domingo, 11 de noviembre de 2018

El ícaro de Plasencia y sus posibles similitudes en nuestros días



España que hermosa eres. Cuesta pensar que haya alguien que quiera hacerte daño, fraccionar una parte, romperte en trozos, dividir, …. Esto pensaba hace unos días en Plasencia. ¿Se imaginan lo agradable que es descubrir una ciudad milenaria española que tiene tanto que contar y que muestra a sus visitantes tanto que admirar?. Ha sido una sorpresa y un descubrimiento conocer su monumentalidad y toda la historia que representan y cuentan sus monumentos. Fíjense. Cuando se habla de ciudades españolas amuralladas siempre se nombra a Ávila, por razones obvias, a Lugo, a Ciudad Rodrigo, ... Pero nadie se acuerda de Plasencia. Y tiene unas murallas de las que sentirse orgulloso. Su casco antiguo intramuros es extraordinario, con dos catedrales: la vieja y la nueva, con un claustro que las une; palacios de noble fábrica; una plaza mayor con soportales activa y bulliciosa; el Parador Nacional ubicado en un convento del s. xv, ...

A la catedral nueva llevaron el coro de la catedral vieja. En los brazos de sus sillas y en las misericordias el maestro Rodrigo Alemán esculpió la madera de nogal con escenas indecentes, impúdicas y anticlericales (s.xv). Estas escenas satíricas ó de censura molestaron a las autoridades. Aludidas, lo recluyeron en la torre de la catedral vieja. No seguro de su suerte y de su porvenir, construyó unas alas con plumas de palomas y unos maderos. Le echó talento y mucho valor y se lanzó a volar desde la torre. La leyenda cuenta dos finales, a gusto de quien lo cuente.

Sin contarles el final, que ya lo haré, no se por qué cuando la Guía Turística nos lo contaba me vinieron a la cabeza Sánchez, Casado y Rivera. Y no es porque les desee el peor de los finales siguiendo la leyenda del ícaro de Plasencia, por supuesto que no, pero si es verdad que aquel sufrió un final incierto con mucha incertidumbre y estos lo tienen en el resultado de sus actuales estratégicas.

Los tres son políticos talentosos pero por el riesgo que corren en su manera de liderar su partido político pueden estrellarse en sus planteamientos y con ellos en el resultado electoral de su partido. Casado dicen que le dio un repaso a Sánchez hace unos días en el Congreso de los Diputados con una arenga (sin leer, improvisando) que no dejó a nadie indiferente. Eclipsó a Rivera. Posteriormente, este dio la sorpresa: rompiendo el pacto con el PP de bloquear la tramitación parlamentaria de los Presupuestos Generales del Estado (PGE) del PSOE, supuestamente buscando la centralidad de Cs y alejarse del PP. Se han creído las encuestas del CIS de octubre pasado en la que se consolidan como segunda fuerza parlamentaria en intención de voto. A su vez, Rivera ha hecho esta semana una pregunta al Gobierno en otra sesión de control que no estaba prevista para revuelo del banco azul de los Ministros. La pregunta es sencilla: si Sánchez indultará a los independentistas una vez juzgados y condenados, que es lo que le reclamaban hace semanas sus socios independentistas de Gobierno. Lo alarmante no es que Rivera haga esta pregunta sino que Sánchez no la respondiera porque en el caso de contestar que no, hubiera  disgustado a Torrá y Cía que mantienen a Sánchez en el poder, y de manifestar que sí la opinión pública le hubiera acusado de traicionar a la democracia española. Sánchez no se da cuenta que los independentistas son insaciables. Primero pedían un gesto del Gobierno para apoyar los PGE del 2019 y consiguieron que Sánchez dijera en el Congreso de los Diputados que no hubo rebelión durante el procés (cuando con anterioridad dijo que sí lo hubo) influyendo en la Abogacía del Estado en el mismo sentido. Ahora que los independentistas tienen esto, reclaman al Gobierno la absolución de los independentistas imputados. Inaudito. Para ellos incumplir las leyes no es un delito. No se juzgan las ideas, claro que no, Sr. Torrent. Se juzgará no cumplir con las leyes del Estado español del que son parte, la Constitución española y el Estatuto de Autonomía catalán.

Vivimos un periodo difícil con un gobierno débil, que está demostrando que a veces es la marioneta y el prisionero de los independentistas que le están llevando a la mayor de las verguenzas: ceder a cuestiones que antes de estar Sánchez en el Gobierno eran imposibles de llevar a cabo y que ahora admite que sí lo son, con un mensaje claro: alargar la legislatura al máximo y mantenerse en él poder dependiendo de los nacionalistas. ¿Quién dijo aquello que el nacionalismo es el cáncer de los siglos XX y XXI?. Son muchos, no es una afirmación contundente de una sola persona. Tal es la preocupación por estos movimientos que anulan la convivencia y enfrentan conciencias antes inseparables. Entre las muchas personas que lo han manifestado citaré algunas para no hacer una lista muy larga: Mario Vargas Llosa (2010), el Papa Juan Pablo II (2011, con los Jóvenes en Madrid), Juan Luís Cebrián (2014), Santiago Posteguillo (2017), ...

Volviendo con Rodrigo Alemán, no les quiero dejar sin saber qué le pasó con su audaz aventura voladora… La leyenda cuenta varios finales. Uno, que estuvo volando sobre la ciudad un buen rato y cuando se cansó tuvo un final fatal estrellándose contra el suelo. El otro, que cayó en el río Jerte y salvó la vida.

No hace falta que el talento de los políticos españoles se malgaste en decisiones audaces con alto riesgo en su realización, como el ícaro citado, basta que se hagan con criterio democrático dentro del marco constitucional. Tan sencillo como esto. Nada más.


Este artículo ha sido publicado con anterioridad en mi columna de opinión del periódico Alicante Press.

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