El Rey Felipe VI ha defendido
de nuevo la Constitución, la ha mencionado más de diez veces en su discurso, fue
claro al manifestar que “fuera de la Constitución no hay ni democracia, ni
convivencia posibles”, añadiendo que “no nos podemos permitir que la discordia
se instale entre nosotros”. Reivindica los valores de la Constitución e indica
que “gracias a ella, España
consiguió construir y consolidar una democracia plena, abierta e integradora,
un Estado Social y Democrático de Derecho, que ha asegurado nuestra convivencia
y que nos ha permitido superar diversas y graves crisis en los últimos años.
Esa es la evidente realidad de nuestra historia reciente constitucional”.
Una vez más el Rey hace una
defensa férrea de la Constitución española de 1978 como modelo de convivencia entre
los españoles en sus 45 años de existencia.
El Rey apeló a la unidad en
reiteradas ocasiones. Manifestó que “la
Constitución, que la Princesa de Asturias juró el pasado 31 de octubre, ha
estado presente ininterrumpidamente en nuestras vidas. Y es, sin duda, el mejor
ejemplo de la unión y convivencia entre españoles”. Añadió que “gracias a la
Constitución conseguimos superar la división, que ha sido la causa de muchos
errores en nuestra historia”: Poco después dijo que “evitar que nunca el germen
de la discordia se instale entre nosotros es un deber moral que tenemos todos.
Porque no nos lo podemos permitir”.
Reivindicó
los valores democráticos de “la libertad, la justicia, la igualdad, el
pluralismo político”, que “rigen toda convivencia democrática”. Parece
una obviedad de toda democracia, pero cuando lo manifiesta es porque cree que
están en peligro. Quien se podía imaginar hace 50 años que sea el Rey el que
defienda esos principios democráticos que tanto ha costado conseguir. Esta es
nuestra realidad. Los que han perdido el norte y con sus actitudes ponen en
peligro la división de poderes, ponen también en riesgo la convivencia
democrática.
La
Constitución da estabilidad a los españoles. Así se expresó el Rey en este s sentido
al decir que “quiero reivindicar la Constitución no solo como valor democrático
de presente y de futuro, sino también como instrumento y garantía
imprescindible para que la vida de los españoles pueda seguir discurriendo con
confianza, con estabilidad, con certidumbre”.
A
pesar de las dificultades el Rey es optimista al poner énfasis en los logros históricos
recientes convencido que España puede superar los retos que se le presenten
para poner las bases de un futuro cierto. Dijo que “España es una sociedad
fuerte, que ha demostrado muchas veces los valores que forjan nuestro sentido
como comunidad política” y añadió que “lo hemos hecho juntos y de acuerdo con
el marco constitucional, decidido por todos los españoles. La razón última de nuestros éxitos y progresos
en la historia reciente ha sido precisamente la unidad de nuestro país, basada
en nuestros valores democráticos y en la cohesión, en los vínculos sólidos del
Estado con nuestras Comunidades Autónomas y en la solidaridad entre todas
ellas... Basada también en nuestra apertura al exterior con una profunda
vocación iberoamericana y europea”. Ahí queda dicho, más claro agua.
En
reiteradas ocasiones se refirió a los jóvenes, a sus dificultades para
encontrar una vivienda digna, en la España que les dejaremos, en su porvenir. Le
preocupa la carestía de la vida, la violencia de género, el empleo, la sanidad,
…
El Rey otra vez reivindica la
Constitución y la hace suya para llamar la atención a quien quiera escucharle.
Fue y es un marco extraordinario que se dio la sociedad española y un legado que
hay que preservar para las generaciones venideras. Fue un ejemplo de
convivencia, de concordia, de ir juntos a un futuro incierto que se ha
demostrado que fue frutífero para España. Es la Constitución española que más
ha durado al albergar valores que nos unen y nos permiten avanzar con paso firme
hacia el futuro.
Fue
un discurso serio, reivindicativo, medido, que a nadie dejará indiferente, que
llama a la reflexión, al sentido de Estado de la clase política. Le invito a
que lo lea más de una vez, se dará cuenta de muchos detalles que no destacan al
escucharlo por primera vez. La rotundidad y solemnidad de su mensaje lo convierte
a uno de los mejores discursos del Rey Felipe VI.
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