lunes, 7 de marzo de 2016

Carcassonne, una ciudad medieval en el siglo XXI.

Una ciudad medieval en el siglo XXI, bien podría ser esta la definición de Carcassone. Al sur de Francia, en la orilla derecha del Aude, a unos 75 kms al este de Toulouse, a medio camino entre el Mediterráneo y el Atlántico, cerca del Canal del Mediodía. Desde lejos sus altas y robustas murallas, con sus torres coronadas con tejados puntiagudos a dos aguas, altas puertas, puentes levadizos y fosos a los pies de las murallas. Todo situado sobre una colina que hace más imponente a esta ciudad amurallada. Carcassone empezó a tener importancia estratégica desde que los romanos fortificaron esta colina y la hicieron centro administrativo de Julia Carcaso, llamada después Carcassum.

Los francos la desearon. Los visigodos y los musulmanes la conquistaron. El rey Pipino expulsó a los musulmanes en el 759, cediéndolo a Bellón, primer Conde de Carcassone, descendiente de la nobleza visigoda. Otros reyes descendientes de Pipino la mantuvieron en sus dominios. Y con ellos un largo historial de deseos y de ambiciones, de nobleza y de tiranías para tener su dominio. Pero lo que hoy más me interesa de esta reseña es contar lo que vemos. Porque estas murallas casi las derriban por su estado de ruina en muchos de sus lienzos. También por los diferentes usos de esta ciudad fortificada y sus dependencias desde que dejaron de tener la importancia estratégica y militar para la que se construyeron. El paso del tiempo fue inexorable porque el cuidado de estos muros no se hicieron de forma constante.


En 1849 poco faltó para que fuesen derribadas las murallas que estaban deterioradas. Pero hubo un movimiento social que lo impidió encabezado por el historiador Jean Pierre Cross-Mayrevielle y el escritor Prosper Merinée quienes promovieron una campaña para conservar las murallas y el castillo como monumento histórico. Consecuencia de esta reacción popular se  encargó de la reconstrucción de la ciudad alta al arquitecto Eugene Viollet-le-Duc.

Castillo Condal ó Cité, Basílica, Catedral y multitud de viviendas de planta baja y piso la mayoría de ellas. Hoy, desde que accedes a la ciudad por alguna de sus puertas de las murallas hasta que llegas al castillo, en la ciudad alta, un laberinto de casas que si antes fueron vviendas hoy son comercios, bares, restaurantes y establecimientos hoteleros. Todas las calles confluyen en pequeñas plazas con escaso arbolado, punto de encuentro de tanta callejuela.

Como otras ciudades amuralladas, e igual que aquellas, cuando se hace de noche la ciudad se vacía y sólo quedan dentro de las murallas sus pocos habitantes y quienes nos alojamos en hoteles ó albergues. Es ahora cuando uno se da más cuenta de la soledad de una calle medieval, casi oscura, silenciosa, silencio sólo roto por pasos y conversaciones cuando los hay. Es en estas calles donde la historia y la novela han hecho testigo de grandes ambiciones, asesinatos y muchas traiciones. Hoy esos son ecos de un ayer lejano. Hoy forman parte de un pasatiempo cultural y turístico.



La ciudad amurallada de Carcasone fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1997, tiene la categoría de Grand Site National, y su castillo y sus murallas Monumento Nacional por el Estado francés. Es uno de las ciudades turísticas más visitadas de Francia.

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