El campo de batalla después
de la contienda suele mostrar imágenes aterradoras. Cuerpos mutilados, rostros
desfigurados, miembros ensangrentados, … Quedan atrás los gritos, las
explosiones, las miradas de miedo, la rabia, el valor, el afán de venganza
después de ver al compañero desangrándose en la trinchera, … En estas imágenes
no hay heroísmo, hay desolación.
Después de un enfrentamiento
armado, sólo queda un profundo silencio. Roto, quizá, por quien recoge los
muertos para darles sepultura.
Estas imágenes, y aún peores,
vio y pintó Francisco de Goya durante la guerra de independencia de España
contra las tropas napoleónicas (1808-1814). Él, que miraba a Francia como el
país de la libertad, nunca pudo imaginar que sus soldados fuesen tan bárbaros.
Porque las escenas que pintó en sus grabados de los desastres de la guerra están
llenos de odio del vencedor frente al vencido. Es cierto que representa a la
soldadesca y no a los generales, pero estos consintieron esa barbarie.
Zaragoza fue una de las
ciudades más asediadas de la guerra por las tropas napoleónicas. El General
Palafox invitó a Goya y a otros artistas a ver las ruinas de la ciudad y a contar
con su arte la heroica actuación de sus defensores y el resultado después del
primer asedio. Lo que Goya vio en el camino a Zaragoza ya le dejó impresionado.
Goya reproduce en su obra el
dolor, el ensañamiento, las violaciones, los que disfrutan del padecimiento de
los demás, la muerte.
En todas las guerras los dos
bandos hacen barbaridades. Goya fue testigo y pintó lo que vio. Al representar
ese dramatismo con tanta realidad muestra también su asombro, la exclamación a
tanta violencia. Al plasmarlo fue testigo de una dramática historia que nadie quería tener ni
recordar.
Todas las láminas tienen un
título crítico puesto por Goya como “Con razón ó sin ella”, “Y son fieras”, “Para
esto habéis nacido”, “Estragos de la guerra”, “Que hay que hacer más”, ·No se
puede saber por qué”, “Yo lo vi”, …
Vimos esta exposición en el
MUBAG Museo de Bellas Artes Gravina en Alicante con el título “Goya, testigo de
su tiempo”.
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