sábado, 27 de abril de 2019

Notre Dame, ejemplo de unidad



Una de las muchas cosas que ha llamado la atención el devastador incendio de Notre Dame en París es ese sentimiento de unidad ante la adversidad por parte del pueblo parisino, del pueblo francés. Unidad en lo religioso, en lo político, en lo social. No hay palabra, frase o manifestación que busque la aniquilación del contrario religioso, político ó social. No se piden dimisiones ni responsabilidades al Gobierno, sino que se busca entre todos las soluciones para resolver este asunto de la mejor manera posible.

Mientras observaban incrédulos cómo ardía su catedral, los parisinos se iban juntado unos y otros en sus alrededores en una reunión pública espontánea y cantaban emocionados a la Virgen María a cuya advocación está consagrada Notre Dame. En las imágenes que nos mostraban los telediarios vimos su llanto, su sentimiento, ante tanta desolación, de la misma manera que lloró mi sobrino Marcos de seis años y como lloraron otros muchos delante del televisor. Marcos deseaba visitarla con sus padres después de hacer un trabajo sobre Notre Dame en su colegio. Su dolor - y el nuestro -, por la pérdida parcial de este emblemático monumento al que había aprendido a admirar a través de unas fotografías de su libro de texto, se aliviará cuando vea (veamos) brillar de nuevo a Notre Dame con todo su esplendor.

Notre Dame es algo más que la catedral de París. Notre Dame ha sido protagonista en la historia de Francia con hechos trascendentales como el acto en el que Napoleón se coronó Emperador de Francia el 2 de diciembre de 1804, la misa por la liberación de París de los nazis el 26 de agosto de 1944 ó los funerales de Estado de Presidentes franceses como De Gaulle ó Mitterrand.

Notre Dame es un símbolo nacional a la libertad. Sobrevivió a la Revolución Francesa y a esos incultos que cortaron la cabeza a las estatuas de los reyes de Judea - creían que eran los reyes de Francia - de la fachada de la puerta principal. Sobrevivió a los incendios de la comuna de París, que manía de los republicanos con quemar iglesias. Sobrevivió a los bombarderos de las dos guerras mundiales. En la II Guerra Mundial sobrevivió también a Hitler quien mandó arrasar Paris antes que llegaran los aliados libertadores, si el no podía disfrutarlo, que no lo disfrutara nadie. Sobrevivió a las tendencias sociales y culturales del s. XX. Y, ahora en el siglo XXI, se quema ante millones de miradas asombradas.

Notre Dame es del estado francés y mantiene el culto católico. Tiene unos catorce millones de visitantes al año. A Francia le cuesta dos millones de euros mantener esta catedral. Antes del incendio, Notre Dame estaba en un importante proceso de restauración. Para esta, el Ministerio de Cultura, el Cardenal Arzobispo de París y la Intendencia parisina firmaron un acuerdo por el que el Estado suma un euro más de subvención por cada euro de mecenazgo que recaude la Fundación Porvenir del Patrimonio de París hasta un límite de contribución pública de cuatro millones de euros. A su vez, otras entidades privadas se sumaron a este mecenazgo como la Fundación Amigos de Notre Dame constituida en EEUU. Si antes del incendio era grande el interés y los costes de su restauración estaban valorados en unos cien millones de euros, después del incendio todo se multiplica.

En la reconstrucción de Notre Dame el pueblo francés se ha vuelto a movilizar para sumar esfuerzos. Grandes empresas y donantes anónimos se unen - todos a una - para recuperar uno de sus monumentos más emblemáticos de París y de la historia de Francia.

Es un sentimiento nacional que suma, que une y que no permite ni el sensacionalismo, ni el populismo, ni el liderazgo de uno sólo porque este es de todos. Todos los franceses lloran a su catedral pero al mismo tiempo ahora también sonríen no sólo a su futura restauración sino al gran ejemplo colectivo y espontáneo que se han dado a ellos mismos y al mundo entero: ese sentimiento de unidad que los hace invencibles ante la adversidad. Cuando un pueblo se une por un propósito, no hay barreras que frenen conseguir su objetivo.

Muchas han sido las muestras de consuelo y apoyo desde todo el mundo. Reproduzco una de las que más me ha gustado, que dice así: “el pueblo francés la reconstruirá, la levantará sin duda de nuevo. Y estaremos ahí, el mundo entero está y estará con Francia. La catedral de Notre Dame resurgirá de sus cenizas”, firmado Casa de S.M. el Rey de España. Que así sea.



Este artículo se ha escrito con anterioridad en mi columna de opinión del periódico Alicante Press.

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