La cala Granadella es uno de los tesoros de Jávea, desde tierra ó desde el mar. Situada en la zona más meridional del municipio se llega a ella desde una estrecha carretera asfaltada que se va desde la carretera del Cabo La Nao, con curvas en sus inmediaciones.
Los pinos se acercan al mar
desde sus acantilados, junto sus montes, desde la rambla que desemboca en el
mar por donde corre el agua de tierra adentro cuando hay lluvias torrenciales y
arrastra todo lo que encuentra a su paso.
Un pequeño grupo de casas
adosadas a modo de pedanía, de colores vivos como un barrio de pescadores: unos
restaurantes (Rosita, El Sur, Llebeig, …), son la antesala de la cala.
Caminando hacia el mar se escucha su rumor, se huele su olor salado.
La cala es pequeña, de cantos
rodados y graba hasta su misma orilla. De agua cristalina y de un azul turquesa
precioso. Dos escalinatas en ambos de sus lados con vayas de madera y escalones
escavados en la roca permite ir por tierra a rincones escondidos desde la
playa.
Es un lugar ideal para el
relajo, sobre todo en otoño o invierno donde el sosiego es espectacular.
Mirando al mar, mirando al monte que se acerca al mar. A ese monte que quemó
supuestamente un hombre hace un año, dejando que el fuego devorara sin piedad
una amplia zona de bosque que ya empieza a reverdecer con matas de monte bajo.
Es también un lugar adecuado
para deportes náuticos como el piragüismo ó el submarinismo.
Y sobre todo, si estás en
Jávea no puedes irte sin conocer la cala Granadella. Su belleza merece la
visita.
No hay comentarios:
Publicar un comentario