En marzo del año que viene hubiese cumplido 104 años. Esa longevidad le hizo ser testigo de tantos acontecimientos de la historia de España, de tantas miserias, de tantas esperanzas. Ni en los momentos difíciles, Francisco de Ayala perdió su sonrisa. Esa sonrisa que escondía cierta timidez.
Superviviente de la Generación del 27, tuvo que exiliarse con el comienzo de la Guerra Civil española. Volvió a España en 1960. Miembro de la Real Academia Española de la Lengua, era poseedor de dos de los premios más importantes de las letras españolas: el Premio Príncipe de Asturias de 1988 y el Premio Cervantes de 1991. Narrador brillante y pensador orteguiano, dominaba la ironía y el desencanto en muchas de sus obras.
el día del ingreso en la Real Academia de la Lengua el 25 de noviembre de 1984.
Entre sus títulos más destacados , se encuentran, La cabeza del cordero, (1949), Los usurpadores (1949), Historia de macacos (1954), Muertes de perro (1958), El fondo del vaso (1962) El as de bastos (1963), De este mundo al otro (1963), El rapto (1965), El jardín de las delicias (1971), El inquisidor (1972), El tiempo y yo; El jardín de las delicias (1978), De raptos, violaciones, macacos y demás inconveniencias (1982), De mis pasos en la tierra (1996), Cazador en el alba (2002) y Recuerdos y Olvidos, siendo esta última una obra autobiográfica.
En una de las entrevistas que le hicieron a lo largo de su vida dijo que "Uno tiene que hacerse solidario con la vida que ha vivido, pero no puede asumirla como propia, sino como un espectáculo al que se asoma". "Lo vivido ahí está, y ¡adelante con lo mío!".
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