Siempre me han llamado la
atención las fuentes de la sierra Aitana. Sale de sus entrañas con un agua
cristalina, fresca y de buen sabor. Natural, nace de las profundidades de la
montaña y le da tiempo de salir pura al exterior mientras recorre su profundo
camino.
Y aunque así sea más o menos,
todo tiene una explicación más científica. Y esta es la siguiente. Verá. Las
abruptas formaciones calcáreas de la cara norte de la Aitana son escenario de
numerosas surgencias de agua. Esto ocurre en esta fuente, que es de las más
populares. Y más si la sierra está vestida con un manto de nieve como así
ocurre en nuestra visita de hoy (por el pasado domingo 12 de febrero). Es un
desfile de coches, de senderistas, de curiosos que suben con sus familias. La
nieve queda lejos, imposible llegar en coche, pero es preciosa verla entre los
árboles, reposada sobre las rocas, haciendo ríos helados que no llevan agua
hasta que deshiele. Sendero arriba te la encuentras a la vera del camino.
El origen de las surgencias
de agua hay que buscarla en la parte alta de la fuente. La acumulación caótica
de cascotes de diversos tamaños permite el drenaje del agua de lluvia entre sus
vacíos. Estos se han ido depositando a lo largo del tiempo geológico produciendo
un acuífero confinado por un lecho impermeable de margas, que impide su
infiltración hacia capas más profundas. Así, el agua se desliza aprovechando la
pendiente hasta que sale por los caños de esta fuente.
Antes de llegar, escuchas el
agua correr por acequias naturales o hechas por el hombre situadas a los lados
de la carretera. La primera vez que lo vi hace muchos años, me llamó la
atención. Cómo fluía tanta agua de las entrañas de la tierra rodeados de campos
de cultivo de secano donde el almendro y el olivo eran protagonistas. Y no ocurría
así por no tener agua.
La Font del Partegat, con las
fuentes de L´Abre, El Molí o de la Forata, tienen agua de forma continua, y han
abastecido durante siglos las poblaciones del valle, además de llegar a amansarse
si alcanzaban el embalse de Guadalest. Cuando su caudal llegaba a Benifato a
través de acequias se almacenaban en diferentes balsas. Su agua se administraba
para su reparto siguiendo tradiciones árabes de antaño dividendo su contenido
en horas mientras había luz solar. Se usaba para regar pequeños bancales de
hortalizas además de para dar de beber a los animales.
Muchas son las historias y
leyendas relacionadas con esta agua de manantial. La que más se contaba entre
los mayores del lugar y ha quedado en el recuerdo de quienes la escucharon y la
contaron después, es la que habla de un tesoro. Y vaya si lo es. Este se
refiere a esa agua por su abundancia, sabor y propiedades saludables. A su vez,
era muy valorada por el mantenimiento de la ganadería y la trashumancia de
corto recorrido. Una vez las ovejas recorrían los pastos de verano de la
zona, los pastores podían abrevar a los animales en esta fuente.
La herencia cultural del uso
y reparto de esta agua también es su tesoro, contribuyendo durante siglos a
asentamientos de población y al desarrollo relacionado con la agricultura y la
ganadería. Y ahora también por los amantes de la naturaleza, el senderismo y
las costumbres del lugar, que muchas veces terminan alrededor de una mesa para
disfrutar de una olleta de blat, un arroz al horno o una pierna de cordero, que
para gustos no hay nada escrito. Y todo acompañado de un buen vino que anime la
tertulia de los comensales.
El entorno de esta fuente tampoco tiene desperdicio. El más cercano, le rodea un área recreativa donde comer al aire libre, con unas barbacoas, mesas y asientos de piedra, además de un caserío donde se tiene previsto hacer un aula de interpretación de la naturaleza. A su vez, observamos grandes masas de rocas de diversos relieves que el viento y el frío han ido moldeando con el paso del tiempo, algunas de ellas con cuevas que hace miles de años se usaban como refugio. Y senderos de pequeño recorrido que recorren la sierra y pasan al otro lado de la umbría a la solana para llegar a Sella. Pero eso es otra historia que quizá le cuente otro día.
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