Nuestro destino de la ruta
senderista de hoy es el Salt de Benilloba, no tanto por caminar al aire libre sino
por visitar una de las rutas del agua más espectaculares del interior montañoso
de la provincia de Alicante.
El agua busca su camino y lo
encuentra. Ya sea por escarpados barrancos o por rectas llanuras. Su ímpetu, su
fuerza y su destino se unen para abrirse paso entre la maleza o entre las
rocas.
En este caso, el agua del río
Penáguila se abre paso por un desfiladero modelando las rocas a su antojo
durante siglos. Enclavado en un entorno natural extraordinario la ruta se complementa
con un enorme caserón donde había un molino que aprovechaba la fuerza del agua
del río para moler trigo (por esto se llama también la ruta de els Molins del
Salt de Benilloba). Posteriormente, lo sustituyó y se instaló allí una pequeña
central eléctrica para elaborar electricidad.
El espectáculo que veremos
con el Salt es gracias a las continuas lluvias de los últimos días. Por ellas, el
río va con mucha agua y salta de arriba abajo unos 20 metros formando una catarata
ruidosa y espectacular cuya agua continua después por un riachuelo.
Nos dirigimos al Salt desde
el pueblo de Benilloba. Al llegar a este por la carretera CV-70 cogemos la
avenida de Alcoi que nos llevará a la plaça LÒmet, el carrer Sant Josep, carrer
Les Forgest, el camino a Concentaina y a la derecha un camino rural asfaltado precedido
por un poste y flecha que indica el Salt de Benilloba.
En un corto periodo de tiempo
nos encontraremos a la derecha con un parquing donde dejar el coche. Un panel nos anuncia el inicio de la ruta. Nos
adentramos por un paraje montañoso y un sendero con barandillas de madera. Un
puente de piedra cruza el barranco donde en su base corre el río veloz y
ruidoso.
Entre campos de almendros y
de olivos nos encontramos a la izquierda con unos escalones hechos por el hombre
junto a una valla de maderos redondos. Hay poco más de medio centenar de escalones.
Después de estos, un sendero de tierra nos acerca al río. Al iniciarlo vemos
otros escalones más deteriorados que bajaban al molino. Antes se podía entrar a
sus instalaciones, pero como está en ruinas ese acceso está cortado con señales
de prohibido pasar.
El ruido del río nos anuncia
el salto de agua. Por su sonido tiene que estar echando mucha cantidad. Y así
es. Cuando llegamos a la vera del río y miramos a nuestra derecha, el salto de
agua es espectacular por su abundancia. Nos quedamos observando sin palabras
ante esta manifestación de la naturaleza. El salto se lleva todas las miradas.
Y hacia él miramos lo que queda del molino y de la central eléctrica que,
efectivamente, está muy cerca de la orilla del río para recibir toda su fuerza cuando
aquí se molía el trigo o se producía electricidad.
Es una ruta sencilla a la que
puedes ir con toda la familia. Y si el tiempo lo permite, comer al aire libre en
el merendero de ocho mesas que hay junto al río, muy cerca del aparcamiento de coches.
Nosotros comemos en el bar cafetería
El Casino, en la plaza de la Fuente, unas tapas sabrosas y bien servidas. Entre
semana sirven platos de cuchara, entre ellas la famosa olleta de blat. Durante
la comida comentamos lo mucho y bueno que nos ha impresionado el Salt de
Benilloba que es como lo llaman por esta tierra valenciano parlante.
Cómo llegar al parquing del Salt de Benilloba, en este enlace Si el río va con mucha agua, no podrás acceder desde la carretera Benilloba-Concentaina porque es peligroso y tendrás que hacerlo desde el pueblo que es lo que hemos hecho nosotros.
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