Por la bahía de Alicante, un día soleado de septiembre. En el mejor velero de todos, en el del amigo. El Bolero. Hoy, con un invitado de excepción, mi hijo Carlos.
Salimos del puerto. El mar parece un lago. Buscamos el viento. El parte anuncia fuerza 2 sobre las 11 h de la mañana. El pronóstico no se cumple, el viento real lo mejora.
Tomamos rumbo Formentera cuando sobrepasamos el Cabo de la Huerta. En esta derrota podríamos llegar a su costa por la tarde. Es pura ilusión. Mientras conversamos, el viento ha subido y el velero se desliza veloz sobre las olas. El mar se riza y se tiñe de un azul cobalto intenso..
Cuando viramos el mar se ha vestido con multitud de borreguitos, blancos y traviesos. Es un espectáculo efímero, pero precioso. El velero se escora y devora deprisa las millas con fuerza 4. Hoy, es uno de esos días que no volveríamos a puerto ...
En el bar de la cafetería del Real Club de Regatas de Alicante celebramos nuestra camaradería a bordo y nos emplazamos para una nueva travesía.
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