En el centro de la ciudad,
junto a las oficinas municipales del Ayuntamiento de Elche. Un grupo
escultórico. "Sobre la crítica", es su título. Joan Ramón García Castejón, su
autor.
Caminando, observamos cómo un
grupo de adultos se acercan curiosos mirando la escultura. Se preguntan su significado, no entienden que representa. Cada uno da su opinión, aunque
ninguno acierta. Les acompañan sus hijos, niños y adolescentes. Los más jóvenes enseguida
interpretan la escultura. Ven a cuatro personas (de bronce de tamaño natural) mirar
un cuadro. Graciosos, se aturullan dando su opinión, cuál más elocuente, según
lo que ve cada uno. Un paisaje, un barco en medio del mar, un grupo de niños
jugando en el parque, un caballo recorrer veloz la pradera, ... Destacan la
intensidad de los colores, el realismo de la imagen. Y todo, pura imaginación,
con el espíritu libre de una edad temprana.
Aciertan. Y opinan. Como el
crítico de arte, el entendido, el aficionado, todos quieren dar su
interpretación de la obra. Quien no. Da pie entre latinos a opinar y faltará
tiempo para poner término a esa conversación.
Este grupo escultórico es un
homenaje al crítico, al espectador y, sobre todo, al pintor, al artista, que
explora con su arte lo que quiere mostrar a la sociedad. Primero lo dibuja en
un lienzo, lo colorea y se lo imagina en bronce. Después le da vida. En esta
escultura el foco de atención es el cuadro donde se dirigen todas las miradas.
Se preguntan por su autor. Joan
Castejón (nombre artístico). Es un escultor nacido de la naturaleza. Quien lo
iba a decir… “Mi familia vivía en una masía en la montaña. Bajábamos a Elche a
ver las fiestas, por Semana Santa. Cuando regresaba cogía barro de las acequias
y modelaba figuras parecidas a las que había visto en la procesión. Ese fue mi
comienzo”. Su madre las cocía en el horno junto al pan. Era un niño, hacía las
cosas que le nacían de dentro, sin darle importancia. Lo que fue un juego, un
entretenimiento, resultó ser algo más, un pasatiempo que llenaba su imaginación
y plasmaba de dibujos las paredes de la casa y del corral que luego modelaba en
barro.
“Me crié entre las montañas
en un mundo inculto y muy agreste hasta los 9 años cuando me trasladé a Elche
con mi familia. Allí pude asistir al colegio durante aproximadamente año y
medio…”. Con esta edad hace su primera exposición con una figurillas de barro,
“a los 12 años soy un pintor dominguero”. Su vocación le hace olvidarse de esos
años difíciles de la postguerra y empeñarse en lo que le gusta. Viaja a
Valencia. Asistió a clases como oyente y se fue haciendo así mismo sin
empaparse de las modas del momento. A los 12 años visitó por primera vez el
Museo del Prado. Le impresionaron Velázquez y Goya. Con 20 años (1966) en
Valencia se siente realizado como pintor y expone en la Galería Mateu con
éxito. A partir de aquí en adelante no para de crear, ni siquiera cuando estuvo
entre rejas por sus ideas políticas antifranquistas (1967-69 y 1970) donde hizo más de dos mil
dibujos de los que 400 eran retratos. En libertad, expone por toda España: Las
Palmas, Barcelona, Alicante, …
Ahora dibuja como si
moldeara… Interpreta la realidad. Y son sus figuras las que invitan al
espectador a imaginar lo que ve, a dar su versión de los hechos, a opinar porque todo queda dicho en la
escultura, sólo hace falta fijarse e imaginar su significado.
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