“La última cena”, de Leonardo da Vinci es una de las obras de arte que más
ríos de tinta ha generado. Por los muchos misterios que dicen esconden sus
trazos, por los diferentes significados que dan a las escenas y protagonistas
de esta pintura.
Leonado pinto esta obra entre 1495 y 1498 en la pared del refectorio ó
comedor del convento Dominico Santa María Delle Grazie en Milán (Italia).
Es un mural de 4,60 metros de alto y 8,8 metros de largo al temple y óleo
sobre capas de yeso. Con esta técnica Leonardo quiso así hacer un experimento
pero le salió mal. Entonces los murales se hacían al fresco. Lo que ocurrió es
que al secarse el muro, la pintura se agrietaba y se desprendía. Con el tiempo
fue restaurada en varias ocasiones para intentar recuperar la pintura perdida y fijar la existente.
Hoy lo que queda del original está muy difuminado. Aún así es emocionante
estar tan cerca de una obra tan famosa, tan importante para su autor y por lo
que representa, observar la escena cuando Jesús de Nazaret estaba a punto de
celebrar la eucaristía con sus discípulos (evangelio de San Marcos 14, 18-19),
imaginar sus conversaciones, incluso la emoción del pintor al plasmar con sus
pinceladas su interpretación de esta realidad.
En esta pintura Leonardo muestra la reacción de cada uno de sus discípulos
cuando Jesús les dice que uno de ellos lo va a traicionar. Según los bocetos que
Leonardo dejó dibujados sabemos quien es quien. Vemos que, de izquierda a derecha, Bartolomeo, Santiago el Menor y
Andrés se muestran sorprendidos; Judas Iscariote está inclinado hacia
atrás escondiendo su cuerpo entre las sombras; Pedro muestra desagrado y parece
que lleva un cuchillo en su mano derecha; Juan “el imberbe” a la derecha de
Jesús; Jesús, en el centro;
Tomás con un dedo hacia arriba parece que exigiendo una explicación; Santiago
el Mayor indignado; Felipe, pidiendo consuelo; Mateo, Judas Tadeo y Simón el
Celote, discutiendo entre ellos. Al fondo Leonardo pintó un paisaje que se
interpreta que es de un paraje del lago Como en Italia.
Jesús es el centro, todas las líneas de perspectiva surgen y convergen en
él. A pesar del dramatismo de su confesión, sus brazos están abiertos, extendidos y
apoyados sobre la mesa con serenidad. Equilibra la imagen del conjunto. Jesús
tiene una luz frontal en el centro de la composición. Destaca la perspectiva,
donde todos los personajes tienen movimiento de forma individualizada.
Los simbolismos, los misterios, que tanto se han dicho de este cuadro se
deben también a la novela titulada “El Código sa Vinci” escrita por Dan Brown, que provoca dudas entre los que no tienen fe ni creen en Cristo. Si en la mesa hay o no hay copas ó al menos el cáliz
con el que Jesús compartió el vino, poniendo en duda el consumo del pan y el
vino como símbolo del cuerpo y la sangre de Cristo en la última cena.
A su vez, Brown interpreta que no es Juan quien se encuentra a la derecha de
Jesús sino María Magdalena - la guía turística que nos acompaña a la visita
de esta obra de arte lo negó con rotundidad a una pregunta de un turista -.
Siguiendo esa teoría ambas figuras crearían un triángulo invertido sin base ó
símbolo de la fertilidad. Sus ropas son imágenes espejo que reflejan el color y
la forma del otro y viceversa, incluso que las dos figuras encajan como si
fuesen dos piezas de un rompecabezas. Brown es un novelista que interpreta la realidad a través de una ficción que tuvo mucho éxito de ventas, incluso fue llevada al cine.
Sin embargo, en la tradición pictórica de entonces a Juan siempre se le
representaba con pelo largo, joven y delgado. Juan era uno de los discípulos
más queridos de Jesús y esto Leonardo lo plasma en su pintura dándole a Juan una representación significativa frente al resto de discípulos. Por esta posición destacada en la pintura, ambos parecen
reflejos simétricos. Leonardo dejó escrito por qué aparecen como reflejados
en un espejo: “el placer y el dolor reflejados como gemelos , puesto que nunca
hay uno sin el otro, y como si estuvieran unidos de revés a revés, puesto que
son contrarios el uno con el otro” (extracto de “Los Cuadernos de Leonardo Da Vinci”,
compilado y editado de los originales por Jean Paul Richhter).
Por lo delicado de la pintura y por medidas de seguridad, las visitas a esta obra de arte son
restringidas, concertadas y se ha de pedir con mucha antelación.
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