Desde antes de entrar en la
casa, su aroma es inconfundible, tanto que las tripas se revolucionan dentro de
ti y el apetito se acelera. Hoy tenemos cocido para comer. Ese que está en la
olla cociéndose durante horas a fuego lento para que el caldo se aproveche de
lo mejor de cada vianda, sea verdura ó sea carne o sea legumbre. Poco a poco,
que aún haciendo su digestión se me hace la boca agua.
Es una receta que muchos lo
definen como el plato nacional español, porque se cocina en todos sus pueblos y ciudades, aunque cada uno según sus costumbres y en cada casa según sus
maneras.
Algunos le dan origen en la
olla podrida castellana, bien definida por Covarrubias en “Tesoros de la lengua
castellana o española” en el siglo XVII al manifestar “la que es muy grande y
contiene en sí varias cosas, como carnero, vaca, gallinas, capones, longaniza,
pie de puerco, ajos, cebolla, etc. Pudose decir podrida en cuanto se cuece muy
despacio, que casi lo que tiene dentro viene a deshacerse, y por esta razón se
puede decir podrida, como la fruta que madura demasiado”. Y como dijo Sancho
Panza en El Quijote de Cervantes “que mientras más podridas son, mejor huelen”.
También se le atribuye su
origen a los árabes por su cous-cous. Otros defienden que el origen es la
adafina sefardí que ya incluía los garbanzos introducidos en la península
ibérica por los romanos en la época de Cartago. Tomando por bueno el origen en
la adafina, esta después se cristianizó añadiéndole carne de cerdo.
Sea el origen que sea, es una
receta fija en los hogares españoles de toda clase y condición. La de hoy, a la
verdura les acompaña los garbanzos y carne de pollo, garreta, chorizo y morcilla, previa de una
sopa de sabroso sabor. Es un plato más propio del otoño y del invierno, pero
para gustos no todo queda escrito.
Y más que contaros una receta, permitirme que esta vez os cuente cómo dijo que se tiene que hacer la presentación del cocido madrileño el cocinero de la Infanta Isabel, popularmente llamada la “Chata”, que el rey Alfonso XIII compartió con una sociedad culinaria de EEUU en 1920. Dice así: “los garbanzos, completamente escurridos, se colocan en una fuente; sobre ellos, formando una banda de parte a parte de la misma, la carne, cortada en trozos pequeños bien regulares; y, a ambos lados de la carne, dispuestos lo más artísticamente posible, el jamón, tocino, pie de cerdo, gallina y pelota, cortado todo ello en rodajas o trocitos. La verdura, bien escurrida, se sofríe con un poco de aceite, en la cual se habrá requemado un diente de ajo, y se coloca en otra fuente con el chorizo y la morcilla cortados en rajas, y las patatas que se han preparado previamente. Las dos fuentes se sirven al mismo tiempo”.
Se presente como se presente, donde mejor está el cocido es haciendo la digestión en nuestro estómago y luego contarlo, como comparto ahora contigo amig@ lector.
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