Salimos de excursión
dominical, como otros domingos. Pero en esta ocasión miramos antes de partir la
temperatura de donde vamos y las previsiones de lluvia o de nieve. Estaba
previsto un día muy frío y visitaríamos un pueblecito de montaña. El viernes anterior
cuando llamamos, antes de comprometernos a ir, nos dijeron que no se preveían
fenómenos climatológicos adversos. Miramos la previsión del Laboratorio de Climatología
de la Universidad de Alicante y Aemet. No parecía que fuéramos a tener
sorpresas.
Allí nos vamos en nuestro
coche. En Alicante y por San Vicente del Raspeig el cielo está despejado, con algunas nubes. Cuando atravesamos el túnel antes de llegar a Alcoy vimos un ambiente
puro de invierno. Las nubes que a lo lejos se veían dispersas, se habían unido.
El cielo azul había desaparecido y estaba encapotado. Luego nos dirían que esta
localidad amaneció con una ligera nevada que no cuajó ni en las montañas que la
rodean ni en sus calles y plazas. Que decepción, pensábamos ver nieve lejos en cotas
altas de las montañas a lo largo del día. La temperatura exterior del coche era
de cinco grados, fresca pero no alarmante.
El tráfico rodado era
abundante, no éramos los únicos que nos aventurábamos a recorrer esa autovía de montaña. Tampoco había motivos para preocuparse. No llovía, tan
sólo estaba nublado.
A la altura de Muro de Alcoy la temperatura ya estaba en 4 grados. La calefacción del coche permitía tener en su interior una de veinte grados que nada hacía que notáramos el frío exterior. Atravesamos Benimarfull con 3 grados. Luego vinieron otros pueblos y otras carreteras en dirección a pueblecitos tan pequeños como Benillup, Benimassot o Tollos, por cierto, los tres de la ruta 99, que merecen su visita. La temperatura exterior seguía bajando.
De repente cayeron las primeras
gotas de lluvia, diminutas. Estamos tranquilos, siempre habíamos escuchado que
no nieva hasta que la temperatura es de cero grados o bajo cero. No en esta ocasión.
Con 2 grados caen las primeras gotas de agua-nieve. Inmediatamente después,
los primeros copos de nieve. Uno detrás de otro, cada vez con más intensidad. Es
una gozada, muy bonito. Los copos se destacan con el fondo de los árboles al
caer del cielo y van vistiendo de blanco sus ramas, sus hojas, los arbustos más
cercanos y la propia carretera.
El gps nos dice que estamos a cinco minutos de Alcalá de la Jovada. Llegar es una bendición, que te coja esta nevada – que cada vez va en aumento – en medio de la nada, tiene que generar cierta incertidumbre.
Cuando llegamos a Alcalá de la Jovada las calles, los tejados de las casas y sus campos de árboles de secano ya tienen su manto blanco. La nieve lo inunda todo. Es precioso. Caminamos por sus huertos, por sus calles, … No hace frío, o no nos lo parece. Como nosotros, unos niños corretean por aquí y por allá junto con sus padres. Son las primeras nieves del año durante un mes de enero a punto de terminar que ha sido muy caluroso, tanto que algunos almendros ya han florecido cuando suelen hacerlo a partir de mediados de febrero.
Algunos medios de
comunicación se hacen eco de estas nevadas en el interior de la provincia de
Alicante y las nombran como un hecho insólito. No lo es. Mencionan a la sierra
Aitana, la de Bernia, la Serrella, … Suele nevar en esta zona, principalmente
en el mes de enero. Así lo expresa también en redes sociales el Laboratorio de
Climatología de la Universidad de Alicante al manifestar que “no es algo
sorprendente, es invierno y es normal que nieve. Y aunque por aquí las nevadas
no sean tan frecuentes como en las grandes cordilleras, lo normal es que en
todos los inviernos nuestras montañas se cubran de blanco”. Y digo yo que sea así
siempre, viene bien para el campo, los manantiales, los embalses, etc.
A Alicante se le asocia con sol y playas porque algunas de estas son de las mejores del mundo, como la
playa de San Juan. Pero Alicante es mucho más. El Alicante interior es un lujo
inesperado para la mayoría con montañas, riachuelos, valles, enormes bosques
principalmente de pino carrasco, … Alicante es la segunda provincia más montañosa
de España después de Santander. ¿Qué le parece?, sorprendente pero cierto.
Seguimos en Alcalá de la Jovada disfrutando de la nieve. Nuestros anfitriones nos sugieren seguir la excursión y comer en Pego, temen que siga bajando la temperatura y que hiele. Ya estamos a cero grados. No es descabellado su diagnóstico y hacemos caso. Es lo prudente y lo que dice nuestro sentido común.
Pego está a 22 kilómetros. Volvemos
a coger nuestro coche. En un momento dado nos encontramos solos, sin tránsito rodado,
rodeados de blanco por todas partes, incluso la carretera también está llena de
nieve. Circulamos sin ningún motivo de alarma. El paisaje sería precioso si no
hubiera habido un incendio devastador el verano pasado. Se ve la huella del
fuego, troncos partidos y dispersos por el suelo, copas de altos pinos sin
hojas. Ya estamos a casi un grado bajo cero. Vemos un coche parado entre los bancales
y unos niños cerca jugando con la nieve. De forma esporádica nos cruzamos con
unos coches. Al llegar a Vall de Ebo la temperatura ya está sobre cero.
Seguimos. En el Puerto del
Vall d´Ebo empieza a llover, las nieves quedan lejos en las copas altas de las
montañas. Llegamos a Pego, lloviendo. Nos espera un arroz a banda memorable en El
Moss de Pego para reponer fuerzas y comentar la aventura de esta mañana
dominical.
No hay comentarios:
Publicar un comentario