Lo primero que nos llama la
atención, incluso antes de llegar, es la esbelta torre campanario de la iglesia
de Benialfaquí. Se destaca desde lejos. Larga, estrecha, escala el cielo para estar
más cerca de Dios. Sus paredes ascienden con un color anaranjado, enmarcados en
un rojo bermellón. Es de fábrica relativamente moderna, pero da igual eso para
que esta torre sea una de sus señas de identidad. No hay otra igual, es única.
Incluso no apoya en la nave de la iglesia que es – además - pequeña, chata,
más parece un local de cualquier otra cosa que un lugar de culto cristiano.
La antigua iglesia – dedicada
a San Juan Bautista - fue derribada a mediados del siglo XX. La nueva se
inauguró en 1975, conservándose algunos “adornos” de la anterior como la campana
“la pequeñita” de 1656.
El campanario también es
moderno. En su fachada hay una cerámica que dice “ÉSSENT ARQUESBISBE DE
VALÉNCIA Mons. AGUSTÍN GARCÍA-GASCO VICENTE I RECTOR D´ESTA ESGLESIA JUAN ANTONIO
CABANES GANDÍA EL 24 DE JUNY DE 2001 FESTA DE SANT JOAN BAPTISTE EL BISNE Mons.
RAFAEL SANUS ABAD VA BENEIR ESTE CAMPANAR COSNTRUIT PEL POBLE DE BENIALFAQUÍ A
LLOANÇA I GLORIA DE DÉU”, que quiere decir que “Siendo arzobispo de Valencia Mons.
Agustín García-Gasco Vicente y Rector de esta iglesia Juan Antonio Cabanes Gandía
el 24 de junio de 2001 fiesta de San Juan Bautista el obispo Mons. Rafael Sanus
Abad bendijo este campanario construido por el pueblo de Benialfaquí para
alabanza y gloria de Dios”.
Pero deje que le de unos datos
de Benialfaquí. Fue tierra de moriscos, actualmente es una pedanía de la Baronía
de Planes, en la falda de la sierra de la Almudaina. Población acogedora de alrededor
de medio centenar de habitantes, sus calles son limpias y estrechas que suben y
bajan, según la dirección que tome. Tienen por nombre plaza de la Constitución,
calle de la Font del Rall, calle del Trinquet de Pau Descals, Passeig de
L´Alfaquí en la carretera comarcal que lo cruza y serpentea, ... Y poco más.
Lugar en el que todos se conocen, el tiempo se podría haber detenido aquí en cualquier momento. Las viviendas son mayoritariamente de
planta baja y piso, casi todas parecidas, unas más modernas que otras, pintadas algunas de vivos colores, salvo una con una gran arcada en su porche. Un centro social en
una planta baja, cerca de la iglesia, es su punto de encuentro y reunión comunitaria.
Unos niños en
bicicleta, la dejan frente a la puerta de su casa, nadie se las va a coger. Una
mujer paseando a su chiguagua. El perro nos ve y duda con quien quedarse. Es
travieso, quiere jugar. Confiado, mira a su ama y corre tras ella. Unas
familias se proponen hacer una barbacoa, sentados frente a la lumbre unos
charlan, otros más jóvenes juegan a la pelota en las inmediaciones. En una
ventana con rejas, una promesa, una tetera con una naranja y un montoncito de
habas tiernas. Esta población es un remanso de paz, parece que aquí nadie ha
roto un plato en su vida.
El pueblo, que lo es, aunque
sea pequeño, se caracteriza por tener dos fuentes. Una de dos caños en su parte
alta, de agua cristalina y fresca, no potable, que desemboca en un lavadero y
este en una balsa grande. El discurrir de esta agua tranquila produce esa
musicalidad que tanto sosiego genera si la escucha sin prisas. Cerca hay un área
recreativa, arriba con zona para niños y un banco de madera que dirige la
mirada hacia las largas distancias de los alrededores, sea terrenos de cultivo o
las crestas de las montañas, abajo hay una zona de picnic. La otra fuente, de
hierro, con grifo y tinaja, está junto a un parque infantil a mitad del pueblo,
aquí las distancias son cortas.
Otra seña de identidad de
Benialfaquí son sus campos de cultivo, teniendo como protagonistas los cerezos
y, en menor medida, los olivos y los almendros. Que no se privan de nada. Visitamos
sus alrededores con los cerezos en flor. Estamos a principios del mes de abril
y su floración ya es tardía. Han salido las hojas, aparecen después de la flor,
antesala de una gran producción. O eso esperan los agricultores que, a falta de
lluvias y de ayuda por parte de las administraciones públicas, las cosechas
cada vez son más difíciles de conseguir. Es su pan y tienen que cuidarlo, pero
no pueden hacerlo solos.
Los cerezos son árboles
elegantes y su floración es preciosa. La cereza es su fruto, el primero de
hueso de cada temporada, lo que suma su mayor protagonismo. Normalmente, se
recolecta a principios de junio. Tiene un color rojo vivo y un sabor
generalmente dulce.
Alicante es la provincia de la Comunidad Valenciana que más hectáreas dedica a este cultivo. En esta zona tienen la denominación de “cerezas de la Montaña de Alicante”, marca que da valor frente a sus competidores. Son las más dulces y las más tempranas. El clima, las condiciones del terreno y la altura favorecen el cultivo del cerezo. Con esta Denominación Específica se comercializa en los mercados nacionales e internacionales teniendo a los países de la Unión Europea como sus mejores clientes. En Benialfaquí se cultivan muchas de esas cerezas que se consumen por el mundo.
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