domingo, 24 de octubre de 2010

Aigues-Aigues. Hoy, acompañado de mi hijo Carlos, más.

 

Un abrazo al llegar a Aigues. Un fuerte abrazo, con este amigo que me trajo el camino, con el amigo con quien aprendí a querer de otra manera los senderos, las veredas, los barrancos, las vaguadas, los valles. “Porque la historia de Alicante se escribe entre montañas y valles”. Con este amigo que me descubrió la pasión por nuestras montañas, sus leyendas, sus secretos. Que me atrajo el interés por sus crestas, sus picos, sus lomas, sus collados. Con quien me he dejado embriagar por el verdor de los bosques de umbría, por el azul de los riachuelos, por el anaranjado de los atardeceres. Con quien nos hemos dejado sorprender por la lluvia, por la niebla, por el viento, por la nieve, caminando. Arturo es su nombre. Con este amigo me he encontrado hoy en Aigues (provincia de Alicante).

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Porque Javier Larrosa, Presidente de la Asociación de Caminantes de Aigues, nos ha convocado a socios y amigos para iniciar el curso senderista 2010-2011 con una ruta de 7,5 km alrededor de este pueblo entrañable y acogedor. Y ha sido día de encuentros, de saludos, de apretones de manos, de sonrisas, de guiños. Muchos amigos que nos volvemos a encontrar, que volvemos a dejar que nuestras botas se vistan con el polvo del camino, que nuestras piernas dirijan nuestros pasos, que nuestro corazón palpite entre tantas sensaciones.

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Al sendero lo tenía muy olvidado. Nueve meses. Desde que hicimos Aigues-Torremanzanas, en enero de este año, no había vuelto a caminar con tantos amigos que he hecho en Aigues. Mi segunda cuna. Mi segunda casa, aunque aquí no la tenga. Porque sus vecinos siempre me han recibido con los brazos abiertos y una sonrisa.

Y hoy también ha sido un día especial porque me ha acompañado una persona que forma parte de mi razón de ser: mi hijo Carlos. Ha caminado entre nosotros y se ha dejado abrazar por el camino, ha permitido confundirse con la tierra y con el aire que nos rodea, ha revoloteado entre nuestros pasos. Nos ha contado sus impresiones, nos ha sorprendido con sus ocurrencias, nos ha narrado sus sensaciones. Y si al camino le acompañan palabras, él se ha adueñado de casi todas. Porque sus preguntas se atropellaban en su garganta, de todo quiere saber, todo lo pregunta. Mientras, el camino nos envuelve, nos acompaña, nos anima a recorrer su estela.

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Rodeando el pueblo, por el sendero local 121 (SL CV 121), bordeando el barranco por donde discurre el río Aigues. Ayer frontera entre los reinos de Aragón y de Castilla, hoy nos acompañan los recuerdos de tantos acontecimientos que por aquí pasaron y por aquí se marcharon para no volver. Y desde estos bancales por donde pastaron rebaños de ovejas, vemos la Torre de Aigues y las casas que se apiñan a su alrededor.  Seguimos caminando hasta cruzar la carretera que va de Aigues a Relleu, en busca del barranco de la umbría. Cambia el paisaje. De campos de secano a verdes pinadas, en donde almorzamos. Con subidas y bajadas, con largas rectas y algunas curvas, con un calor sofocante y un cielo azulado, el antiguo balneario nos anuncia que el pueblo queda cerca.

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Y llegando, tendremos un premio. “Nos haremos una”. Visitaremos La Taberna de nuestro amigo Arturo. “¿Otro Arturo?”. “Sí, Carlos, otro Arturo”. En lo que fue un colmado, hoy es una taberna con personalidad, donde la cerveza, el vino y la coca-cola acompañan los aperitivos y las comidas de esta sugerente cocina. Siempre he estado muy a gusto en La Taberna de Aigues y hoy, acompañado de mi hijo Carlos, más.

4 comentarios:

Arturo Moreno dijo...

Un abrazo para seguir caminado, para seguir disfrutando del camino, del viaje, (que es lo único importante, como decia Kavafis)de la compañia de personas como tú.

Te echamos en falta en la comida, donde como siempre, lo importante (además de la comida)fue el conocimiento de nuevos caminantes.

Un fuerte abrazo y preparate para Les Coves de Canelobre( como te gusta la bajada, je, je, je) y especialmente para nuestra clásica a La Torre.

Anónimo dijo...

Qué enveja em feu. Una forta abraçada desde Cocentaina, la capital del Comtat. Enrique.

Pascual Rosser Limiñana dijo...

Para las Cuevas de Canalobre me preparo fisica y psiquicamente, por lo que tu ya sabes, amigo Arturo. Y por su puesto para la de La Torre. Mi hijo Carlos dice que quiere venir a todas ... Un abrazo.

Pascual Rosser Limiñana dijo...

Hola, Enrique. Buen sitio, el de Concentaina. Ya te echaba de menos por este blog y por supuesto por esos caminos por lo que tantos pasos hemos recorrido. Un fuerte abrazo.

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