Hace unos años los vendedores
de los boletos de lotería de la ONCE en Alicante los nombraban por un nombre
popular, no por su número. Aún se escucha alguno, pero son los menos. Era un
reclamo, una llamada de atención, que nació en la capital alicantina a
iniciativa del pueblo. Se puso nombre a los últimos dos números de cada boleto.
Recuerdo bien el corazón (el nº 6), el lleó (30), la corona (43), la bacora (49),
la abuela (60), el conill (73), les mamelles (88), … Y todos ellos, del 00 al
99 están representados en la Hoguera Oficial 2025.
De nuevo la Plaza del
Ayuntamiento vuelve a ser el epicentro de este arte efímero con la Hoguera
Oficial de este año, titulada “Identidad”,
una obra del consagrado maestro y constructor de Hogueras Pedro Espadero que este año apuesta por un motivo
principalmente local.
Con esta propuesta, Espadero
convierte en arte una tradición muy alicantina: los boletos de la ONCE con su singular
relación con los nombres y sus dos terminaciones numéricas.
Cada uno de los números del 00 al 99 y su denominación está presente de algún
modo en el monumento, y con ellos, un mosaico de nombres propios que hacen eco
en la memoria de quienes crecieron viéndolos y disfrutándolos porque al
nombrarlos se invitaba a participar en la suerte del sorteo.
Espadero ha querido dedicar especialmente esta hoguera “a la gente más mayor de Alicante”, como homenaje a una generación que vio nacer esta costumbre y que encuentra en ella un símbolo cotidiano cargado de identidad.
Desde un punto de vista técnico, la hoguera alcanza una altura de 20 metros, y 12 por 11,90 de ancho, con uso destacado de la madera ya que así le gusta a Espadero cuando piensa en la cremá. Con esta es su 10ª Hoguera Oficial consecutiva y la 18 de su carrera profesional en la plaza del Ayuntamiento.
Con esta obra, el artista
continúa su camino como referente innovador en las Hogueras, ofreciendo al
público un monumento que, más allá de su espectacularidad visual, invita a la
reflexión.
La tradición conmemora que todos renacemos al alba de la cremá en la noche del 24 al 25 de junio después de espantar a los malos espíritus con el fuego reparador de las Hogueras, recuperando así una costumbre ancestral de las fiestas que se celebraban por el solsticio de verano.
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