El
claustro de la iglesia de San Nicolás está construida en uno de sus lados. Esta
iglesia se construyó donde antes hubo una mezquita. Cuando el Príncipe D.
Alfonso El Sabio tomó posesión de la ciudad encontró una mezquita en la
campiña, extramuros, al oeste de la población, sobre la que decidió construir
esta iglesia a favor de San Nicolás, en cuyo día conquistó esta plaza para la
Corona de Castilla.
“Para
comenzar las obras del claustro de la iglesia de San Nicolás se derribó en 1634
la torre campanil que fue construida por acuerdo de D. Pedro IV de Aragón,
encontrándose entre sus ruinas algunas piedras de piramidal magnitud que
presentaban la forma de pilastras, con una esfera por remate, en cuya circunferencia
había grabada una cruz redonda”. Estas piedras procedían de las almenas de la
casa palacio en la que vivieron los templarios contigua a la mezquita donde se
construyó el templo de San Nicolás. Después que en 1307 por Bula de Clemente V
fue extinguida la Orden de Los Templarios, se derribó su casa con almenas
utilizándose sus materiales en la construcción de la torre campanil mencionada.
Para
la construcción del templo y del claustro, el 2 de junio de 1634 el rey Felipe IV expidió una Real Orden autorizando al Concejo de Alicante para que destinase a
la fábrica de la Iglesia de San Nicolás y su claustro los cuatro dineros que
por acuerdo del Municipio había sobre la carne, no pudiendo exigirse ese
impuesto mientras el templo no estuviese terminado. Este impuesto tenía un
rendimiento anual de 1300.- libras. Con el importe de este impuesto y el donativo por parte de
particulares se cubrió el presupuesto de gastos de la obra.
El
claustro “es un cuadrado de 31 metros 10 centímetros de longitud por 2818 de
latitud, en el que se extienden cuatro espaciosas galerías", con una bella cubierta de bóvedas de crucería. "En el patio de este
claustro se formó un huerto que llegó a ser la delicia de nuestros mayores pues
en él había limoneros, naranjos, yedras, arrayanes y multitud de flores”. En la actualidad poco queda de ese huerto. Sí
se conservan las ocho columnas de piedra que había en su centro, soportando un cimborrio metálico. Bajo
esta estructura hay una fuente. Entonces sus aguas servían para el riego del
huerto, hoy el rumor de sus aguas corren libres con el tiempo.
Antaño
este claustro fue un lugar de recogimiento, de reflexión, de oración, como hoy lo
es para la comunidad sacerdotal que da servicio a esta iglesia ConCatedral, pero también
para cualquier transeúnte que quiera recogerse entre sus muros. Abierto al
público desde la calle Labradores, no es necesario entrar en la sacristía de la
iglesia de San Nicolás, ni desde su capilla de la Comunión, para entrar en este
claustro. Y de verdad que merece la pena dedicarle unos minutos a esta visita,
dominical ó cotidiana, para que corra el tiempo libre como corre el agua de la fuente,
y dedicar un momento a nuestra reflexión interior, dejando esperar un rato el
dominio de lo material de nuestros quehaceres cotidianos.
Fuente:
“Crónica de Alicante. 1876”, de R. Viravens y Pastor
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