Una puerta de piedra, grande
y abierta nos invita a entrar en Tibi. Bajo su arco, y en perspectiva, se ve al
fondo el pueblo. Esta población es la puerta natural del Maigmó, está situado entre este y la Peña
Mitjorn. Por su término municipal corre el agua por sus fuentes y a través del río
Verde, llamado Montnegre a partir del embalse del pantano de Tibi. Este es el
más antiguo de Europa, mandado construir por el rey Felipe II. Han pasado
muchos años desde entonces y, si embargo, sigue en funcionamiento.
Un montón de casas arropan la iglesia de la Magdalena y su torre. Al acercarnos, las campanas del campanario llaman a la oración, es hora de culto. Un toque lánguido invita al feligrés a manifestar su fe entre sus muros. En la parte que da a la calle Mayor hay una puerta que menciona el año 1840. Más arriba, un reloj de sol con el que antaño veían pasar las horas. Ahora es un recuerdo de ese ayer, y una curiosidad. ¿Sabe que el primer reloj de sol que se conoce se encontró en Egipto y es de 1.500 años antes de Cristo en la época de Tutmosis III?, nada menos. Pues en este pueblo hay uno de ellos, más moderno.
Cerca, un banco. Y en ese
banco, dos ancianos. De cara curtida por el sol, cuentan sus batallas, sus
éxitos y sus fracasos. De todo se aprende para sacar adelante a su familia. Recordarlo
les hace sentirse vivos y útiles, aunque ahora ya sean otros los que lleven las
tareas cotidianas del campo.
La iglesia colinda también
con la plaza de España. Cada pueblo debería tener una, reivindicativa de esta
gran nación. En una de sus fachadas está el Ayuntamiento. En su balcón
principal ondean las banderas de la Comunidad Valenciana y de España, orgullo
patrio. En medio de la plaza, una fuente.
Las calles, estrechas y en
pendiente, recuerdan su pasado morisco. Subimos por la calle Els Llorens en busca
del Parque de la Glorieta. Antes, desde la plaza del Cabissol, se ven las
ruinas de un castillo del siglo X que – aunque hoy no lo parezca – tuvo mucha
importancia durante la Reconquista. Por el Tratado de Almizra (1244) quedó bajo
el amparo de la Corona de Aragón, siendo frontera con Castilla. El rey Jaime I
lo donó a Sancho de Lienda, caballero navarro y primer señor feudal de Tibi. A partir
del siglo XIV fue incorporado a la Baronía de Castalla. Durante la Guerra de
Sucesión se mantuvo fiel al rey borbón Felipe V. Esto tuvo su premio al ser denominada
Villa en 1705 y darle el título de “Muy Noble, Fiel y Leal” cuyas iniciales se
ven en su escudo local.
En un balcón de esa plaza nos
encontramos una sorpresa, no se la imagina. En toda su extensión, a lo largo, hay
tumbado un perro pastor alemán. Llama la atención por su tamaño, me inquieta
pensar cómo será capaz de levantarse en tan poco espacio. Nos mira, pero no se
altera, ni ladra, ni se inmuta. Bajo el balcón, varias jaulas de canarios. Más
arriba, en un ventanuco, hay un gato lamiéndose y acariciando su pelamen con su
lengua. Tampoco se inmuta, quizá piense que mirarle es lo normal. Es bello. Y
tranquilo.
Al acercarnos a la Glorieta
escuchamos el ruido del agua. Once caños la dejan escapar con energía. Aunque no
siempre fue así, también ha habido años de sequía y el silencio de esta fuente
era causa de gran preocupación entre los vecinos de esta población de poco
menos de dos mil habitantes. Detrás hay una balsa enorme para retener el agua.
Más adelante está el Paseo de
la Santa y la ermita en honor a María Magdalena. Unos grandes y altos cipreses
acompañan al camino que nos conduce a su puerta.
Es tierra para disfrutar del
senderismo. Suba el Maigmó, es un gozada ver todo el valle desde el llamado Balcón
de Alicante, la costa al fondo y el mar. Alrededor del río Verde, del Pantano
de Tibi y del Aljub tiene rutas del agua para caminar, actividades al aire
libre que también tienen su encanto.
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