martes, 6 de junio de 2017

navegando por el Lago de Como


Navegar por aguas de interior también tiene su encanto y más si es por un lago de grandes dimensiones. Sus aguas bañan multitud de pueblecitos que se han desarrollado desde antaño a su vera. Sus casas, sus iglesias, sus palacios, sus villas y sus calles llegan hasta la misma orilla, de lejos parece que emergen desde sus profundidades piedra a piedra, ladrillo a ladrillo.





Navegamos por el Lago de Como, en la región de Lombardía, en Italia. Situado a 199 metros sobre el nivel del mar, tiene una superficie de 145 km2 con 416 metros de profundidad. En forma de Y, es el tercer lago más grande de Italia después del lago de Garda y del lago Maggiore.

En el puerto deportivo de Como, nos embarcamos en el vapor Concordia, de tres puentes. Construido en 1926 por los astilleros N. Odero die Sestri Ponente como un barco a vapor de época de los años 20 del siglo pasado. Tiene 53,77 metros de eslora y una manga de 6,42 metros. Con un gran timón de madera en su puente de mando, desde donde se gobierna esta embarcación.





Este vapor se impulsa por dos ruedas de paletas que son impulsados por motores de vapor de triple expansión y una distribución de Capriotti. Desde uno de los puentes en el interior de este barco se puede ver la máquina de vapor y la caldera, así como las palas de la rueda que lo impulsa a través de un cristal lateral. Con una capacidad para 385 personas sentadas, tiene dos salones cubiertos en dos puentes diferentes con 130 asientos, uno de estilo y otro más informal, además de diversos asientos en cubierta al aire libre.


Al toque de su bocina, fuerte y escandalosa, zarpamos rumbo lago adentro. Por popa dejamos Il Duomo de Como, que se perfila en el horizonte por encima de tejados y terrazas. 

Una avioneta nos sobrevuela para aterrizar con sus patines sobre el agua. Una lancha taxi pasa cerca del vapor a gran velocidad. Pueblecitos por ambas riberas. Palacios, casas señoriales, donde se hospedaron Napoleón Bonaparte, Giuseppe Verdi ó Winston Churchill, así como grandes villas de famosos como la de George Clooney ó la de Luchino Visconti. Este lago ha sido inspiración de pintores como el paisaje de La Gioconda ó La última cena de Leonardo da Vinci, también ha sido escenario de películas como “El ataque de los clones” ó “Casino Royale” (James Bond).





Desembarcamos en uno de sus pueblecitos ribereños, Bellagio. El paseo marítimo es su ajetreada fachada desde donde nacen multitud de bonitas callejuelas que suben escalón arriba franqueadas por tiendas con productos de la tierra: pañuelos, cerámica, joyas, platos y bandejas de madera, así como productos alimenticios propios de esta tierra donde no falta el queso. Buen gusto, lujo, muy orientado todo al turismo.





Abarloado al embarcadero, nos embarcamos de nuevo en el Concordia. En cubierta, nos recuperamos con unos refrescos del intenso calor de primeros de junio, pero esta travesía ha merecido la pena. De repente se levanta viento y amenaza lluvia, aunque sin consecuencias. Una buena singladura entre amigos que nos invita a repetirla en otras aguas.

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