Le pregunta un niño a otro: “¿por dónde va el tren?”. El otro niño le contesta entre risas: “¡por la vía, por la vía!”. Y el primero le comenta entre sonoras carcajadas: “¡cachirulo, que ya lo sabía!”.
Por este camino hubo vía. Por esta ruta senderista hubo tren. Por esta senda, una vía estrecha junto al cauce del río Serpis.
Llamado el tren de los ingleses. Desde Alcoy a Gandía. La Alcoy-Gandía Railway and Harbour Company Limited se fundó en 1883. Para tránsito de personas. Para transporte de mercancías entre Alcoy y los pueblos del recorrido de la vía y Gandía, con su puerto. Las locomotoras fueron bautizadas con los nombres de algunos de los pueblos por donde pasaba la vía. Locomotora Gaianes. Locomotora Muro. Locomotora Concentaina. Locomotora Villalonga. Esta línea pasó a depender de FEVE (ferrocarriles españoles de vía estrecha) en 1965. Por la mejora de las carreteras y de los vehículos a motor que circulaban por ellas este tren vio mermar sus viajes hasta que dejó de funcionar en 1969.
Por este camino hubo vía. Por esta ruta senderista hubo tren. Por esta senda, una vía estrecha junto al cauce del río Serpis.
Llamado el tren de los ingleses. Desde Alcoy a Gandía. La Alcoy-Gandía Railway and Harbour Company Limited se fundó en 1883. Para tránsito de personas. Para transporte de mercancías entre Alcoy y los pueblos del recorrido de la vía y Gandía, con su puerto. Las locomotoras fueron bautizadas con los nombres de algunos de los pueblos por donde pasaba la vía. Locomotora Gaianes. Locomotora Muro. Locomotora Concentaina. Locomotora Villalonga. Esta línea pasó a depender de FEVE (ferrocarriles españoles de vía estrecha) en 1965. Por la mejora de las carreteras y de los vehículos a motor que circulaban por ellas este tren vio mermar sus viajes hasta que dejó de funcionar en 1969.
La vía acariciaba la ladera de la montaña con sus raíles. La vía se aferraba a la tierra, junto a las rocas. La vía se abría paso entre la vegetación. Pinos. Chopos. Olivos. Almendros. Higueras. Un vergel al aire libre, camino del mar desde las montañas. Camino de las montañas desde el valle, desde el mar. Por desfiladeros. Por gargantas. En la vaguada, entre dos montañas. Con escaso desnivel en dirección a Gandía. Un poco cuesta arriba en dirección a Alcoy.
Desde la antigua estación de Lorcha. En el recuerdo, suena la sirena de la locomotora antes de partir. En el recuerdo, las prisas y los nervios de los viajeros. La seriedad del revisor. El pitido del guarda raíles. El saludo del maquinista. La despedida de los pasajeros desde las ventanillas. Desde el recuerdo … pequeños vagones que empezaban a moverse con timidez. Pequeños vagones que iniciaban una nueva aventura. Pequeños vagones de madera y de hierro que recorrían los valles, las vaguadas de las montañas, la ribera del río. Pequeños vagones que acogían las inquietudes y las ambiciones de quienes se refugiaban entre sus paredes. Pequeños vagones que abrían el camino del futuro. Pequeños vagones que acercaban a los pueblos del interior el desarrollo, la influencia de nuevas ideas que llegaban por mar.
Ya no hay tren. Ya no hay raíles. Ya no están los puentes de hierro que unían una ribera con otra. Pero perdura su memoria. En el mismo trazado, una vía verde para disfrute de esta y de futuras generaciones.
Desde la antigua estación de Lorcha. En el recuerdo, suena la sirena de la locomotora antes de partir. En el recuerdo, las prisas y los nervios de los viajeros. La seriedad del revisor. El pitido del guarda raíles. El saludo del maquinista. La despedida de los pasajeros desde las ventanillas. Desde el recuerdo … pequeños vagones que empezaban a moverse con timidez. Pequeños vagones que iniciaban una nueva aventura. Pequeños vagones de madera y de hierro que recorrían los valles, las vaguadas de las montañas, la ribera del río. Pequeños vagones que acogían las inquietudes y las ambiciones de quienes se refugiaban entre sus paredes. Pequeños vagones que abrían el camino del futuro. Pequeños vagones que acercaban a los pueblos del interior el desarrollo, la influencia de nuevas ideas que llegaban por mar.
Ya no hay tren. Ya no hay raíles. Ya no están los puentes de hierro que unían una ribera con otra. Pero perdura su memoria. En el mismo trazado, una vía verde para disfrute de esta y de futuras generaciones.
Nos espera una interesante ruta por lo que fue la vía férrea, recuperada como Vía Verde, que iniciaremos desde la antigua estación de Lorcha. Dificultad: fácil. Recorrido: de ida y de vuelta. Distancia: unos veinte seis kilómetros ida y vuelta. Unas cinco horas si la recorres entera. Al ser el mismo recorrido el de ida que el de vuelta puedes recorrer sólo una parte ó recorrerla entera.
Dejamos los coches en los alrededores de la vieja estación de Lorcha. Socios de la Asociación de Caminantes de Aigues. Vigilante, el castillo templario de Perpuchent. A sus pies, la vía. Iniciamos la marcha. Oímos un rumor. El río Serpis. No lo vemos, lo oímos. Cuando lo vemos, lo vemos y lo oímos. Un canto a la naturaleza. De todos los senderos que he recorrido, este es protagonista por su flora, también por su fauna. Oímos berrear a unas cabras, las vemos encima de unos riscos. Unos sargos enormes, bajo las aguas del río. Un ave de gran porte y extensas alas vuela por encima de nuestras cabezas. Pajarillos que cantan nerviosos por nuestra presencia. Una hermosa lagartija se esconde entre los matorrales.
El primer túnel. El primero de cinco. Bajo su cúpula, en penumbra. Bajo su cúpula, un frescor necesario. Fuera hace un calor sofocante que irá aumentando conforme avanza la mañana. Al entrar vemos la luz de la boca de la salida. Algunos tramos casi a oscuras. Casi a oscuras.
Dejamos los coches en los alrededores de la vieja estación de Lorcha. Socios de la Asociación de Caminantes de Aigues. Vigilante, el castillo templario de Perpuchent. A sus pies, la vía. Iniciamos la marcha. Oímos un rumor. El río Serpis. No lo vemos, lo oímos. Cuando lo vemos, lo vemos y lo oímos. Un canto a la naturaleza. De todos los senderos que he recorrido, este es protagonista por su flora, también por su fauna. Oímos berrear a unas cabras, las vemos encima de unos riscos. Unos sargos enormes, bajo las aguas del río. Un ave de gran porte y extensas alas vuela por encima de nuestras cabezas. Pajarillos que cantan nerviosos por nuestra presencia. Una hermosa lagartija se esconde entre los matorrales.
El primer túnel. El primero de cinco. Bajo su cúpula, en penumbra. Bajo su cúpula, un frescor necesario. Fuera hace un calor sofocante que irá aumentando conforme avanza la mañana. Al entrar vemos la luz de la boca de la salida. Algunos tramos casi a oscuras. Casi a oscuras.
El rumor del río crece en intensidad. Km 8. Un salto de agua. Un azud impresionante. El agua se remansa un momento. Pero sigue su curso, camino del mar. Vemos una compuerta. Tras la compuerta, un canalón que busca hacia delante una central eléctrica.
Allí donde miramos, una estampa. A cada encuadre con la cámara de fotos, una postal. El clic de la cámara no para de sonar. Es un paisaje extraordinario. Pero el senderismo está reñido con la fotografía. Conchi, Pascual, Fany, Paskki, parecen que hacen la vía varias veces. Se paran. Pierden el ritmo. Tienen que recuperarlo para no quedarse atrás. Pero hoy es uno de esos días que hacer fotos está más que justificado.
Allí donde miramos, una estampa. A cada encuadre con la cámara de fotos, una postal. El clic de la cámara no para de sonar. Es un paisaje extraordinario. Pero el senderismo está reñido con la fotografía. Conchi, Pascual, Fany, Paskki, parecen que hacen la vía varias veces. Se paran. Pierden el ritmo. Tienen que recuperarlo para no quedarse atrás. Pero hoy es uno de esos días que hacer fotos está más que justificado.
Al borde del camino, lo que queda de una caseta de peón caminero. Más tarde, entre los pinos, un caserón. La antigua central eléctrica, fábrica de l´Infern, a la que llegamos cruzando un puente. Frente a la central eléctrica, la vía férrea. Más adelante, los pilares donde estuvo un puente metálico por donde cruzaba el tren de una ribera a otra.
La vía se cruza con un sendero. El PR.V- 207. La Font de la Serquera. A casi un kilómetro por un sendero que sube por piedras pulidas por los fenómenos atmosféricos y el paso del tiempo. Lo dejamos a nuestra derecha y continuamos.
Por el antiguo trazado de la vía, los restos de lo que fue el apeadero de La Garrofera, junto a algarrobos y pinos, delante de un campo de naranjos. Poco más adelante, otro túnel. Excavado en la roca. En su arco exterior, una leyenda que dice nº 5. El desfiladero se estrecha. El río se alarga. La vegetación gana terreno. La vía va buscando su meta cerca del mar por su camino de ida.
La vía se cruza con un sendero. El PR.V- 207. La Font de la Serquera. A casi un kilómetro por un sendero que sube por piedras pulidas por los fenómenos atmosféricos y el paso del tiempo. Lo dejamos a nuestra derecha y continuamos.
Por el antiguo trazado de la vía, los restos de lo que fue el apeadero de La Garrofera, junto a algarrobos y pinos, delante de un campo de naranjos. Poco más adelante, otro túnel. Excavado en la roca. En su arco exterior, una leyenda que dice nº 5. El desfiladero se estrecha. El río se alarga. La vegetación gana terreno. La vía va buscando su meta cerca del mar por su camino de ida.
Senderistas. Ciclistas. Algunos motoristas. Algunos llevando sus coches. Unos pocos aficionados a la pesca. Durante el recorrido, carteles anunciadores de las artes de pesca que se pueden usar en este cauce del río. Carteles con las modalidades de la pesca.
Desandar la ruta es disfrutar de la vía en sentido contrario. Es ver el colorido del paisaje desde otra perspectiva. El sol está más alto. Hay menos sombras. Mejor serán las postales. Mejor será el regreso. El castillo templario que nos ha abierto la marcha, ahora la cierra. Hasta pronto.
Desandar la ruta es disfrutar de la vía en sentido contrario. Es ver el colorido del paisaje desde otra perspectiva. El sol está más alto. Hay menos sombras. Mejor serán las postales. Mejor será el regreso. El castillo templario que nos ha abierto la marcha, ahora la cierra. Hasta pronto.
2 comentarios:
Tuvo que ser un día maravilloso, compañero: caluroso, pero increíble.
Un fuerte abrazo
Un día estupendo, efectivamente. Tanto que Javier y yo ya hablamos cómo organizamos la próxima, através de la Asoc. de Caminantes de Aigues, a esta misma vía verde. Por ej., ir en autobús hasta Villalonga (provincia de Valencia)y recorrer la vía al revés hasta la antigua estación de Lorcha (provincia de Alicante). Ya se verá.
Es una vía verde adaptada para cualquiera, no sólo caminando. Y el paisaje ...
Otro fuerte abrazo, Juanjo.
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