El mar es todo sosiego el
primer día del año. Más parecería un lago. Sin olas, en la orilla se ve el
fondo arenoso con aguas transparentes. En la bahía, unos veleros abarloados,
otro a la deriva y una motora fondeada, flotan en esta quietud. A bordo se ve
movimiento, personas de tertulia, unos hombres caminando por cubierta, una
mujer ¡tomando el sol en bañador el 1 de enero!, tumbada en la proa de la
motora. Puro placer.
Unas nubes escasas, alargadas
y algodonosas dibujan el horizonte. La fotografía lo refleja muy bien con esa
luminosidad limpia y brillante de Alicante. Es un regalo a una noche larga y
divertida de despedida del año anterior.
Esta quietud contrasta con el
paseo marítimo. Es un desfile continuo, un río de gente de toda condición. Predominan
familias enteras con sus niños. Y ancianos disfrutando del sol en su lento
caminar. Las terrazas de los bares, llenas de quienes están tomando el aperitivo
antes de comer. Y jóvenes que aún no se han acostado después de la juerga de la
noche anterior, tomando un café; además de otros que soportan la resaca con
otra cerveza, y otra más si no es suficiente con la primera, haciendo bueno ese
dicho que manifiesta que la resaca se cura con otra copa. Ya sabe que, siempre,
hay opiniones dispares sobre esto. Y todos disfrutando de este clima privilegiado
en este día soleado del primer día del año.
Desde la playa del Postiguet en
Alicante se vive una ciudad despierta, se pasea la vida ante un precioso y
tranquilo mar azul, verde, turquesa. Es un buen comienzo. ¿Es sinónimo de
buenos presagios para el nuevo año? Ojalá, que así sea.
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