Atrás quedaron las
celebraciones de Navidad, las reuniones familiares, el recuerdo de los que ya
no están, los regalos, los banquetes - más austeros que nunca -, … Aunque
siempre es bueno que los excesos se terminen, que se cambie la cultura del
derroche, que seamos conscientes que no por gastar más somos mejores.
Pero lo que no perderos
nunca en esas fechas, y que no nos lo quiten, es la posibilidad de soñar. Soñar
hacia el pasado, pero sobre todo soñar hacia el futuro. Soñar en el recuerdo de
lo que compartimos en la infancia con la nostalgia de aquél tiempo que ya no se
repetirá jamás. Pero también soñar con
la realidad de lo que vivimos hoy, con el pensamiento puesto en nuestros hijos.
Son ellos quienes llenan ese espacio, más cercano, también nuestro.
Siempre que alguien rememora
aquellos tiempos, que mira y nos invita a que miremos hacia atrás, nos
despierta un sentimiento infantil guardado en nuestra memoria. Como lo que hizo
Raúl, el Director del hotel Meliá Tudemir en Orihuela durante las pasadas
navidades: vistió sus instalaciones con escenas de los cuentos de los años 70,
llenó sus salones con juguetes de aquella época y los expuso para el disfrute
de pequeños y de adultos. Cinexin, Juegos Reunidos, Excalectric, … Era otra
manera de jugar, más familiar, sin nintendos, ni wii, ni juegos similares.
Aquellos días de fin e
inicio de año fueron fechas de reflexión, de mirar atrás, de valorar las metas
alcanzadas, de perseguir nuevos rumbos. De imaginar lo que queremos, de
aprovechar las oportunidades de la vida, de progresar. Progresar en valores, en
nuevas amistades, en poner en práctica ese principio rotario de “dar de sí
antes que pensar en sí”.
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