Georges Remí, mundialmente conocido como Hergé fruto de la lectura de sus siglas invertidas y en francés, nos envolvió a muchos desde niños con sus historietas de las aventuras de Tintín.
Tintín, el capitán Haddock, Milú, el profesol Tornasol, los hermanos Hernández y Fernández, … invadieron nuestra imaginación y contagiaron nuestros sueños con sus viajes y sus aventuras.
A mediados de su carrera Hergé se documenta mucho sobre el contenido de sus historias, no sólo son fruto de la imaginación. Así, en sus viñetas, donde el mar y los barcos son sus protagonistas, Hergé toma nota de los barcos amarrados en los muelles de los puertos por donde pasea a menudo para luego dibujarlos bautizándoles con otros nombres. En su archivo particular se han encontrado fotografías que le sirvieron de inspiración, fotografías guardadas junto a multitud de dibujos de prueba que después dibujaría en la viñeta del comic.
El modelo del “Karaboujan” de “El cangrejo de las pinzas de oro” es un barco escocés auténtico, el Glengarry de Glasgow. El nombre sí es fruto de su imaginación y de un juego de palabras. Hergé mezcló dos nombres geográficos cercanos: un golfo al este del mar Caspio, en francés KARA BOUgaz, y AzerbaiJÁN (en francés AzerbaiDJÁN).
Cuando dibuja el Sirius en “El tesoro de Rackham el Rojo” lo hace teniendo como modelo a un barco de vapor inglés. Este, el real, fue el primero en cruzar el Atlántico en dieciocho días y diez horas, a 6,7 nudos de media. En 1936 Hergé se fijó en una foto de la revista marítima “De Wandelaer Sur L´eau”, en un elegante arrastrero que se había puesto al servicio en Ostende, el John 0.88. Hizo una pequeña maqueta para dibujarlo de todos los ángulos. Para esto fue a Tamise, a los astilleros Jos Boel ets Fils donde le entregaron los planos del John 0.88.
Hergé, como muchos escritores antes y otros después, se deja llevar por las olas del mar, por el empuje del viento, en ese espacio propicio a la aventura. Es el mar esa fuente de inspiración donde el horizonte es infinito, sin fronteras, por donde su imaginación navega libre. Y lo hace por todos los mares, por los de Oriente, por los mares del Norte, por el Atlántico, por el Pacífico, por el Mediterráneo, por el mar Rojo. También por los mares de la leyenda, de los tesoros escondidos, por donde navegaron a sus anchas los piratas y corsarios de entonces, que los ha habido y habrá siempre aunque no vistan con calzones cortos, espada en el cinto y sombrero de alas anchas.
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