sábado, 9 de abril de 2011

avistamiento de cetáceos entre Tenerife y La Gomera (Canarias)


Salimos a la mar en busca de aventuras. Desde un puerto náutico que lleva el nombre de otro aventurero que aún lo fue mucho más que nosotros y no sólo encontró una buena aventura que vivir y contar sino que con ella cambió la historia de España y del mundo conocido de entonces. Como te estarás imaginando amigo lector/a, es Cristóbal Colón el nombre de este puerto que nos ha dado la bienvenida y nos despide hasta luego, antes de salir a navegar. En este gran catamarán de alto mástil, dos cubiertas, un amplio comedor y mucho espacio para tertulias y sosiegos.


 
Navegamos entre las dos aguas que bañan las costas de las islas de Tenerife y de La Gomera. Pequeña isla esta, fue la última tierra firme que pisó Colón antes de descubrir un nuevo mundo. Es en este Océano Atlántico donde queremos avistar delfines y ballenas. Y no esperamos encontrarnos con grandes cetáceos, ni tememos que nos ataque una enorme Moby Dick. En estas aguas es fácil ver en grupo calderones y mulares


Cuando el catamarán aminora la marcha sirve de aviso para agruparnos a estribor o a babor en busca de cetáceos. Prismáticos, cámaras de fotos y mucha expectación. La voz de aviso de un marinero, en cubierta, nos hace mirar en todas direcciones. Su mano alzada señalando el horizonte por babor nos hace fijar la mirada. Un grupo de cetáceos se acerca al velero. Los clics de las cámaras de fotos se disparan por todas partes. No son arpones, como pudieron serlo en otras épocas. Tampoco la ambición de conseguir más capturas y a ser posible de más peso. Ni queremos un trofeo por el número que apresamos en nuestro objetivo. Sólo buscamos una buena instantánea, una foto que ilustre nuestra colección. En este breve instante de gloria de los que estamos haciendo las fotos, de los que las observan. De ellas mismas, que han pasado muy cerca del barco, incluso por debajo, sin inmutarse. A su paso, a su ritmo, sumergiéndose y emergiendo, después, a la superficie.



Se marchan las ballenas, los delfines, pero nosotros seguimos navegando mar adentro en busca de la brisa marina que nos refresque las ideas. Y cuando volvemos nos arrimamos a la costa y admiramos cómo el viento ha modelado las rocas con curvas y formas caprichosas.

LAS FOTOS Y EL TEXTO SON DEL AUTOR ES BLOG.

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