Con el número 405 emprende
su nueva aventura allende los mares (12 julio 2018). Que tengas mucha suerte,
la vas a necesitar. Courmayenca es su nombre de pila.
Unos meses antes todo
parecía perdido. Flotando en medio del mar vio una medusa grande y luminosa que
iba a satisfacer su apetito. Se acercó, abrió su gran boca y se la tragó. No
tenía el mismo sabor que otras y notó como se pegaba en su garganta
produciéndole problemas respiratorios. Empezó a agobiarte, se ahogaba. Su
especie, heredera de la época de los dinosaurios, iba a sucumbir por una bolsa
de plástico que un humano había tirado al mar desde su embarcación de recreo.
Por un momento paso toda su larga vida por delante, no se lo podía creer, ella
que había recorrido mares y océanos, salvando peligros y tempestades. ¡ Un
plástico que confundió con una medusa iba a terminar con ella !.
Agotada subió a la
superficie. Flotando a la deriva, su falta de aire y el movimiento de las olas
la estaba adormeciendo….. Con ese debilitamiento iba perdiendo la vista por
momentos.
Notó un golpe. Poco podía
importarle que un depredador le atacara ahora. Estaba en las últimas...
Algo se introducía por su
boca, sentía como estiraban de la bolsa de plástico que se había tragado y
tenía pegada en su garganta. Se la estaban sacando, lo estaban consiguiendo,
aunque la bolsa se rompía, hasta que sacaron la mayor parte del plástico.
Estaba exhausta pero podía respirar.
En cubierta de un barco
pesquero la limpiaron y la introdujeron en una palangana con agua salada. Si la
hubieran liberado y soltado en el mar se hubiera ahogado al estar agotada. El
patrón del barco de pesca sabía que en estos casos hay que llamar al 112 para
que la recojan y llevarla al centro autonómico para la recuperación de la fauna
marina más
cercano. Y así fue, su nuevo hogar fueron las instalaciones de ARCA en el
Oceanografic de Valencia, Área de Recuperación, Conservación y Divulgación de
la fauna marina en la Comunidad Valenciana.
En la playa, poco antes de
recuperar su libertad, ya en la arena, no salió corriendo sino se quedó quieta,
posando coqueta sus 35 kilos a las cámaras y a los móviles. Un final tan bueno
tenía que recordarse y quedar inmortalizada en una instantánea para siempre.
Cuando empezó a andar lo hizo a buen ritmo. Cuando las olas de la orilla
mojaron sus patas, su emoción era tal que aleteaba sin control hasta las
primeras brazadas en el agua. Que emoción para ella, también para nosotros.
Hace casi un mes Diana, que
es como la llaman, otra tortuga boba como esta fue soltada en Denia por el
Oceanografic de Valencia. 15 días después fue vista en las costas de Ibiza, en
las cercanías de Portinatx. Es Diana porque lleva un gps que permite su
localización en tiempo real. Por medio de estos gps se saben las millas y las
rutas que estas tortugas realizan por el Mediterráneo y el Atlántico
aprovechando las corrientes.
El martes 17 de junio
personal de ARCA del Oceanografic estará en la playa del Postiguet de Alicante
para soltar otra tortuga y concienciar a los bañistas de la necesidad de
proteger la fauna y la flora marina.
Esta escena en la playa
liberando la tortuga no debería de repetirse nunca más porque los humanos deberíamos
ser más respetuosos con el medio marino. Su futuro es el nuestro. Un mar
contaminado nos perjudicará en el futuro. Y en el presente. Pero mientras los
humanos nos concienciemos de esto hay organizaciones como ARCA que realizan
esta gran labor de salvar la vida de las tortugas marinas que están en riesgo
de extinción.
Este artículo se ha publicado con anterioridad en mi columna de opinión del periódico Alicante Press-
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