Esta noche el este peninsular español (por el jueves 30 de agosto) está sufriendo las consecuencias de tormentas de verano. Estas se producen cuando el sol ha calentado previamente una superficie de agua, por ejemplo el mar, para que parte de esta se evapore. Cuando asciende este vapor de aire caliente y entra en contacto con una masa de aire frío se condensa produciendo la lluvia. Es curioso cómo se transforma el paisaje cuando esto se produce. Ocurre con rapidez. El cielo se va vistiendo de gris, de negro, con grandes nubarrones. Son los truenos y los rayos los mensajeros de una gran tormenta. Y llega la lluvia, que falta le hace a esta tierra sedienta.
Sedienta de este agua tan necesaria para la agricultura, para la industria, para los hogares de las personas del lugar. Además, con la lluvia llega el aviso de un cambio de estación. Es la antesala que el verano se termina.
Y si es necesario que llueva para que refresque el calor existente, el agobio de un verano caluroso que se acaba, también lo es para ir dándonos cuenta que todo vuelve a la normalidad. Como Andrés le dice a Maruja, su mujer: "muy pronto empiezan los colegios de nuestros hijos, la subida del IVA, la prima de riesgo volverá a ser protagonista en los telediarios, veremos cómo la especulación de los de siempre enriquece a unos pocos, las medidas de ajustes, la reducción de los sueldos de los funcionarios como nosotros, la clase política vuelve de sus vacaciones a calentarnos la cabeza, el rescate blando y el rescate duro, la estabilidad del euro, el ascenso del paro, el déficit, los problemas de liquidez de algunas Comunidades Autónomas, las prisas de los días cotidianos, ...". Esta es parte de la conversación que Juan, un niño de 9 años escucha muy atento que Andrés, su padre, comenta a su mujer, sentados en un tranvía que recorre veloz las vías como veloces son las gotas de lluvia que se deslizan por el cristal de la ventanilla. Cuando Andrés calla, después de varios minutos en silencio, Juan le dice "Papá, con todo lo que le estás diciendo a Mamá, por qué no nos hemos quedado en casa de los abuelos en la playa sin preocuparnos de nada?".
La inocencia de los niños, la vida sin prisas, siempre dispuestos a jugar en cualquier lugar y a imaginar nuevas aventuras, les queda lejos, muy lejos, los problemas cotidianos.
Termina agosto y volvemos a la normalidad para enfrentarnos a lo que ya dicen que será un otoño caliente donde los españoles veremos los pasos que da y las decisiones que toma el Gobierno de España para poner las bases de un futuro más próspero y prometedor. El futuro de Juan y de muchos otros niños y niñas como él que ahora sólo piensan en disfrutar de lo que tienen. Esa ilusión será el presente del mañana.