Pedraza es una de las villas
medievales mejor conservadas de España, situada en la provincia de Segovia. Bien
merece una visita, en breve verá por qué. A nosotros nos encantó, nunca mejor
dicho.
Su origen se remonta al
periodo romano, aunque fue en la Edad Media cuando alcanzó su máximo esplendor.
Declarado conjunto monumental en 1951, Pedraza conserva intacto su trazado
urbano, rodeado por una muralla casi completa, con un único acceso: la Puerta
de la Villa.
Si va en coche, puede pasar bajo su arco de medio punto y atravesar todo el pueblo para dejarlo en el extremo contrario en un parquing al aire libre cerca del castillo. A partir de aquí recorra esta población andando, es lo que hicimos nosotros. El paseo lo merece, con sus calles empedradas y estrechas, escenario hoy de películas y anuncios publicitarios como la serie sobre Isabel la Católica o Águila Roja; ayer de intrigas, ambiciones y testigo de la vida social de una población próspera, hasta que fue perdiendo su importancia. A mediados del siglo XX recuperó protagonismo, la salvó el turismo, y hoy es una localidad muy visitada, con diversos hoteles y casas rurales para pasar la noche.
Su plaza porticada, su
trazado y sus casonas blasonadas han hecho de Pedraza un enclave de gran valor
arquitectónico y turístico. Pero es su castillo, imponente en el extremo del
caserío, el que domina la historia local. Entre sus muros han pasado grandes cosas,
por ejemplo, fue residencia (por no decir cómoda cárcel) de los hijos del rey
Francisco I de Francia, Enrique de 7 años y Carlos de 4, al darlos su padre
como garantía mientras cumplía sus compromisos después de ser derrotado y
apresado por el emperador español Carlos V al ganar este la batalla de Pavía en
1525. Estos infantes franceses estuvieron retenidos como rehenes en este castillo de 1529-1530,
hasta que España y Francia firmaron otro acuerdo de paz. Una sala de esta fortaleza conmemora esta estancia principesca.
El Castillo de Pedraza,
reconstruido en el siglo XV por la familia Velasco, condes de Castilla, fue
clave en la defensa del territorio. Sus muros han sido testigos de guerras,
alianzas nobles y periodos de abandono.
En el siglo XX, fue adquirido
y restaurado por el pintor Ignacio Zuloaga, quien lo convirtió en residencia y
taller. Hoy alberga un museo con obras del pintor y de su familia, dándole una
segunda vida cultural y artística.
En el interior se celebran
conciertos, eventos culturales y visitas guiadas, siendo foco de atracción
turística. Cuando lo visitamos a principios de mayo, estaba cantando Koke
Alzaga con su guitarra.
El castillo, además, ha sido
y sigue siendo un símbolo de identidad local, orgullo para sus vecinos y
emblema de la resiliencia de una villa que ha sabido mantenerse fiel a sí
misma.
Con apenas unos cientos de
habitantes estables, Pedraza vive un fuerte resurgir gracias al turismo,
especialmente durante eventos como los Conciertos de las Velas cuando se apagan
todas las luces del pueblo y se iluminan las calles solo con velas. Estos se
celebran los primeros dos sábados de julio. Es un ejemplo de cómo el respeto
por la historia puede integrarse con la vida contemporánea.
Su ubicación estratégica la
convierte en punto de partida ideal para actividades de naturaleza: rutas de
senderismo, visitas a las Hoces del Duratón, observación de aves o excursiones
a otros pueblos con historia como Sepúlveda o Riaza.
En frente del centro urbano de Pedraza, en el
barrio del arrabal está la Casa de Interpretación del Águila Imperial.
Precisamente desde las almenas del castillo vimos una volar cerca de sus
murallas. Con sus alas desplegadas planeando al viento nos pareció majestuosa.
También, pero de otra manera, las cigüeñas, volaron más cerca sobre nuestras
cabezas con un vuelo espectacular.
Ya ve, todo convierte a esta
villa en un destino inolvidable. Se la recomiendo.