sábado, 9 de febrero de 2008

Blanco. Rosa. Marfil

Pinceladas en el aire. En el aire del mediodía. Blanco. Rosa. Marfil. Escalan la ladera de la umbría de la Sierra Aitana. Entre pinos. Entre arbustos de romero, de tomillo. Los almendros.


Los almendros escalan la ladera de la umbría de la Aitana


Suben por las terrazas escalonadas de los campos. Bajan por las vaguadas. Trazos luminosos. Explosión de color. Un día especial como hoy. Con mis padres. Con mis hermanos. Con nuestras familias. Vamos de la costa a las montañas. El contacto con la naturaleza. El roce del frío en nuestras mejillas. La emoción de disfrutar juntos los colores de los almendros en flor. Colores que anuncian la primavera. Colores que vuelan. Caen del cielo. No es nieve. Son las flores sueltas de los almendros que bailan al viento.





Explosión de color.

Suben por las terrazas escalonadas.


Almendro en flor y peña


Hoy la Font del Moli, en Benimantell, está muy concurrida. Decenas de bidones llenan en la fuente. Un alemán. Algunos vecinos del pueblo.

El agua de la fuente corre veloz. No quiere prisiones. Quiere su libertad. Quiere correr. Quiere jugar con las piedras de la acequia. Quiere reír a la vida. Agua fresca. Agua limpia. Agua transparente. Agua pura que no quiere ataduras. Agua que refresca sensaciones. Agua que recupera la memoria. La memoria de un ayer. Cuando éramos pequeños. Con mis padres. Con mis abuelos. Bajo la sombra de estos pinos. De estos almendros.
Nos imaginamos la melodía de la sinfonía Aitana cuyas primeras notas Oscar Esplá escribió en este mismo lugar. Recorrió este mismo camino. Escuchó el susurro del aire al rozar con las hojas y las ramas de los árboles. Como lo escuchamos entonces. Como lo escuchamos ahora. Oyó cómo corría el agua. Se mojó la cara. Refrescó las ideas. Escuchó el canto de los pájaros. Escribió la partitura.

La Font del Molí. Benimagrell.


Caño

El agua que corre.

Hacemos camino. Nos dirigimos al Trestellador. Tantas emociones. Colores. Recuerdos de ayer. Abuelos. Padres. Cuando éramos niños. Cuando aún éramos inocentes a la vida. Con tantas ilusiones … A lo lejos, Guadalest.

Guadalest, orgulloso. Desde su peña domina el valle. Desde su castillo, nos cautiva a todos. Envuelto en pañales florales visto desde aquí arriba. Cuando éramos niños subimos varias veces al calvario con mis padres. Desde allí, el valle. Blanco. Rosado. Marfil. Hoy el acceso está restringido al pago previo de una entrada. Desde ese calvario, desde el de Polop, desde el de Tárbena, mi infancia son recuerdos de almendros en flor en el mes de febrero. Quizá por esto, mi aprecio por estos terruños.

Guadalest desde su peña domina el valle.



Guadalest. Desde su castillo nos cautiva a todos.




Guadalest. Entre pañales florales.





Almendros, alrededores del Trestellador.



Alrededores del Trestellador.


El Trestallador. Restaurante. Pequeño hotel. Entre pinares. Entre campos de almendros. Bajo su techo, buenos aromas. Cuna de la buena mesa de la cocina de la montaña. Pericana, extraordinaria. Espencat. Aceitunas partidas, puro aceite. Anchoas. Ensalada mixta. Unos, olleta de blat. Otros, arroz al horno. Olleta y arroz al horno, impresionantes sabores. Buen vino tinto de añada, Alcanta, de Bocopa. Flan de café y peras al vino, postres caseros, especialidades de la casa. Un solo inconveniente. Un parón entre aperitivos y segundo plato. Nunca me había pasado. Es domingo. Mucha gente. Es recomendable venir los sábados. Sobremesa. Tertulia.


Desde la terraza del Trestellador.



Hotel-Restaurante Trestellador.










Arroz al horno.



Olleta de blat.



Interiores del Restaurante.






La tarde declina. El blanco. El Rosa. El marfil. Se resisten a claudicar ante las sombras de la noche. En nuestra memoria siguen vivos, relucientes. Blanco. Rosa. Marfil.



Blanco. Rosa. Marfil.

3 comentarios:

paskki dijo...

Las señas del Trestellador son: Ptda. El Trestellador, s/n. Benimantell.- 03516. Tel. 965885221

Anónimo dijo...

Ni Gabriel Miró ( a través de su Siguenza ) pondría el más mínimo pero a tu prosa.
Si antaño Aitana y su valle, tuvieron como pregoneros de su grandeza a Benjamín Palencia, German Bernacer, Oscar Esplá y Gabriel Miró, proclamo sin rubor y como veterano servidor en pleitesía de mi amada Aitana, que llegada la hora es de nombrarte, excelso propagador de su belleza.

paskki dijo...

Me sonrojas, Arturo. Aunque, también, tus palabras me animan a seguir escribiendo mis crónicas. Saber que hay alguien como tú ahí fuera ... disfrutando de mis escritos y mis fotografías.

Un abrazo.

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