¡¡¡ Papá Noel es alicantino !!!!. Venga ya, me dirán algunos
de ustedes. Me comentarán eso de que es una afirmación rotunda sobre la Navidad
que viene bien en los tiempos que corren. Pero es mucho más, no es una
exageración. Es así y ahora se lo cuento. Después saquen ustedes sus propias conclusiones.
Verán cómo coincidimos en nuestra percepción cuando conozcan los hechos.
Decirles también que conozco personalmente a
Papa Noel. Fui a visitarlo a su casa en Rovaniemi en Laponia (Finlandia), su
actual residencia. Fue un encuentro mágico, entrañable e inolvidable. En un día
frío de invierno, con un paisaje todo vestido de blanco por una copiosa nevada
la noche anterior. Cerca de su casa estaban sus renos y su trineo. Ya adaptado este
a los nuevos tiempos, con calefacción para no sufrir el frío en sus largas
travesías. Luego les cuento cómo se desarrolló esa entrevista.
Papá Noel, Santa Claus, San Nicolás,..... ¿Me
siguen?. Partamos del origen de su nombre. Se le considera un hombre alto,
robusto, bonachón de mirada y de modales, con bigote y barba blanca, con un don
de gentes extraordinario y muy generoso. Este es el perfil de un santo, si
créanlo. Me refiero a San Nicolás de Bari, que fue obispo de Myra. En su
ejercicio episcopal tuvo una sensibilidad especial por los niños pobres. Nació en
Turquía, en familia acomodada, de buena familia y con un mundo lleno de
oportunidades a sus pies. Pero el destino se cruzó en su camino para iniciar
una vida de servicio a los demás que fue el motivo solidario de su existencia. Cuenta
la tradición que entre los lugares que visitó para predicar la palabra de Dios,
recaló en Alicante. Llegó por mar en un bajel de alta borda y ancha manga con
la bodega llena de buenas intenciones y muchos propósitos. San Nicolás es
patrón de Alicante.
España fue un Imperio, a través de la Monarquía
Hispánica, ese del que decían que en él nunca se ponía el sol, y quedaron en
las tierras conquistadas muchas costumbres heredadas de nuestra estancia allí cuando
dejó de serlo. De esa época es la leyenda holandesa que cuenta que San Nicolás
partió del puerto de Alicante con la bodega de su barco llena de mandarinas y
naranjas de la huerta alicantina, galletas y juguetes para los niños. Su
destino eran los puertos de los Países Bajos. Esta travesía y su llegada a uno
de sus puertos es actualmente una de las fiestas más populares en esos países.
La llaman la Sinterklass y lo celebran el 5 de diciembre. Cada año San Nicolás
llega a un puerto diferente. Viste de rojo, con capa, mitra y báculo. Lo
reciben en el muelle y desde allí recorre las calles a lomos de un caballo
blanco aclamado por el pueblo y, sobre todo, por los niños que esperan impacientes
sus regalos. Esta tradición se exportó a América por los holandeses, en concreto
a Nueva Amsterdam, actual ciudad de Nueva York, que fue colonia holandesa (s.
XVII). La ciudad fue fundada en 1625 en la isla de Manhattan por la Compañía de
la India Occidental Holandesa. En 1809 el escritor estadounidense Washington
Irving convirtió el Sinterklass holandés en el Santa Claus norteamericano. Hizo
su propia traducción y se implantó en aquel país con su propia evolución.
A finales del siglo XIX una empresa de frigoríficos de
EEUU publicitaba sus productos manifestando que Papá Noel viene del Polo Norte.
A principios del s. XX la Coca Cola hizo suyo este eslogan y se popularizó en
todo el mundo.
La tradición de Santa Claus volvió a Europa pero se
adaptó con el nombre de Papá Noel. Esta vez el origen es francés. Verán.
Inicialmente usaban la mención de Santa Claus Peré Noel (Santa Claus padre de
la Navidad). En España se aceptó ese uso, pero como Papá Noel y se hizo
popular.
Ya ven las vueltas que dan las cosas. Hoy Papá Noel
está consolidado como ese mago grandullón que es capaz de repartir millones de
regalos durante la nochebuena y la madrugada de la Navidad. Una ardua tarea con
mucho trabajo donde la magia y la imaginación se multiplican para llegar a
todos los hogares.
De esto y de muchas más cosas hablé con Papá Noel en
mi visita a su casa de Ravaniemi. De troncos de madera, con pieles de reno en
las paredes y una enorme chimenea, caldeaban en el interior las temperaturas
gélidas que había en el exterior y producía un clima acogedor que daba pie a la
conversación. Fruto de esta charla, mis hijos recibieron una carta de Papá Noel
al año siguiente. Imagínense su cara de sorpresa, y la nuestra, cuando
recibieron esas cartas. Les produjo tanta ilusión que aún las conservan en casa.
Y no es para menos, que gran recuerdo, que regalo tan bueno con tan poco.
También hablamos de esa injusta y falsa rivalidad entre
Papá Noel y los Reyes Magos de Oriente, esos reyes y esos magos que fueron a
adorar al niño Jesús en Belén, a Jesús de Nazaret, y que le llevaron oro,
incienso y mirra. Y que en la noche del 5 al 6 de enero traen regalos a
millones de niños y no tan niños. Dijo injusto porque cada uno viene de culturas
distintas y de hábitos diferentes. Y que si un regalo hace sonreír a un niño
(en sentido amplio), da igual de donde venga.
A Papá Noel le pedí muchas cosas. Además de salud para
mi familia, le pedí (y le pido) que ejerciera su magia sobre nuestra querida
España. “Mi querida España. Esa España mía, esa España nuestra” que dice la
canción. ¿La recuerdan?. Es de Cecilia, publicada en abril de 1975. A Papá Noel
le pedí que ejerciera su buena influencia sobre los políticos españoles, sobre
esos que priman su interés personal sobre el general, que dan más importancia a
su sola ambición que al bienestar del pueblo español, que no velan por el
sentido común. Hablamos del mundo, de la hambruna y la pobreza y de lo mucho
que pueden ayudar los países desarrollados a los que no lo son. Comentamos
sobre el cambio climático, por lo mucho y grave que ve desde las nubes. Me habló
de la paz mundial y de lo mucho que aboga por ella dirigiendo parte de su magia
hacia aquellos líderes que podrían impedir las guerras. Aunque algunos no le
hacen mucho caso.
A Papá Noel, a Santa Claus, a San Nicolás, dejaremos
nuestro calcetín cerca de la chimenea, o de la ventana, para que se acuerde de
traernos lo que estime conveniente que nosotros en casa le prepararemos agua
para sus renos y un tazón de chocolate caliente para él. Sea bienvenido a su
tierra natal. De aquí partió un día la tradición para ilusionar a todo el mundo.
De esta tierra hospitalaria que le recibe todos los años con sus mejores galas.
De este Alicante que también es suyo.
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