“Una cosa así, no me la
merezco”, “esto no me puede pasar a mí”, … Estas son algunas de las manifestaciones que
hacen aquellos que mueren de éxito.
Morir de éxito es una de las
experiencias más dolorosas para un emprendedor, ya sea en el sector empresarial,
cultural ó social. Se muere de éxito cuando un proyecto con una proyección
extraordinaria no cumple las expectativas del consumidor final y fracasa.
También porque el proyecto evoluciona más rápido de lo esperado y no se sabe ó
no se puede reaccionar a tiempo para aportar soluciones.
Nokia
encabezaba la lista de ventas de las empresas del sector de teléfonos móviles
pero no apostó por los smartphone como su competencia y se quedó fuera de esa
lista. Algo parecido le pasó a Kodak,
líder mundial en cámaras de fotos y en el revelado de calidad, al no apostar
por las cámaras digitales, casi desapareció del mercado.
Para gestionar el éxito de
forma adecuada es necesario que el líder se apoye en las personas de su equipo,
en su grupo. Y todo desde la humildad,
la honestidad y la colaboración con el colectivo, aceptando las críticas
constructivas y los consejos bienintencionados. Como dijo Mandela, “me gustan los amigos que tienen pensamientos
independientes porque suelen hacerte ver los problemas desde todos los
ángulos”.
Al sobrellevar el éxito se
tiene que tener en cuenta que no se debe destacar más que la organización de la
escala superior. Un jefe de sección, por ejemplo, no puede tener mejor coche
que el del Director General de la empresa y aparcarlo junto a este para que
todos los empleados de la empresa vean la diferencia. Hay que gestionar bien el
triunfo pero no desde la arrogancia.
Cualquier proyecto, sea de la
naturaleza que sea, no es conveniente confiarlo todo en la suerte, tiene que haber
una base sólida respaldada, por ejemplo, desde la experiencia.
En una sociedad como la
nuestra con una alarmante crisis de valores te puedes encontrar de todo, bueno
y malo. En muchas organizaciones, por pequeñas que sean, la envidia, la
mentira, la difamación gratuita, la puñalada trapera, son plato del día. En vez
de hacer grande la organización con el concierto y la comunión de todos. Esto
también puede hacer fracasar un proyecto que tenía una proyección extraordinaria
y un amplio apoyo social.
En un mundo tan competitivo
como el nuestro sólo falta que quienes tienen que sumar, resten; quienes tienen
que contribuir al éxito de la organización, pongan palos en la rueda para
impedirlo.
En cualquier circunstancia,
seamos positivos y como dijo Groucho
Marx en una ocasión: “esfuércese, póngase manos a la obra y haga que las
cosas ocurran. No es fácil, pero si se aplica a su tarea y persevera, es
asombroso ver como en una sociedad libre puede uno llegar a ser tan grande como
uno quiere”.
Este escrito se escribió por primera vez en mi columna de Alicante Press, periódico digital, en este enlace
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