viernes, 28 de noviembre de 2008

las primeras nieves


Llegan las primeras nieves a la Aitana. Con las altas temperaturas polares en toda España, las dos Castillas se visten de blanco. También algunos puntos de la Comunidad Valenciana. Algunas sierras, como de la Aitana, en la provincia de Alicante, se coronan con un manto inmaculado. Mientras camino por Benimantell, Benifato y Confrides las gotas de lluvia se convierten en copos de nieve. Copos prematuros que quieren despedir el otoño. Con estos fríos y con estas nieves la vida se recoge, parece más familiar, más entrañable. Junto al calor de la hoguera, mientras las llamas acarician las paredes de la chimenea. Mientras, el atardecer oscuro de la tormenta despide este día para abrir otro más limpio, más luminoso.

martes, 25 de noviembre de 2008

alrededor del embalse de Guadalest

En el valle de Guadalest. Beniardá, a las diez de la mañana del 23 de noviembre. Con diez grados de temperatura. Mientras pasan los minutos las calles se van llenando de amigos. Amigos que caldean el ambiente, que hacen cálida esta mañana fría en la montaña de Alicante. Fernando, con sus pantalones cortos y su botella de agua. Javier, su amplia sonrisa y su don de gentes. Arturo, con sus interminables conocimientos de nuestros senderos y la claridad con que nos los cuenta. Roxana, impaciente en su bautismo senderista. Pedro, panadero de Elda, trae en su mochila unas magdalenas de miel para el almuerzo. ¡Qué magdalenas, amigos!. Y su bota con el recio vino de Monóvar. Jesús y su hijo Pablo, …




Caminando por las calles de Beniardá. El Ayuntamiento, la plaza de la iglesia. Calles estrechas por donde casi no cabe un coche. Paredes encaladas de gruesos muros, guardan el secreto de la vida sosegada de pueblo, del calor del hogar, de los chismorreos tras los visillos. Pasamos bajo un arco. Sobre este, un santito. Salimos del pueblo. A nuestra derecha una extraordinaria vista del embalse de Guadalest. Pasamos junto a la piscina municipal, que en verano se alimenta con aguas cristalinas de un manantial. Terrazas con algarrobos, olivos y almendros, se escalonan hacia la vaguada.






Y un susurro. Acompasado. Un canto a la vida, al amor, a la esperanza. Un canto a la amistad, a las buenas maneras, al compañerismo. Una música que nos ilusiona. Como no puede ser de otra manera. Con partituras de la Aitana, la Serrella, la Aixortá. Sierras que envuelven este valle, que guardan este embalse. Lo que antes era susurro, ahora un fuerte rumor. Una pequeña cascada de agua, acaricia las rocas. Agua que se abre paso a través de la tranquilidad del valle. El río Guadalest. El río Abdet. Se juntan buscando su destino en dirección al embalse. Un puente. Pasamos a la otra orilla. Y es aquí donde parece que, de verdad, empieza el sendero. Aunque no es sendero. Es senda, es camino. Bajo los pinos.




La larga hilera de personas se estira. Cada uno a su paso, cada uno a su ritmo. Porque no somos iguales. Ante la ley sí, pero en el senderismo cada uno camina según sus posibilidades. Aunque hoy la dificultad es baja. Unos diez kilómetros alrededor del embalse de Guadalest. Primero por uno de sus lados. Volveremos por el otro, en sentido contrario. Siguiendo las marcas horizontales blanca y amarilla. Evitando los caminos con las marcas en cruz con líneas blanca y amarilla porque por ahí no es.







Mientras caminamos vemos algunos pueblos del valle. Pequeñitos, a lo lejos. Benimantell y Benifato. Beniardá y Abdet. Por encima de ellos, la base militar en la cumbre de la Aitana. Con colores de otoño diseminados por el monte. Y el castillo de Guadalest, nos mira expectante. Desde sus almenas. Bajo ese cielo azul y sus nubes algodonosas, reflejados en el agua turquesa del pantano.







Atravesamos la presa, y nos paramos a almorzar. Una paradita para alimentar nuestro estómago. Para compartir nuestras palabras, nuestras experiencias. Después de la presa, por encima de las copas de unos pinos, el mar en el horizonte. Continuamos. Por la otra cuenca. Más boscosa. Otra vez el sonido del agua que corre. Por multitud de riachuelos que aparecen entre la maleza. Unos juncos. Y algo más que un riachuelo. Tenemos que atravesarlo con cierta dificultad. Iniciamos la subida al pueblo, muy pronunciada. Si antes hemos bajado, ahora tenemos que subir. Nos espera una gran cerveza como premio a nuestro esfuerzo en el restaurante Ca Gloria, en Beniardá. Cambiamos impresiones, comentamos anécdotas del día, alimentando la ilusión para la próxima ruta senderista.






Nos espera en Aigues una comida con esta peña de amigos. Con este grupo de senderistas convocados por la Asociación de Caminantes de Aigues (ACA). El plato fuerte … un cóctel de risas y sonrisas. Entre palabras que picotean el pan. Palabras que saborean los olores de la paella y de la fidegua. Palabras que se embriagan con la mistela de la tierra. Palabras que disfrutan de estos buenos momentos entre amigos.

jueves, 20 de noviembre de 2008

Aguilas marinera

Con las primeras luces del día, cuando el sol empieza a escalar el horizonte, los primeros pescadores van llegando al puerto. Pescadores de bajura. Y de pesca deportiva. Antes de salir a la mar, es paso obligado calentar el cuerpo con un café y una copa en el Café-Bar La Gaviota. Miradas somnolientas. Hablan del tiempo que va a hacer, del estado de la mar. Y de la crisis, que está en boca de todos porque preocupa. Pero la necesidad de trabajar para unos, el deporte náutico para otros, hace olvidar los problemas mundanos. En el amplio mar no caben distracciones.

Pueblo al sur de la Región de Murcia, colindando con la costa norte de Almería. Bella localidad, con una larga fachada marítima de 35 kilómetros. En la Costa Cálida. ¡Aguilas!. Fue haciendo su tradición marinera desde época de los romanos como puerto de pescadores. Más tarde, como puerto de recepción y salida de mercancías, sobre todo en los años del siglo XVIII. Desde sus muelles partieron barcos con esparto y barrilla en sus bodegas. Un siglo después fue un importante enclave minero. De él queda el embarcadero del Hornillo desde el que se cargaban hierro, plomo y plata procedentes de explotaciones mineras de los alrededores. Pero es su fachada marítima y sus fondos marinos la que la hacen más guapa a los ojos de sus visitantes. Rocas escarpadas que se acercan desnudas a la orilla. Pequeñas islas solitarias pobladas por gaviotas. Calas y playas de aguas cristalinas, admiradas desde el mar, disfrutadas desde la costa. En La Higuerita, en La Carolina ó en Calabardina. Extensas playas donde dejar correr el tiempo mientras te acaricia la brisa marina, como la playa urbana de Las Delicias. Con excelentes fondos rocosos donde disfrutar del submarinismo, sobre todo en la Isla del Fraile y en la zona del Peñón del Cabo Cope.


Caminado por la orilla de la playa de las Delicias veo a lo lejos el puerto y el castillo. Puerto deportivo que se inaguró en 1981, divulgando la afición por el mar, por las regatas a vela, por la pesca deportiva. El castillo de San Juan de las Aguilas, construido en 1579 en lo alto de la atalaya con fines defensivos, domina la bahía. A sus pies un curioso faro, alto y estirado, pintado con franjas negras y blancas, funciona desde mediados del siglo XIX. El puerto pesquero y un pequeño astillero. Y el pueblo. Casas apiñadas que se asoman al mar. Por encima de las azoteas y los tejados, unos molinos de grano en desuso, restaurados, que mueven sus aspas con la brisa marina. A mi espalda, la peña de la Aguilica, que protege a esta playa de los vientos de levante. Y a las gaviotas que se balancean con las olas después de su pesca sobre un banco de peces. Dejándose llevar volando con el tímido aire marino de esta mañana, por encima de nuestras cabezas.






Es en el Bar La Gaviota donde buscamos esos frutos del mar que emborrachan las cazuelas con sus olores. Esos efluvios marineros, los que alimentan nuestras emociones para disfrutar de un buen plato arrocero. Ha sido Javier Muñoz quien ha elegido este lugar para comer. Una buena elección. Junto a maquetas de barcos de pesca, bajo faroles marineros. Entre manos expertas que cocinan con cariño los frutos del mar para servirlos en nuestro plato. Con calidad. Como no podía ser de otra manera estando donde estamos. Antonio Gil, propietario de este bar y presidente de la Asociación Náutica Pesquera San Juan de las Aguilas, aficionado a la mar, selecciona con esmero lo que será el contenido de sus ollas. Javier elige Arroz Ciego . “¿Arroz Ciego?”, le pregunto. “Ciego es como nos vamos a poner cuando probemos lo bueno que está”, me dice sonriendo. Y me lo explica. “Lo llaman así porque está todo pelado”. Le cuento que en mi tierra, Alicante, a este arroz meloso lo llamamos “del señoret” (del señorito) por razones obvias. Bueno de verdad, para pregonarlo, para contarlo allende los mares.


I Concurso de dibujos para niños: las Vías Verdes y la Navidad


El Programa Vías Verdes de la Fundación de los Ferrocarriles Españoles convoca el I Concurso de dibujos para niños: las Vías Verdes y la Navidad. Podrán participar todos los niños y niñas con edades entre 4 y 12 años. El dibujo ganador será la postal navideña utilizada este año por el Programa Vías Verdes. Y el resto de premiados conseguirán un lote de productos promocionales de las Vías Verdes.

El objetivo de este concurso es incentivar la creatividad de los más pequeños e inculcarles una nueva cultura de ocio saludable y deporte al aire libre a través de las vías verdes.

Consulta las bases del concurso en la web www.viasverdes.com

¡Animad a vuestros peques a participar en el concurso! … y pásalo a tus conocidos

Además os recordamos que en www.viasverdes.com tenéis disponible el juego “Un día en la Vía” para que l@s niñ@s de la casa conozcan las Vías Verdes españolas de forma amena, divertida y original. Es una buena alternativa para tenerles entretenidos y aprendiendo de cara a las vacaciones de navidad.

la Sequia de la Noria

Ya puede estar nublado, como hoy. El mar embravecido. La espuma de las olas chocar contra las rocas. Ya podrá hacer un frío que pela. Está instalación, datada por primera vez en época del Imperio Romano en la Península Ibérica, es una sorpresa.

Ante la especulación urbanística. Ante la falta de sensibilidad por los vestigios históricos por parte de todas las administraciones públicas hasta hace muy poco tiempo. Ante las inclemencias del tiempo. Es un verdadero milagro que este monumento esté en tan buen estado.


Es uno de sus señas de identidad. Uno de los Miradores de Javea. Frente al mar. Entre los cabos de San Martín y de San Antonio. La Sequia de la Noria.

Un gran canal excavado sobre la tosca. Una roca fácil de tallar y muy utilizada para la construcción. La mayoría de los arcos de las casas de antes y de ahora de esta población están hechas con esta roca.




Esta antigua canalización permitía la entrada de agua marina hacia el interior a una zona llamada el Saladar. Esta explotación se la vincula con la factoría pesquera de época romana de la Punta del Arenal, modificada en la Edad Media. Por la influencia de los árabes, se instalaron unas norias. Una gran rueda vertical, de madera, movida por un animal, subía el agua del mar de nivel facilitando la entrada de esta agua en el canal. Para la explotación de la sal, por evaporación de las aguas en los días soleados.




“ ay un llano en donde hay muchas norias y un castillo llamado de la Fontana, situado en la misma orilla del mar“, escribió Castañeda en sus “ Relaciones Geográficas, Topográficas e Históricas del Reino de Valencia ”. Del castillo nada queda. Sobre sus ruinas se construyeron unos altos edificios de apartamentos. La acequia, en cambio, pervive para esta y las futuras generaciones.

Para saborear estos recuerdos nos vamos a comer a Javea. Mi amigo Francisco, mi guía, me recomienda el Bar El Chaflán, en la calle Virgen de la Merced, y yo me dejo guiar. Quien mejor que alguien del lugar y conocedor de la buena mesa como él para acertar con la elección. Vino de la tierra, albóndigas con salsa de rabo de toro y chuletón de buey. Con patatas asadas y pimiento, el chuletón ocupa todo el plato. ¡Y que chuletón!, uno de esos de los que no te olvidas. Ya podrán pasar años, que lo recordaremos. Sabroso, tierno, jugoso. Extraordinario. Felicitamos a la cocinera que nos dice ser la que ha elegido la carne en el mercado y la que lo cocina. Un orujo de hierbas del lugar cierra este día para abrir nuevas aventuras entre las piedras que han hecho historia en los alrededores de Jávea y que te contaré en este blog.

lunes, 17 de noviembre de 2008

fuente de inspiración


La naturaleza ha servido de fuente de inspiración para pintores, escritores, músicos, escultores, … Sus colores, sus criaturas, su belleza. Las montañas redondeadas de una montaña, los senos de una mujer. El rojo de los amaneceres y las puestas de sol, el azul del cielo, el verde que corre en los ríos. El blanco, el malva y el amarillo de las flores. Los ojosillos soñolientos de un felino, la mirada desconfiada de un venado, los vuelos rápidos de un ave. Los susurros del viento. El manto blanco de la nieve. Y tantas cosas que colorea nuestra imaginación con los mensajes que ella nos transmite.

Esta imagen bien podría ser una escultura mural. Imitando el color de la arena ó de la tierra. Y la inspiración de su autor. Podría ser esto, sí. Pero es más sencillo. Y por eso no deja de ser misterioso y bello. Son las huellas de unas aves que caminan en compañía por la arena húmeda en la orilla de una playa. Son las huellas de unas gaviotas.

jueves, 13 de noviembre de 2008

una de gatos


Calentito al sol. Mira de reojo a la gata. “¡Qué buena está!. Me la comería. Me pasaría todo el día acariciándola. Besándole la cara. Haciéndole arrumacos …” , piensa el gato. “Míralo, que estirado – piensa la gata - , ¡cómo se pavonea por la calle para que todos nos fijemos en él!. Pero … es que … ¡está tan bueno!. Con su capa negra. Su mirada penetrante. Me ruboriza. Me apasiona. Me encandila. Me desnuda con la mirada y me gusta. Me enamora. Pero no me propone nada. ¿Tímido ó demasiado orgulloso?”, piensa para sí la gata. El gato oye un susurro. La mira. No le apetece moverse, está tan a gusto tostándose al sol … pero … ahora ó, quizá, nunca. “Últimamente viene mucha gente al pueblo. Se van por los senderos, camino de las cimas de las montañas. Algunos da pena verlos cuando bajan … agotados. ¿Te has dado cuenta?”. La gata se queda perpleja. “Qué manera más rara de ligar”, piensa la gata. “Se llena la plaza de niños y de no tan niños. Jóvenes y mayores. Con ganas de disfrutar un día al aire libre, entre peñascos. No nos dejan descansar. Nos interrumpen el sueño …”. “Que me importa a mí eso”, dice la gata un poco enfadada al ver que el gato no se le declara. Y el gato sigue con la suya. “El día 23 de noviembre van a rodear el embalse de Guadalets. Lo organiza la Asociación de Caminantes de Aigues. Es sorprendente. Estos humanos tienen tiempo para todo”, dice el gato. La gata se desespera. Piensa que el gato no se decide. Ella se aburre con su aptitud. Se inquieta. Se pone nerviosa. Decide llamar la atención del apuesto gato. Ahora ó nunca. Le hace un guiño. El gato le responde. Se acerca uno al otro. Se miran. Se rozan. Se acarician ... empiezan a quererse. No han hecho falta maullidos, han bastado los gestos, con la mirada fija. Bajo el banco. Calentándose al sol en esta tarde de noviembre. Viéndonos pasar.


Descubra las sorpresas de Agost

  Agost, pueblo alfarero en la provincia de Alicante, tiene muchas sorpresas que contar a sus visitantes. Incluso a sus propios vecinos. Son...

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