Santa María del Mar es una
iglesia muy bella, más por dentro que por fuera. Le sorprenderá. Alta, esbelta,
luminosa, cerca del mar, de ahí su nombre, aunque el urbanismo la ha ocultado
con el paso del tiempo dejándola - además - en un tercer plano detrás de la
popularidad de la catedral de Barcelona y de la basílica de la Sagrada Familia
de Gaudí.
Ninguno de estos templos
cristianos desmerece al otro, pero el protagonismo de Santa María del Mar y su
fama ya es otro. Aunque hoy es el centro de todas nuestras miradas en este
artículo, verá que lo merece. También lo fue de la novela de Ildefonso Falcones
con el título “La catedral del mar” y de una serie televisiva del mismo nombre
a través de Netflix. También la menciona Carlos Ruiz Zafón en su novela “El
juego del ángel”.
Permita unos datos sobre esta
iglesia, que le invito a visitar si viaja a Barcelona. Se construyó en el siglo
XIV, entre 1329 y 1384. Durante esos años se consiguió una armonía
arquitectónica extraordinaria. Su estilo es gótico catalán y su arquitecto fue
Berenguer Montagut. Se levanta en un extremo del Paseo del Born.
A diferencia de la catedral –
se edificó más o menos en la misma época – que representaba a la monarquía, a
la nobleza y al alto clero (los tres poderes de entonces), Santa María del Mar
la construyeron y la pagaron los trabajadores de la zona del puerto y de la Ribera,
unos con dinero, otros con su trabajo. Así, los que descargaban las mercancías
en el muelle, llamados galafates de la Ribera o bastaixos, eran los que
cargaban las piedras que iban destinadas a la iglesia llevadas desde la cantera
real de Montjuic o desde la propia orilla de la playa donde era bajadas a
tierra desde barcos que la traían de otros lugares.
Tiene tres naves, casi a la
misma altura, con altísimas columnas, y ventanas con vidrieras. Destacan la de
la Ascensión en la capilla de Santa María, la del Lavatorio en la capilla de
San Rafael y la del Rosetón. Esta última se reconstruyó a mitad del siglo XV
porque sufrió daños durante el terremoto de 1428.
No me olvido de la vidriera
culé, Aunque parezca broma porque la iglesia se construyó mucho antes de que existiera
el CF Barcelona. Ahora se lo explico, mencionando antes que al principio de la
guerra civil española unos milicianos republicanos entraron en la iglesia con
malas intenciones. Se lo pueden imaginar, no sólo pasó en Barcelona, sino
también en muchos otros lugares en zona republicana. Pretendían quemar la
iglesia, y casi lo consiguen, el incendio duró 11 días. Precisamente este
templo que fue construido por el pueblo y para el pueblo. No entiendo esa manía
con la iglesia católica por parte de la ultraizquierda cuando Jesucristo fue un
revolucionario con un mensaje de paz y de amor al prójimo que nada tiene que
ver con quemar iglesias. Pero deje que no me desvíe del tema.
Después del estropicio que
hicieron en esta iglesia esos mercenarios republicanos, terminada la guerra
había que reconstruirla. Los daños totales se valoraron en 20 millones de
pesetas. Todavía se ven huellas del fuego en techo y paredes. La sociedad
barcelonesa se movilizó para esta restauración. Uno de los mecenas que aportó
su dinero en esta acción en los años 60 del siglo pasado se empeñó y consiguió
que el escudo del Barça estuviera en una de las vidrieras. Eso es afición y lo
demás son tonterías. Este mecenas fue la directiva del propio CF Barcelona que
aportó 100.000 pesetas para reconstruir esta vidriera que sufrió las
consecuencias del incendio mencionado. El diseño es de Pera Cánovas Aparicio.
Raro es, pero el clero lo
aceptó. Quizá pensó que ahí arriba nadie lo iba a ver. Pero sí se ve. Y se
cuenta. Si quiere encontrarla, mire hacia arriba, en el segundo piso de
vidrieras, a la izquierda, según se mira hacia el altar.
Y hoy es protagonista de este
escrito, uno de otros donde le voy a contar curiosidades de España, que hay
muchas por ser un gran país con tanta historia y arte que compartir con todo
aquél que quiera disfrutarlo.
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