lunes, 13 de abril de 2020

Ordoño II y la catedral de León



 La catedral de León es una de las catedrales góticas más bellas del mundo. Declarada Monumento Nacional en 1844, fue el primero que tuvo este reconocimiento en España. Es una joya por fuera y alberga bellos tesoros en su interior.

 Al entrar, impresiona ver la esbeltez de sus columnas y sus naves, su altura, su arte y sus vidrieras. Y si estas en sí son maravillosas, no lo es menos la multitud de rincones de la catedral que tienen su propia historia.

 En esta ocasión, es el trasaltar el protagonista de este artículo. Frente a la capilla de la Virgen Blanca, está el sepulcro de Ordoño II de León, y está aquí porque fue promotor de la primera catedral en el siglo X.

 Ordoño II, hijo del rey Alfonso III de Asturias, heredó el reinado de León cuando falleció su hermano Don García a finales del año 914. Ordoño II, que hasta ese momento era rey de Galicia, con su nuevo reinado trasladó la capital de su Corte de Oviedo a León. Con este rey, León que ya era una población importante con el apoyo de los reyes de Asturias, alcanzó gran esplendor teniendo murallas, monasterios, e importantes edificios civiles. Ordoño II dotó a León de sede episcopal. Además, era un punto estratégico extraordinario para las acciones de reconquista contra los moros en el resto de la península ibérica.

Con grandes éxitos militares, desbarató los planes de Abderramán III contra sus tierras, como cuando abortó la conquista del castillo de San Esteban de Gormaz, en la ribera del Duero, según se relata en el Chronicrom del historiador Sampiro. Este poderío contra el infiel se muestra en la parte baja del sepulcro de Ordoño II, por el lado derecho, en el que hay un guerrero con un gran escudo donde sólo figura el león. Los moros allí representados, y humillados, evocan los triunfos del reino de León liderados por este rey.

Al construir la catedral gótica de León en el siglo XIII se eligió un espacio singular para trasladar el enterramiento de este monarca a su nueva ubicación: el muro exterior de la capilla mayor, en la girola. 

Tallado en piedra de Boñar, como la mayoría de las esculturas de la catedral, el sepulcro representa dos épocas que se mezclan con armonía. La primera e inferior, que es la del enterramiento. La figura yacente, con un rostro bello sin barba, muestra al rey gozando de un sueño en paz, reposado y eterno. Lleva corona real, cetro, túnica y globo como símbolo imperial. Escoltado por leones, animal protector que representa la fuerza sagrada que extermina espíritus impuros. Una reja colocada en el siglo XX no permite la observación del sepulcro desde cerca. Las tres arquivoltas que lo cierran está decorado con castillos y leones, representativos de su reino, así como con hojas de parra en su parte central y laterales.

En el friso se representa el calvario y el descendimiento de la cruz. En el calvario, además de Cristo, destacan la Virgen María y San Juan, los dos ladrones, Longinos (el lancero) y Estéfanos (el portaesponja). La figura del crucificado es de tres clavos, de canon alargado, arqueado hacia el lado derecho y hacia adelante. Su tamaño resalta sobre las demás imágenes. La cabeza es bella, mantiene los ojos abiertos mirando al soldado que le clava la lanza. A su vez, destacan las figuras de la Virgen María y la de San Juan. María está con una actitud de orar, con las manos unidas. Igual que San Juan. Ambos tienen la mirada triste y compungida. En el descendimiento de la cruz aparecen la Virgen María, José de Arimatea, Jesucristo, el primer y segundo ayudante, San Juan y Nicomeno. Están todos, el escultor no ha excluido a ninguno de los personajes históricos que forman parte de esta escena en relación con la narración de los cuatro evangelistas. El crucificado ya tiene la mano derecha desclavada y flexionadas las piernas, mostrando la tensión del momento al desprenderle de la cruz. La Virgen María sostiene a su hijo muerto. Necesita la ayuda de José de Arimatea y de San Juan que abraza a Jesucristo por la cintura mientras Nicodemo desclava la mano izquierda. Y un soldado intenta desclavar el clavo de los pies. A pesar del tamaño de la escena, hay un gran realismo en las imágenes.

Encima, en el hueco del tímpano, está la escena de la Transfiguración de Cristo con dos ángeles arrodillados y dos personajes que podrían ser Moisés y Elías, ambos uno a cada lado. La figura de Cristo es frontal, con la bola del mundo en la mano izquierda y bendiciendo con la mano derecha. Esta representación representa la esperanza de la vida eterna después del dolor y de la muerte.

El resto del monumento corresponde al siglo XV con el fin de enriquecer la tumba y para decorar el muro construido para cerrar las arcadas centrales del ábside y tapar el hueco por donde se hubiera visto la parte trasera del retablo de Nicolás Francés instalado entre los años 1427 a 1434. Fueron añadidos los epitafios fúnebres, un doncel que los señalas, una cabeza de un obispo, el de una reina, de un monje y del rey de armas, además de San Pedro y San Pablo en ambos laterales. Los epitafios dicen así: OMNIBUS EXEMPLUM SIT,..”: "Sea ejemplo para todos que el rey Ordoño dio este venerable templo, en el cual está enterrado él mismo piadoso [rey]. Hizo esta iglesia, la cual primeramente construyó para palacio real; y por amonestación de la Virgen resplandece con silla episcopal, y por ella brilla la ciudad de León. Roguemos, pues, a Dios que por su gracia le perdone. Amén”. “IS REX ALFONSI P(A)TRIS SUI VESTIGIO,..”: Este rey, siguiendo las huellas de su padre Alfonso, gobernó con prudencia y justicia el reino. Tomó Talavera, derrotó a los árabes en el campamento de San Esteban [de Gormaz], subyugó las provincias de Lusitania y Bética, hizo gran estrago en la tierra de árabes llamada Sincila [Sintilia, según Sampiro] y se apoderó de [la prefactura de] Nájera y Viguera, y a los ocho años y medio completos de reinado murió de enfermedad en Zamora. Era 932”.

 En la liturgia de la catedral se sigue recordando a Ordoño II. Actualmente, siguiendo la tradición, el Cabildo Catedralicio celebra anualmente en la misa de difuntos por el eterno descanso de este rey. Se pone en práctica lo mencionado en el Ceremonial de la Santa Iglesia Catedral de León. Esto tiene su origen en el compromiso capitular de 15 de marzo de 1299. Esta ceremonia termina con un responso delante del sepulcro al que se llega en procesión por los asistentes y celebrantes precedidos por la cruz y los cirios. Es un acto religioso de contenido histórico por lo que “todos los meses el Cabildo celebrará una misa por los benefactores (salvo durante la cuaresma y primera semana de Pascua), especialmente por el rey Ordoño II en su aniversario”.


Las fotos están hechas a principios de enero 2020 en un viaje a León con mi mujer.

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