Desde el Salón de
Audiencias del Palacio de la Zarzuela, el rey Felipe VI manifestó su discurso
felicitando la Navidad a los españoles “en esta
noche de encuentro de familias y de seres queridos” añadiendo de forma cercana como
uno más de los invitados a nuestra mesa que “me permitáis acompañaros unos
minutos para compartir con vosotros algunas reflexiones cuando estamos ya a
punto de terminar el año”.
Cataluña
estuvo en su discurso desde el principio y en realidad en la mayor parte del mismo, a veces no directamente. “2017 ha sido en España, sin duda, un año difícil para nuestra
vida en común; un año marcado, sobre todo, por la situación en Cataluña”.
Se mostró firme en la
defensa del Estado de Derecho, en el necesario protagonismo de España en la
construcción europea, en el empleo estable, en la conciencia de toda la sociedad contra la “lacra
inadmisible” de la violencia machista, en la lucha contra el terrorismo
yihadista “teniendo siempre muy presentes el recuerdo y el respeto permanente a
sus víctimas”, la corrupción en la que hay que tomar “las medidas necesarias para su completa
erradicación y que los ciudadanos puedan confiar plenamente en la correcta
administración del dinero público”, la defensa del medio ambiente y la lucha
contra el cambio climático en el que “debemos implicarnos todos mucho más”.
Distinguió los valores de la democracia española “que juntos
hemos construido. Porque a lo largo de los últimos 40 años, hemos conseguido
hacer realidad un país nuevo y moderno, un país entre los más avanzados del
mundo”.
Destacó la convivencia democrática
de estos años gracias al concierto de todos, en una “España que reconoce y
respeta nuestras diferencias, nuestra pluralidad y nuestra diversidad, con un
espíritu integrador; una España inspirada en una irrenunciable voluntad de concordia”.
Nos llamó la atención
sobre la historia de España como “un gran triunfo de todos los españoles. Una
España a la que no debemos renunciar, que debe ilusionar y motivarnos, y que
debemos seguir construyendo, mejorándola, actualizándola, sobre la base sólida
de los principios democráticos y los valores cívicos de respeto y de diálogo
que fundamentan nuestra convivencia” refiriéndose quizá al proceso constituyente que viene con la reforma de la Constitución de 1978.
Se refirió a que en
España cada uno puede tener la ideología que quiera, incluso la republicana, “pero
no imponer las ideas propias frente a los derechos de los demás". Resaltando que "Respetar y
preservar los principios y valores de nuestro Estado social y democrático de
Derecho es imprescindible para garantizar una convivencia que asegure la
libertad, la igualdad, la justicia y el pluralismo político”, tal y como señala
nuestra Constitución. "Porque cuando estos principios básicos se quiebran, la
convivencia primero se deteriora y luego se hace inviable”.
Las recientes elecciones
catalanas fueron protagonista en su discurso recordando que se ha de respetar “la
pluralidad y pensando con responsabilidad en el bien común de todos". Insistió en que "El camino
no puede llevar de nuevo al enfrentamiento o a la exclusión” resaltando que “sí
debe conducir a que la convivencia en el seno de la sociedad catalana –tan diversa
y plural como es– recupere la serenidad, la estabilidad y el respeto mutuo; de
manera que las ideas no distancien ni separen a las familias y a los amigos”.
Mencionó a Cataluña
desde el cariño y la admiración manifestando que se ha de emprender “un camino
que debe conducir también a que renazca la confianza, el prestigio y la mejor
imagen de Cataluña; y a que se afirmen los valores que la han caracterizado
siempre en su propia personalidad y le han dado los mejores momentos de su
historia: su capacidad de liderazgo y de esfuerzo, su espíritu creativo y
vocación de apertura, su voluntad de compromiso, y su sentido de la
responsabilidad”.
Nos animó a afrontar el 2018
con optimismo en el que “debemos seguir construyendo nuestro país, porque la
historia no se detiene. Y no hemos llegado hasta aquí para temer al futuro sino
para crearlo. Y estoy seguro de que nadie desea una España paralizada o
conformista, sino moderna y atractiva, que ilusione; una España serena, pero en
movimiento y dispuesta a evolucionar y a adaptarse a los nuevos tiempos”.
Insistió en esta idea, la
satisfacción de ser españoles “sin complejos, orgullosos de todo lo que hemos
conseguido porque es mérito de todos; confiemos en lo que siempre nos ha unido,
en lo que somos, tal y como somos, y sobre todo en lo que podemos alcanzar
juntos con una fe firme en nuestras convicciones y en nuestras capacidades. Si
seguimos por ese camino, si lo hacemos así, y con todas nuestras energías, yo
estoy convencido de que el año que viene –y los que vendrán después– serán
mucho mejores”.
En este enlace puedes leer el discurso íntegro
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