la constancia española y el carácter de un pueblo que rehúsa el sustento de sus opresores. “ Llega a cotizarse por aquél entonces más que la Redención de Breda, de Velásquez”, nos cuenta Salcedo Ruiz en su Historia de España. Cuando este cuadro es mostrado en la Academia de San Fernando y lo visita el todo Madrid, miembros de la Corte y la Familia Real, es aplaudido por todos. Y alabado por los poetas:



“Sólo estaba reservado,
Aparicio, a tu pincel
hacer un retrato fiel
del amor más acendrado;
pues en tu cuadro, expresado,
se ve con admiración
que la española nación,
guardando a Fernando ley,
prefirió, antes que otro rey,
el hambre y la desolación”.


El hambre de Madrid


En este contexto, sabiendo de la estima que la corona tiene con este pintor alicantino, el Ayuntamiento de Madrid le encarga un cuadro, que se titulará “El desembarco de Fernando VII en la Isla de León de Cádiz”. Lo termina en 1827. Una vez terminado, este Ayuntamiento se lo regaló al rey. Este cuadro es un óleo de grandes proporciones: 4,62 x 7,30. Es una larga galería de retratos en la que destacan el rey, su esposa y demás miembros de la Familia Real.

El Desembarco de Fernando VII en la isla de León en Cádiz, reproducción de una miniatura (el cuadro original se quemó en un incendio)


Con estos lienzos y con otros, Aparicio logra lo que se había propuesto: estar al servicio del rey, contar sus glorias, tener la vida cubierta de gracias.

La Real Academia de San Carlos, de Valencia le reconoce Individuo Académico de Mérito en 1829, por lo que estuvo en esta ciudad dos meses del año siguiente. En 1835 es condecorado con la Cruz de Prisionero Civil. El 27 de febrero de 1836 se le clasifica por una real orden como cesante, con un sueldo de tres mil reales anuales. Fallece el 6 de marzo de 1838 en Pozuelo de Alarcón, donde se había trasladado desde Madrid por prescripción facultativa después de una pulmonía.

Aparicio, contemporáneo de Goya, de Bayeu, de Mengs, de López, de Mella, de otros pintores palaciegos, no quiere parecerse a ninguno y crea su estilo propio. Además de sus obras de pintura histórica, también es pintor de retratos de la élite política y aristocrática, así como temas bíblicos. Según Ramírez Domínguez, su estilo es académico, buen dibujante, frío, con exageraciones grandilocuentes y patrióticas.


Obras consultadas:

La España de Fernando VII, de Angel Martínez de Velasco

Las Artes Plásticas Alicantinas durante el siglo XIX, de Adrián Espí Valdés


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