sábado, 3 de noviembre de 2012

Jim contra la polio

Lo primero que vio Jim al nacer no fue la sonrisa de sus padres, ni la mirada emocionada de sus abuelos, ni los prados verdes que había cerca del hospital, ni el cielo azul que se colaba por la ventana, ni unos niños  que jugaban en ese momento a la pelota en la calle, ... Lo primero que vio Jim al abrir sus ojos después de nacer fue una cosa negra, fea, larga, ... No le gustó ni en ese momento ni a lo largo de su vida. Ese objeto le marcó para siempre desde la primera vez que sus ojos se abrieron a este mundo. 

Jim estaba acurrucado en la cuna, en una posición fetal, arropado por unas sábanas limpias y una manta suave que le calentaba todo su cuerpo. Al abrir sus ojos por primera vez, a Jim le hubiera gustado que este mundo le hubiese dado la bienvenida de otra manera, con otros colores, con un beso, con una caricia, con la mirada satisfecha de su madre, con el entusiasmo de su padre, con la emoción de sus abuelos. Porque lo primero que vió Jim al nacer fueron unas muletas apoyadas en la pared. Unas muletas negras que le parecieron una amenaza. No eran para él, supo después. Eran de su hermano. Desde muy niño eran como sus otras piernas porque las suyas estaban afectadas por la enfermedad de la Polio. Unos vómitos, mareos, dolor de cabeza, fuertes dolores musculares, fueron los primeros síntomas de esta enfermedad que le arruinó su infancia, su adolescencia y toda su vida. Y por esto las sensaciones de niño que pudieron ser, nunca fueron. Ni correr, ni saltar, ni jugar a la pelota. Todo lo tenía que hacer arrastrando las piernas ayudado por esas muletas. 

Jim se comprometió consigo mismo que algo tenía que hacer, algo tenía que cambiar para evitar que lo que le pasaba a su hermano le pasara a sus familiares y amigos, le pasara a él. Fue un compromiso personal desde muy niño, un motivo para vivir y para conseguir que la vida de muchos estuviera a salvo de la Polio.

Jim ya adolescente conoció a unos chicos y chicas de su edad que colaboraban como voluntarios de un Interact (jóvenes de 12 a 18 años integrados en un club de servicio, auspiciados por Rotary Internacional) en la vacunación preventiva a niños y niñas en muchos barrios de la ciudad. Se unió a ellos. Eran un grupo de apoyo de ayuda a la Comunidad. Era una buena manera de compartir su tiempo al servicio de los demás para contribuir a prevenir y a erradicar la Polio en su barrio, en su ciudad, en su país.

Esta obsesión de Jim desde la cuna, como la de muchos otros, han contribuido a que la India haya dejado de ser un país endémico de esta enfermedad y se sume así  a la larga lista de países donde la Polio empieza a ser un recuerdo. 



Ya sólo quedan tres países donde erradicar la Polio: Paquistán, Afganistán y Nigeria. En los demás hay que seguir con la prevención y la educación. Rotary Internacional, Unicef, la OMS, la Fundación Bill y Melinda Gates, colaboran para que esta historia tenga un final feliz: la erradicación total de la Polio en el mundo. 

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