Un temporal de frío y de nieve se ha paseado por casi toda España. También ha llegado el frío a las costas del levante Mediterráneo español. Y con él, temporales de nieve han vestido de blanco montañas y pueblos del interior. Mi amigo Javier Fiol nos ha dicho a mediodía que ha nevado en cotas muy bajas. Cerca de Polop, tan cerca de Benimantell, … Y por eso bien merece comer hoy un bocadillo mientras nos deleitamos de estas bellas estampas y nos acercamos a esta abundante nevada. Y es lo que hemos hecho a la hora de comer por el valle de Guadalest.
Polop en el centro y Callosa d´Ensarriá al fondo a la derecha
Cuando salimos de La Nucía, vemos cómo las casas del pueblo de Polop se apiñan alrededor de su iglesia, se arriman bajo la protección de lo que queda de sus murallas y su castillo. Viéndolo a temperaturas tan bajas parece que se encogen, como nos pasa a nosotros, con este gélido frío. Aunque el cielo azul suaviza esta sensación. Detrás del pueblo, la Serrella, como un polvorón.
Monte Ponoig (el león dormido) y la Sierra de Aitana
Cuesta arriba, Guadalest, en un ambiente sombrío bajo unas negras nubes amenazantes. El campanario y el castillo se recortan sobre la ladera blanca de la montaña. Todo el pueblo, callado, recibe a multitud de turistas del norte de Europa a los que estos fríos no les asusta. Sus calles son recorridas por el frío viento, además de por miradas nórdicas, por cabellos rubios, por ojos azules en donde se reflejan las nubes.
Al acercarnos a Benimantell, vemos la Aitana con nieve a rebosar, cual mantecado. La iglesia de este pueblo destaca por su altura, alargando su cuello, estirando su anhelo, para tocar la nieve de las montañas que tiene tan cerca.
Desde el aparcamiento de la Venta de Benifato nos envuelven las montañas, vestidas con el manto blanco de la nieve. Unos cipreses, unos chopos pelados y muchos olivos con sus ramas vacías de olivas recogidas recientemente.
Los tejados rojos de Benifato, cubiertos de blancos copos de nieve. Continuamos hasta que el negro del asfalto ha mudado por el blanco del hielo. Aparcamos en un camino. Y cuando quiero hincharme a hacer fotos … la cámara no funciona. Quizá la batería, quizá las bajas temperaturas, me han hurtado uno de mis mayores aficiones: hacer fotos. Me queda la PDA. Esta sí funciona aunque la calidad de las fotos deja mucho que desear. Pero como recuerdo …, el recuerdo de ver al fondo el pueblo de Confrides desde una carretera helada … vale la instantánea.
Y sin fotos, sí tenemos nuestras palabras que interrumpen el frío mientras intercambiamos impresiones. Sí tenemos la vista de las montañas, de los campos, de los almendros y los olivos, del embalse de Guadalest casi lleno. Sí vemos a un agricultor apartar la nieve de su huerto. Y ya nos toca volver después de disfrutar de un par de horas inolvidables.
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2 comentarios:
EXTRAORNIRIO REPORTAJE Y EXTRAORDINARIO QUE COMPARTAS ESTE MOMENTO CON NOSOTROS. SALUDOS.
Todos estos artículos no tienen sentido si ahí fuera no hay lectores como tú. Gracias por visitarme. Saludos.
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