¿Se acuerda de los Serenos?
Su eficacia en sus tareas hace que lo recordemos con nostalgia en estas fechas
vísperas de la Navidad en las que algunos de ellos iban por las casas en el
vecindario que servían en busca del aguinaldo durante la tarde del día de Nochebuena
o vísperas de esta fiesta familiar en la que se celebra la venida del niño
Dios. A cambio de esa propina, el Sereno entregaba una tarjeta de cartón con su
felicitación de las Pascuas de Navidad. Y contaba alguna anécdota ocurrida
durante la noche, que de estas sabía muchas. No daba nombres para que nadie
identificara al sujeto al que se refería, pero siempre eran historietas
cotidianas que daban que hablar en la comunidad de vecinos del lugar.
Recuerdo uno de ellos, rondaba
las calles del Complejo Residencial Vistahermosa en Alicante. De alta estatura,
vestido con un soberbio abrigo gris y armado con llaves para socorrer a los
olvidadizos y despistados que se las dejaban en casa antes de ir a trasnochar cuando
se iban al teatro o de juerga. Los Serenos también llevaban una vara que les daba
autoridad y, a veces, un farol (años después una linterna) con el que iluminaban
mejor la calle. Al que me refiero era simpático, de voz potente y unas manos enormes
con las que usaba su manojo de llaves. Intercambiaba unas palabras con quien
requería de sus servicios, usaba su llave maestra para abrir la portería, se
fumaba un cigarro y seguía su ronda.
Cuando uno se encontraba
delante de la puerta de la portería del edificio donde vivía, sin llave que la
abriera en plena madrugada, su preocupación era poca porque gritaba “Serenoooo”
y este aparecía entre las sombras de la noche y resolvía el problema.
¿Sabe su origen?, si le
dijera que existieron en España desde el siglo XVIII ¿se lo creería? Pues sí, créaselo.
El origen de los Serenos nace en un edicto del Rey Carlos IV publicado el 28 de
noviembre de 1797, desarrollándose este oficio en todo el territorio nacional a
través del Real Decreto de 16 de septiembre de 1834 durante la regencia de
María de Cristina de Borbón-Dos Sicilias durante la minoría de edad de quien
sería la reina Isabel II.
En sus inicios tenía las
funciones del alumbrado y seguridad ciudadana. Llevaban uniforme, gorra de
plato, silbato y porra. Se encargaban de cuidar, limpiar y encender el
alumbrado público que funcionaba con aceite. También de impedir ataques a las
personas y allanamiento de morada de las casas, además de dar aviso al
vecindario – a viva voz – con el nombre y número de la calle donde se producía
un incendio para que todos se enteraran del siniestro, previo a avisar a las
autoridades y policía local. A su vez, ayudaban a buscar el servicio de un
médico o a localizar un medicamento en la farmacia más cercana.
A veces cantaba las horas y
las inclemencias del tiempo manifestando, por ejemplo, ¡las 12 y sereno!, ¡la
una y lluvia!, seguro que se acuerda, ¿a que sí?
Solían ser elegidos por el
alcalde de la localidad, debían tener de edad entre 25 y 40 años, no tener
ningún defecto físico que impidiera realizar sus funciones, ser de complexión
fuerte, buen vozarrón, estar licenciado del ejército con buenas notas y buen
comportamiento, y no tener antecedentes penales.
Sus tareas se iniciaban a las
ocho de la tarde en invierno y a partir de las nueve de la noche en verano, hasta
que se hacía de día. Y vuelta a empezar al atardecer hasta el amanecer del día siguiente.
Su presencia ahuyentaba a los delincuentes. Se hicieron tan populares que eran
muy conocedores de las personas que vivían en el vecindario y donde tenían sus
casas por lo que si veían algún transeúnte extraño y desconocido daba la voz de
alarma llamando a la policía. Tanto que algunos ayuntamientos de pueblos
pequeños los reivindican como necesarios en la actualidad.
La aparición en las casas de los
porteros automáticos, de más presencia de policía local en las calles, la
proliferación de las televisiones con programas en los que predice el tiempo fue
el principio del fin de este oficio, desapareciendo a finales de los años 70.
Con ellos se fue una España que ya no existía, que había avanzado en el tiempo recuperando
la libertad perdida con un futuro muy prometedor con la aprobación en
democracia por el pueblo español de la Constitución de 1978, dando después
décadas de prosperidad, convivencia, seguridad y desarrollo en todos los órdenes.
Que así siga.
Esta crónica fue publicada con anterioridad en mi columna de opinión del periódico Alicante Plaza el 18 de diciembre de 2023 con el título "Los serenos, guardianes de la noche".
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