domingo, 4 de octubre de 2020

32 nudos


 


De antiguo los marineros de los Mares de China tenían mucho recelo a adentrarse mar adentro por miedo a sus fuertes y – en ocasiones – gélidos vientos. Decían que era un tenebroso mar océano lleno de dragones y sólo los intrépidos saldrían a navegar con tanto mar y tanto viento.


Cuando supimos el parte para la travesía del pasado sábado 3 de octubre, estábamos ansiosos de salir a mar abierto para cazar esos dragones. La bahía de Alicante no es el Mar de China, que más quisieran los chinos. Era un día que prometía fuertes vientos y poco mar. Eso es sinónimo de velocidad, de aventura y de una sensación de bienestar extraordinario como tantas veces nos dice el armador del Arión.




Nos hicimos a la mar con la ilusión del que busca una nueva aventura marinera. El mar era un espectáculo. Los borreguitos y los borregos en la cresta de las olas se multiplicaban por doquier junto a un azul intenso. La mar estaba encrespada. Con fuerza 5 de viento, con rachas de 6. El cielo azulado. El velero, escorado, ondeando con orgullo el pabellón rojigualda. Y el castillo Santa Bárbara recortándose en el horizonte sobre el puerto y la ciudad.


La fuerza del viento venido desde tierra nos dirigió hacia Santa Pola. Al superar los Cabos de esa población y el de la Huerta en Alicante fue como recibir una explosión de más brío y nos empujó mar abierto. Aprovechamos para dar la vuelta a la isla de Tabarca. Tan querida para los alicantinos, tan ansiada por tantos, tan necesitada de cariño, tan anhelada por aquellos que no la conocen imaginando que algún día la visitarán y se dejarán cautivar por sus encantos, que los tiene y muchos.




Hoy es uno de esos días que el viento brama y el mar se encrespa. Para el que lleva el timón, nota a sus pies cómo el velero reacciona al viento y al mar. Cómo anuncia y ruge cuando se escora y cuando se encabrita contra el viento. Veloz, se abre paso entre las olas y hace suya la bahía con su dominio, no se deja acobardar y lidera a esa mar - a veces traicionero - que se deja doblegar por tan peleón ketch. Un Swan como este fue el ganador de la Volvo Ocean Race de ese año, una de las regatas más exigentes en las competiciones náuticas a nivel mundial. Queriendo emular a aquél, recorremos esta bahía tan agradecida de recibir tantos vientos vengan de donde vengan que todos son bienvenidos.





Alcanzamos 32 nudos, con viento del oeste noroeste y poco mar con ola de 1 metro, poco trapo con génova 3 y mesana y muchas ganas de disfrutar de este día especial con tan buena camaradería a bordo. Y eso sí, si había que cazar dragones, cazamos los que pudimos y si no fueron todos es porque tuvimos que volver a puerto, que si no…..



vídeo de un momento de esta travesía

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