martes, 14 de febrero de 2023

El tesoro de la Font de Partegat

 


Siempre me han llamado la atención las fuentes de la sierra Aitana. Sale de sus entrañas con un agua cristalina, fresca y de buen sabor. Natural, nace de las profundidades de la montaña y le da tiempo de salir pura al exterior mientras recorre su profundo camino.


Y aunque así sea más o menos, todo tiene una explicación más científica. Y esta es la siguiente. Verá. Las abruptas formaciones calcáreas de la cara norte de la Aitana son escenario de numerosas surgencias de agua. Esto ocurre en esta fuente, que es de las más populares. Y más si la sierra está vestida con un manto de nieve como así ocurre en nuestra visita de hoy (por el pasado domingo 12 de febrero). Es un desfile de coches, de senderistas, de curiosos que suben con sus familias. La nieve queda lejos, imposible llegar en coche, pero es preciosa verla entre los árboles, reposada sobre las rocas, haciendo ríos helados que no llevan agua hasta que deshiele. Sendero arriba te la encuentras a la vera del camino.





El origen de las surgencias de agua hay que buscarla en la parte alta de la fuente. La acumulación caótica de cascotes de diversos tamaños permite el drenaje del agua de lluvia entre sus vacíos. Estos se han ido depositando a lo largo del tiempo geológico produciendo un acuífero confinado por un lecho impermeable de margas, que impide su infiltración hacia capas más profundas. Así, el agua se desliza aprovechando la pendiente hasta que sale por los caños de esta fuente.


Antes de llegar, escuchas el agua correr por acequias naturales o hechas por el hombre situadas a los lados de la carretera. La primera vez que lo vi hace muchos años, me llamó la atención. Cómo fluía tanta agua de las entrañas de la tierra rodeados de campos de cultivo de secano donde el almendro y el olivo eran protagonistas. Y no ocurría así por no tener agua.


La Font del Partegat, con las fuentes de L´Abre, El Molí o de la Forata, tienen agua de forma continua, y han abastecido durante siglos las poblaciones del valle, además de llegar a amansarse si alcanzaban el embalse de Guadalest. Cuando su caudal llegaba a Benifato a través de acequias se almacenaban en diferentes balsas. Su agua se administraba para su reparto siguiendo tradiciones árabes de antaño dividendo su contenido en horas mientras había luz solar. Se usaba para regar pequeños bancales de hortalizas además de para dar de beber a los animales.




Muchas son las historias y leyendas relacionadas con esta agua de manantial. La que más se contaba entre los mayores del lugar y ha quedado en el recuerdo de quienes la escucharon y la contaron después, es la que habla de un tesoro. Y vaya si lo es. Este se refiere a esa agua por su abundancia, sabor y propiedades saludables. A su vez, era muy valorada por el mantenimiento de la ganadería y la trashumancia de corto recorrido. Una vez las ovejas recorrían los pastos de verano de la zona, los pastores podían abrevar a los animales en esta fuente.


La herencia cultural del uso y reparto de esta agua también es su tesoro, contribuyendo durante siglos a asentamientos de población y al desarrollo relacionado con la agricultura y la ganadería. Y ahora también por los amantes de la naturaleza, el senderismo y las costumbres del lugar, que muchas veces terminan alrededor de una mesa para disfrutar de una olleta de blat, un arroz al horno o una pierna de cordero, que para gustos no hay nada escrito. Y todo acompañado de un buen vino que anime la tertulia de los comensales.






El entorno de esta fuente tampoco tiene desperdicio. El más cercano, le rodea un área recreativa donde comer al aire libre, con unas barbacoas, mesas y asientos de piedra, además de un caserío donde se tiene previsto hacer un aula de interpretación de la naturaleza. A su vez, observamos grandes masas de rocas de diversos relieves que el viento y el frío han ido moldeando con el paso del tiempo, algunas de ellas con cuevas que hace miles de años se usaban como refugio. Y senderos de pequeño recorrido que recorren la sierra y pasan al otro lado de la umbría a la solana para llegar a Sella. Pero eso es otra historia que quizá le cuente otro día.




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