Uno de los peligros más grandes que hay navegando por el mar es la niebla. Cuando no ves nada a escasos metros. Cuando no sabes si navegas cerca de alguna embarcación. Antaño, en estas circunstancias, las embarcaciones navegaban lo más despacio que podían, soltando voces desde cubierta, vigilando desde la proa y tocando la campana por instantes de varios segundos. Actualmente, además, está el radar y su alarma, que avisa que tienes una embarcación cerca, la alarma salta según la distancia con la embarcación más cercana que le hayas grabado en su programa.
Ayer y hoy es una sensación
emocionante que genera incertidumbre. No saber lo que tienes por la proa, por
la popa, por estribor o por babor. Se da una sensación inquieta y nos recuerda
tantas películas donde esta incertidumbre suele terminar en colisión. Depende
del tamaño del barco con quien colisiones, el resultado puede ser un solo susto
ó ver cómo la embarcación hace aguas hasta hundirse. Por esto, el temor a la
niebla en el mar.
Pero esta mañana no somos protagonistas
de una película, salvo la de nuestra propia vida. Hoy (por el 11 de marzo) navegamos
un día soleado con multitud de veleros en regata por la bahía de Alicante y
algunos mercantes fondeados ó en dirección al puerto. De repente, una niebla
nos devora y nos convierte en sus víctimas. Acabamos de dejar un mercante por
estribor que se dirige al puerto con el motor en ralentí y un velero por la
popa que navega más lento que el nuestro.
Navegamos mientras la niebla
cada vez se hace más espesa. Las velas mesana, mayor y génova infladas por un
viento fresco. El capitán instala el radar con su alarma y va informando de los
barcos y veleros que tenemos cerca. El armador no interrumpe su conversación con
uno de los invitados de ese día a bordo. Para no alejarnos de la costa decide
virar. Sabemos que tenemos por proa al mercante y, al menos, a un velero. El
radar nos dice que pasamos por en medio. Un miembro de la tripulación, por
propia iniciativa, se pone a proa ojo avizor. Los demás, pendientes de ver los
barcos y veleros que tenemos cerca para no colisionar …
Hasta que los vemos y
tenemos la certeza que efectivamente pasamos por en medio y que no estamos en
línea de colisión con sus travesías, la incertidumbre es grande, aunque estamos
seguros por el radar, también por el armador que no se inmuta. Pasamos, dejando
al velero y al mercante por babor y estribor respectivamente. Celebramos que no
ha pasado nada con un abundante almuerzo. Ha sido una experiencia que hay que
vivir como esta, con calma y vigilando, ante todo, la seguridad.
Cuando salimos de la niebla
mostramos miradas de alivio. Nadie nos creería lo que hemos vivido sino fuera
por las fotos que hemos hecho y que comparto contigo amig@ lector.
El diario información de
Alicante publica al día siguiente una noticia que titula “Una densa niebla
sorprende a los alicantinos. El fenómeno ha cubierto parte del cielo del
litoral como la playa de la Albufereta, la de San Juan ó el Benacantil”,
indicando que “las nieblas advectivas de hoy se originan cuando una masa de
aire cálida avanza sobre una superficie más fría (el mar). Puntualmente pueden
tocar la costa, encontrando grandes diferencias de temperatura y humedad con
zonas próximas, explica el Laboratorio Climatológico de la Universidad de
Alicante”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario