martes, 19 de junio de 2018

La Memoria Histórica como valor turístico





Alicante no es una ciudad monumental, ya nos gustaría, pero sí tiene un gran patrimonio cultural. Ya verán, sin necesidad de citarlos a todos, los hay y de gran importancia.

Alicante como ciudad de yacimientos arqueológicos entre los que destacan el Tossal de Manises ó el Cerro de las Balsas. Alicante coronada por dos castillos, pocas ciudades los tienen, el de Santa Bárbara y el de San Fernando. Alicante como plaza militar, ambicionada por todos. Alicante, ciudad portuaria, nunca dio la espalda al mar, que ha pasado de ser antaño el puerto de la Corte y de Castilla a ser hoy el puerto de salida de la Volvo Ocean Race, la regata más exigente de la vuelta al mundo a vela. Alicante y sus Torres de la Huerta. Alicante y su tesoro inigualable de arqueología industrial con La Británica. Alicante y el recuerdo de la guerra civil, es una de las ciudades españolas que tiene más refugios antiaéreos, cerca del centenar.

Resaltar aquí que Memoria Histórica es la que tiene que ver con nuestras señas de identidad. Destacar, también, que con el término de Memoria Histórica no sólo se reivindican hechos dramáticos que ocurrieron en la guerra civil española, viniesen del bando que vinieran, tan malo fue uno como el otro,  sino la que tenga origen en cualquier acontecimiento destacable en nuestra historia en su sentido más amplio.

Le invito a recorrer conmigo momentos de nuestra Memoria Histórica como valor turístico.

Vivimos en tiempos de paz, pero hubo épocas que Alicante estuvo en el punto de mira de todas las potencias europeas, por ejemplo durante la Guerra de Sucesión (1706-1709) entre el rey Felipe V y el Archiduque de Austria. Media Europa estuvo en Alicante unos defendiendo el orden y el Reino establecido y otros queriendo usurparlo. Alicante y su castillo apoyaron a Felipe V. Al mando de la guarnición del castillo estaba el Mariscal francés Conde Mahoní, aliado del bando Borbón. El 15 de junio de 1706 la bahía de Alicante se llenó de más de un centenar de embarcaciones de la Armada inglesa que querían rendir a Alicante. El 8 de agosto de ese año tomaron la ciudad después de 8 días de continuo bombardeo. Faltaba rendir el castillo y lo consiguieron en septiembre de 1706. El 28 de noviembre de 1708 partidarios de Felipe V sitiaron la ciudad consiguiendo la rendición de los ingleses salvo los que se refugiaron en el castillo. El Caballero Asfeld, al mando de las tropas francesas, al no conseguir rendir el castillo por los ingleses, se le ocurrió hacer una mina bajo las murallas con un túnel de 20 metros llenándolo de 1.500 quintales de pólvora. Después pidió la rendición a los ingleses con amenaza de explotarla. Estos no se rindieron y construyeron una contramina para reducir los efectos de la explosión. El 29 de febrero de 1709 los franceses explotaron la mina. Fue tal su magnitud que los cascotes de las murallas y de la montaña al quebrase arrasó buena parte de las viviendas de las faldas del monte Benacantil. Aunque los ingleses siguieron luchando con sus fuerzas mermadas con cuantiosas bajas, entre ellas la de su Jefe Richard Siburch, terminaron rindiéndose el 20 de abril de 1709. Hoy, una de las Salas del Museo de la Ciudad (MUSA) narra este hecho trascendental en la historia de Alicante. Y por serlo bien podría convertirse en un festejo de la ciudad que celebrara este acontecimiento como se celebran otros como el de los Moros y Cristianos.

A su vez, hoy el castillo Santa Bárbara es una de las señas de identidad de la ciudad de Alicante, uno de nuestros monumentos más visitado y el quinto en el ranquing de los monumentos más visitados de España en la misma lista que el Museo del Prado ó la Alhambra de Granada.

El tren es un medio de comunicación imprescindible para cualquier población que aspire a ser destino y origen para el tránsito de mercancías, personas, cultura, etc, en un trasiego permanente. El tren es el motor de la industria y del turismo. Esto pensaron ya en el siglo XIX cuando Alicante se convirtió en la tercera ciudad de España en llegar el tren. El 25 de mayo de 1858 llegó a Alicante como un gran acontecimiento social, tanto que la reina Isabel II quiso estar presente en ese gran día e inauguró esta ruta. Alicante se volcó con la reina. Entre los fastos, hubo tiempo para firmar acuerdos importantes para el desarrollo de la ciudad como el derribo de las murallas pasando Alicante de ser una plaza militar a una ciudad abierta al mar con muchas posibilidades urbanísticas, empresariales, portuarias, culturales, … Hoy se recuerdan estos dos logros como importantes hitos de nuestra historia. Lamentablemente no queda nada de las puertas de aquellas murallas que bien pudieron conservarse. Y el resultado de ambas cosas fueron los inicios de la ciudad que hoy conocemos.

Y para terminar este breve recorrido por parte de nuestra Memoria Histórica definamos este concepto por si no ha quedado claro y quien mejor para hacerlo que el responsable de Memoria Histórica del Ayuntamiento de Alicante: “Memoria no es toda nuestra historia. La Memoria rescata de la Historia lo que nos ayuda a identificarnos”, dijo Pablo Rosser Limiñana, en su conferencia “Alicante, Memoria y Señas de Identidad para el Turismo”, organizada por la Asociación Alicantina de Periodistas y Escritores de Turismo (Aapet) en una de las Salas del Claustro de San Nicolás. Y añadió que en “Alicante trabajamos como Memoria Histórica nuestras señas de identidad y su recuperación: carácter de población portuaria, comercial y con huerta; carácter de espacio como frontera y plaza militar; la defensa de la cultura autóctona; la defensa de las libertades y de los derechos humanos; Ciudad de acogida (refugiados y turistas)”.



Este artículo ha sido publicado con anterioridad en mi columna de opinión del periódico Alicante Press

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