¿Un laberinto en medio del
monte?,. ¿Se lo imagina? ¿De piedra, de ladrillo, con árboles? Así es, ahí está,
bajo la sombra de pinos centenarios, testigos fieles del paso del tiempo. Con
la presencia, muy cerca, de una casa solariega en la montaña, a la entrada de
la finca, como esas donde antaño nobles señores pasaban largas temporadas de
asueto a lo largo del año.
El laberinto forma parte de
un jardín botánico romántico con una alberca con peces de colores, con estatuas,
con especies arbóreas de gran tamaño y valor medioambiental como tejos, cedros,
abetos o cipreses, además de una pajarera enorme, una cueva y un invernadero con
macetas de orquídeas que en primavera hacen las delicias de quienes lo vistan. Ya
ve, tiene de todo.
Si lo conoce, sabrá ya que me
refiero al Jardín de Santos en Penáguila. Esta población guarda este tesoro,
además de otros. Hay muchos más en diversas poblaciones del interior de la
provincia de Alicante, desconocidos por la mayoría. Otro día se lo cuento.
He ido varias veces a este
Jardín. Con mayúscula. El lugar lo merece. Pero igual que iba, volvía a casa con
la decepción de no haberlo visto porque no estaba el funcionario encargado de
abrirlo al público. Dedicado a muchas tareas de su ayuntamiento, entra y sale
de este Jardín cuando instancias superiores se lo solicitan. Y aquellos que
hemos coincidido con ese momento nos hemos quedado con las ganas de visitar el
Jardín de Santos.
Pero esta mala suerte había que
enmendarla. Y encontré cómo. A través de una persona que conoce sus
circunstancias. Parecía una tarea fácil, aunque no lo fue tanto, tuvo que
ingeniárselas para que saliera todo de la forma adecuada. Ella es Begoña Román,
abogada alicantina, que conoce bien esta localidad. De niña veraneó con sus
padres y sus hermanos en este pueblo durante muchos años. En la actualidad regenta
allí la casa rural El Molí. Si tiene curiosidad, describo esta vivienda en mi
blog sosegaos, en él le doy cuenta de esa casa y sus características.
Al final fuimos a ese
emblemático Jardín y ¿qué se imagina que pasó? Pues sí, estaba cerrado. Otra
vez. En horario de apertura al público. Esta vez no, por favor, pensé. Begoña
dijo que no nos preocupáramos, que lo había previsto y que lo solucionaría.
Fuimos al pueblo, encontró al alcalde, le dijo lo que había pasado. Y lo resolvió.
Lo conseguimos. El deseo y la
espera habían merecido la pena. Visitamos este Jardín romántico y su laberinto.
No lo hicimos solos. Cuando llegamos a la entrada había un grupo de personas de
diversas nacionalidades que estaban deseosos e impacientes de entrar a esta
joya rural al aire libre. Tuvieron suerte de dar con nosotros. Y nosotros de
conocer a Begoña.
¿Y cómo fue que se construyó
este laberinto en un jardín en medio del monte? El origen fue una finca
familiar. Y luego el empeño y la dedicación de Joaquín Rico y Soler, terrateniente,
mecenas y persona de amplia cultura. Primero visitó otros jardines para inspirarse
en lo que quería hacer en el suyo. Los buscó en Sevilla, Granada, Aranjuez o Segovia.
Fueron su fuente de inspiración. Y construyó en 1841 su jardín de unos 2.800
m2. Casi nada. Tiene un curioso y gran valor paisajístico. Merece la pena
visitarlo, se lo digo yo.
Su primera acción fue plantar
un camino de cipreses con la intención de unir la finca con el pueblo, como un nexo
de unión inseparable. Después tuvo que idear un sistema para llevar agua a la
finca por medio de un canal de dos kilómetros que construyó desde la Font Major
hasta su jardín.
Entrar en su laberinto es una
aventura. Encontrar la salida, también. Y una satisfacción, después de dar
varias vueltas. Este es de altos árboles, muchos de ellos cipreses, de más de
dos metros de altura. Son pasadizos largos al aire libre, con quiebros, vueltas
y revueltas, hasta llegar al centro en el que hay una fuente. Y desde allí, toca
buscar la salida. Y la encuentras, después de intentarlo un par de veces. Es divertido.
Merece la pena probarlo.
¿Dónde está este laberinto
vegetal? En Penáguila, un pueblo de montaña en la comarca de la Hoya de Alcoy,
a unos 67 kilómetros de Alicante, con castillo (o lo que queda de él) encima de
un cerro, con restos de murallas, torre y puerta medieval, con casas blasonadas
con escudos de nobles señores, con una iglesia del siglo XVIII, además de callejuelas
tranquilas por donde se escapa de sus chimeneas el olor del pan recién hecho o
de la olleta de blat em las mañanas de domingo. Un lugar donde no existen las
prisas.
Al Jardín de Samtos, de
propiedad municipal desde 1986, se llega desde la carretera entre Penáguila y
Alcolecha o desde una ruta senderista desde el mismo pueblo.
¿Por qué se instalan laberintos
en jardines? Buena pregunta. Los hay desde antaño. Pero no sólo en jardines,
también en iglesias, en cuadros, en adornos de madera, …. Algunos muy bellos, otros
rectangulares, incluso circulares. Como el de la catedral gótica de Chartes, o
el de la Basílica de la Sagrada Familia en Barcelona. Para unos representan la
unicidad del camino para llegar al mensaje de Dios. Casi nada. Para otros representa
la peregrinación a Jerusalén. Todos tienen un toque de misterio, supuestos
mensajes esotéricos, efectos luminosos cuando un rayo de sol atraviesa una
vidriera y se posa …. Circunstancias que despiertan la inspiración de
escritores para inventar historias noveladas que levantan pasiones, algunas de
ellas reproducidas en el cine. Seguro que ya se está imaginando una trama de
misterio en torno a un laberinto …
Esta crónica fue publicada con anterioridad en mi columna de opinión del periódico Alicante Plaza del lunes 25 de septiembre de 2022 con el título "¿Un laberinto en medio del monte?".
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