El Castillo San Fernando se
alza desde el monte Tossal y el Cerro de San Francisco. Se construyó en la
Guerra de la Independencia para mejorar la línea defensiva de la ciudad, así
como impedir un posible desembarco del ejército francés. Se inició en 1809 y se
terminó en 1812. Dirigió la obra Pablo Ordovás y Sastre, ingeniero militar. A
este castillo le pusieron el nombre de San Fernando en honor del rey Fernando
VII.
Más fortaleza que castillo,
tiene un baluarte poligonal geométrico en el frente septentrional y otro
redondeado troncocónico en su extremo suroeste. Se construyó un foso en la zona
más vulnerable. Bajo su terraplén se construyeron unas bóvedas a prueba del
fuego artillero, además de una cisterna. En el interior había unas estancias
para alojar a la tropa.
Se accedía por dos puertas.
La principal, la Puerta de Alicante, tiene dos pilares con un león de piedra en
cada uno sentado sobre su cuarto trasero. La otra puerta es la del foso, sin
adornos destacados.
Louis Pierre Montbrun,
General francés, bombardeó la ciudad el 16 de enero de 1812. Así lo cuenta el
Cronista Viravens: “Al amanecer del 16 de enero de 1812 apareció en las
cercanías de Alicante una división del ejército francés al mando del General Montbrun.
Las tropas francesas se instalaron en el llano llamado de los Ángeles, … Y
avanzando al alto de Capuchinos, desde él dispararon dos obuses intimidando la
rendición de nuestra plaza con la altivez propia de los soldados de Napoleón".
La presencia del enemigo
excitó el ardor bélico del pueblo de Alicante para rechazarle: las tropas
corrieron a las murallas y la respuesta que dio la Ciudad a la provocación
francesa fue una descarga de artillería que contestaron los franceses con algunas
granadas.
Los soldados bonapartistas colocaron
un obús en el cerro del Estrecho de los Ángeles pero bien pronto fue desmontado
por los disparos del baluarte de la Ampolla, en donde se situó un destacamento al
mando de D. Vicente Torregrosa, Capitán de Artillería.
Asustados los franceses por
los proyectiles de la plaza, … y visto que era imposible humillar a la Ciudad
sin establecer antes un cerco formal, juzgaron conveniente abandonas sus
posiciones, retirándose hacia la Mancha en la misma tarde del 16 de enero, para
no exponerse a sufrir más derrotas”.
Este ataque convenció a las
autoridades y sus ciudadanos en la necesidad de terminar las fortificaciones
del Monte Tossal. Para subir al fuerte se hizo un camino en rampa. El camino
terminaba en la cumbre de la montaña. “La fortaleza, mirada desde la ciudad,
ofrecía un aspecto imponente, dándole carácter dos leones de piedra colocados
sobre esbeltos pilares que embellecían la entrada del castillo”, en palabras de
Viravnes.
Por las prisas con las que se
construyó pronto tuvo grietas y problemas de asentamiento que tuvieron que ser
reparadas en diversas ocasiones para evitar derrumbes.
Este castillo no tiene un
pasado glorioso, ni sus murallas participaron de hazañas bélicas que destacaran
en la defensa de la ciudad. Quizá su destino aún le guarde una sorpresa: ser un
lugar de encuentro para los alicantinos en tiempos de paz para su disfrute y
sosiego. Que así sea.
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