La vida de Don Juan Carlos de
Borbón es una vida de sacrificios, así lo afirma Paul Preston en su libro “Juan
Carlos. El Rey de un pueblo”. A los 10 años, el 8 de noviembre de 1948, por
decisión de Franco y de Don Juan, Conde de Barcelona, “Juanito” (como le llamaban
en su casa) salió - sólo - desde Lisboa en tren camino de España para formarse
en el país del que algún día será su Rey. El restablecimiento de la Monarquía
en España merecía cualquier sacrificio. Su padre le manifestaba en reiteradas
ocasiones que “servir a España es lo único que importa, esa es la función de la
Monarquía”. Don Juan Carlos se formó lejos de los suyos en un ambiente
desconocido y, a veces, hostil por lo que representaba o por lo que podía
representar en el futuro.
Como Príncipe de España, y
después ya proclamado como Rey, quiso serlo “de todos los españoles”, aspiración
que tanto había oído decir a Don Juan. Y desde el principio fue su compromiso. Para
esto era imprescindible la concordia entre españoles, cerrar para siempre la
fractura entre las dos Españas después de la Guerra Civil española. El Rey
quiso la reconciliación nacional entre españoles y se empeñó en conseguirlo.
En su discurso de Proclamación
como Rey de España en las Cortes Generales – 22 de noviembre de 1975 – Don Juan
Carlos manifestó entre otras cosas que, “… comienza una nueva etapa en la
historia de España. Esta etapa, que hemos de recorrer juntos”. Animó a todos
los españoles a unirse para iniciar su reinado. Siguió afirmando que “La Institución
que personalizo integra a todos los españoles, y hoy, en esta hora tan trascendental,
os convoca porque a todos nos incumbe por igual el deber de servir a España. Que
todos entiendan con generosidad y altura de miras que nuestro futuro se basará
en un efectivo consenso de concordia nacional”. Ya ven que la concordia
nacional fue su objetivo desde el primer día como Rey de España. “El Rey quiere
serlo de todos a un tiempo, y de cada uno en su cultura, en su historia, en su
tradición”. “La Corona entiende como deber fundamental el reconocimiento de los
derechos sociales y económicos, cuyo fin es asegurar a todos los españoles las
condiciones de carácter material que les permitan el efectivo ejercicio de todas
sus libertades”. “Si todos permanecemos unidos, habremos ganado el futuro”.
El Rey Juan Carlos inició su reinado como Rey absoluto, poder del que pronto renunciaría voluntariamente – excepto los propios como Jefe del Estado - para cedérselo al pueblo español representado en los poderes ejecutivo, legislativo y judicial, al mejor estilo de una democracia moderna. Pero antes ejerció de ese poder para proclamar un “Indulto General con motivo de la proclamación de Su Majestad D. Juan Carlos de Borbón como Rey de España”. Se decidió en Consejo de Ministros del 25 de noviembre de 1975 mediante un Decreto de Presidencia del Gobierno firmado por el Rey Juan Carlos y se publicó en el BOE al día siguiente. En dicho Decreto el Rey manifestó que “deseo y espero que los españoles a quienes hago beneficiarios de esta decisión real se incorporen, con el mejor espíritu de servicio a la Patria, a esta convocatoria a la concordia nacional para consolidar el principal objetivo de la Monarquía: el bien irrenunciable de la paz”. El alcance de este Indulto fue para la totalidad de las penas y correctivos de privación de libertad y de privación del permiso de conducción, hasta tres años (salvo las penas impuestas por los delitos de terrorismo y conexos). Las penas de muerte por delitos cometidos antes del 22 de noviembre de 1975 se computarían o se sustituirían por la inferior del grado correspondiente.
Don Juan Carlos fue capaz de
ir generando su propia personalidad con el convencimiento que en su ideario político
y en su puesta en acción no podían faltar la libertad, la democracia plena, la
legalización de todos los partidos políticos (incluido el comunista), el
respeto a los derechos humanos, …
Se hizo rodear de personas en
los que confío su proyecto que luego demostraron ser grandes líderes de lo suyo
para ponerlo en práctica. Torcuato Fernández-Miranda y Adolfo Suárez le
acompañaron en la dura travesía de la dictadura a la democracia sin derramamiento
de sangre. La Ley para la Reforma Política (4 enero 1977), las primeras
elecciones generales y libres (15 junio 1977) después de cuarenta años, la
Constitución monárquica (6 diciembre 1978) aprobada en referéndum por el pueblo
español, …
En sus viajes al extranjero quiso mostrar su proyecto democratizador para España con el fin de abrirla al mundo, crear certidumbre en las Naciones que visitaba y evitar los recelos que muchos líderes internacionales tenían de España durante la dictadura franquista. El primer viaje de los Reyes de España. D Juan Carlos y Doña Sofía, fue a los EEUU los días del 2 al 6 de junio de 1976, haciendo escala previa en Santo Domingo en la República Dominicana del 30 de mayo al 1 de junio de ese año.
Estos viajes son muy importantes, pero hay otros que además tienen una simbología especial como el que hicieron los Reyes a México en 1978 con el propósito de “abrazar” a los exiliados de la Guerra Civil e invitarles a incorporarse en España al proyecto común de la nueva democracia. Y entre ellos, visitaron a Dolores Rivas Cherif, viuda de Manuel Azaña, el último Presidente de la II República española, el 20 de noviembre de 1978. Fue un conmovedor encuentro de Doña Lola emocionada con el Rey Juan Carlos. Vean si no parte de su conversación:
Don Juan Carlos saluda a Doña Lola, viuda de Manuel Azaña, en México-
“Cuánto le hubiera gustado a D. Manuel Azaña
vivir este día – dijo Doña Lola -, porque él quería la reconciliación de todos
los españoles”
-
“Lo sé, Señora – dijo D. Juan Carlos
emocionado -, lo sé, he leído sus obras, y lo sé”.
El ABC lo contó al día
siguiente en su periódico indicando que “miles de españoles acudieron a abrazar
a los soberanos en la ciudad de México”.
Muchos son los que dicen que
la Transición se cerró con la entrada de España em el Mercado Común Europeo el
1 de enero de 1986 gobernando el PSOE (con alma republicana en sus estatutos) en
una Monarquía Parlamentaria.
La Transición es admirada como
modelo a seguir por países en tesituras similares. “La Transición española ha
sido analizada por multitud de trabajos monográficos, conferencias, tesis doctorales
en universidades de más de medio mundo, por libros e incluso por obras corales
como la publicada por Diario 16 en los años 1983-84 en cincuenta cuadernillos
escritos por más de un centenar de escritores. En menos de 20 años de la
andadura española del cambio de régimen se ha convertido en una destaca lección
dentro de la asignatura que enseña las posibilidades de los pueblos para
caminar hacia las libertades”. Así se expresa el periodista Joaquín Bardavío en
su libro “Las Claves del rey. El laberinto de la transición” (1995). Sí lo fue,
un verdadero laberinto, pero los españoles tuvimos la suerte de estar liderados
por el Rey Juan Carlos.
A finales de los años 70 hubo un movimiento social internacional, que se hizo eco y se apoyó a nivel nacional, de proponer al Rey Juan Carlos como candidato al Premio Nobel de la Paz por su protagonismo en el pase de la dictadura a la democracia sin derramamiento de sangre y por su empeño en la reconciliación entre españoles con su doble objetivo de ser el Rey de todos los españoles. El periódico británico The Ecomomist lo había propuesto manifestando que el Rey Juan Carlos era “el principal protagonista de la nueva era política española”. A su vez, el periódico holandés De Volkskrant apoyó esta iniciativa alabando a Don Juan Carlos en sus acciones en España y en el mundo. A finales de enero de 1980 el Parlamento Noruego proponía al Rey Don Juan Carlos I de España como candidato para el Premio Nobel de la Paz. Se hizo eco la emisora nacional noruega NRK y Aitenpostten, periódico de mayor difusión de Oslo. En 1980 no pudo ser y fue propuesto de nuevo en 1981 después de evitar el Golpe de Estado en España de ese año. Tampoco lo consiguió. Lo importante es que lo propusieran, ya de por sí es un importante reconocimiento. Hubo otros premios a nivel internacional también de gran importancia, pero eso es otro artículo.
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