El rey Juan Carlos, en la Antártida. La motivación de este viaje: reconocer y apoyar in situ la actividad de unos científicos y militares españoles, tan lejos de casa, en sus tareas de investigación y protección a este trabajo. Y para lograrlo hizo falta la comunión de muchos por
motivos de seguridad y meteorológicos. Hizo falta facilitar medios terrestres, marítimos
y aéreos. Lograrlo mereció la aventura.
Empecemos
desde el principio, el rey Juan Carlos I manifestó en 1996 al Gobierno de España
su intención de visitar las Bases Españolas en la Antártida llamadas “Juan
Carlos I” (isla Livingston) y “Gabriel de Castilla” (isla Decepción) por los motivos mencionados.
Aprovechando
una visita de Estado a Chile y después de visitar la isla Rey Jorge con Ricardo
Lagos, Presidente de Chile, el rey Juan Carlos iniciaría este viaje si las
condiciones meteorológicas se lo permitían. Todo se dispuso para que así fuese en
enero de 2004, aunque el mal tiempo casi lo impide.
Los
trabajos que realiza España en la Antártida sólo los puede hacer durante el
verano austral de enero, febrero y marzo, cuando las condiciones climatológicas
son más favorables. En la Base Juan Carlos I realizan su actividad 44 personas
de las cuales 29 son científicas; 31 personas trabajan en la Base Gabriel de
Castilla; y 10 científicos lo hacen en el buque de investigación oceanográfica de
la Armada Española “Las Palmas” que dan apoyo logístico a los científicos de
las Bases mencionadas. En ambas Bases se desarrollan principalmente programas
de investigación científica sobre movimientos sísmicos, cambio climático,
evolución de la capa de ozono y proceso de deshielo de los glaciales.
Embarcado
en el rompehielos chileno “Viel y Toro”, el rey Juan Carlos y sus acompañantes
iniciaron una travesía de 80 millas para visitar las islas Livingston y
Decepción en donde científicos y militares españoles desarrollan sus tareas en
las Bases mencionadas cuyas instalaciones están en activo desde hace años.
Acompañaron
al rey un pequeño séquito: Alberto Aza, Jefe de su Casa; Antonio González Aler,
Almirante y Jefe de su Cuarto Militar; Avelino Barros, su médico personal; responsables de seguridad., además de Juan
Costa, Ministro de Ciencia y Tecnología, quien manifestó que con esta visita
“muestra el interés que Don Juan Carlos siempre ha tenido por el desafío
científico de España”, añadiendo que “la presencia española en estas islas es
una oportunidad para científicos españoles de realizar proyectos que sólo allí
son realizables".
En un
entorno muy frío, blanco inmaculado, con fuertes nevadas, el rey pudo
reunirse con la comunidad científica y militar española en la Antártida.
Para
los que recibieron al rey Juan Carlos en aquellas islas tan remotas, como para
que los que disfrutamos de este viaje desde nuestros hogares, la visita del
rey fue un hito y un momento histórico extraordinarios. Porque
nunca antes un rey de España llegó tan lejos visitando intereses españoles. Y haciendo este viaje el rey también cumplió un sueño, representar a España, junto a españoles, en la Antártida.
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