Caminando entre colores de otoño. En la capital de España, por un jardín boscoso que fue de reyes primero, para el disfrute de todos después. Los Jardines del Buen Retiro, conocido popularmente como El Retiro, uno de los parques más bellos del mundo. Sólo su nombre invita a la reflexión, al sosiego. A caminar en familia, a conversar entre amigos. A perder el tiempo en no hacer nada empapándote de las tonalidades de la naturaleza.
Tiene su origen en el siglo XVII cuando entre los años 1630 y 1640 el Conde-Duque de Olivares, valido de Felipe IV, le regaló al rey unos terrenos cedidos por el Duque de Fernán Núñez para el disfrute de la Corte cerca del Monasterio de los Jerónimos de Madrid. Desde entonces en su entorno, bajo las copas de sus árboles, se construyeron Palacios, Salones para el teatro ó el baile, un gran embalse, un lago artificial, un Palacio de Cristal, amplios jardines con fuentes y estatuas. Bellos rincones en el centro de Madrid.
Con niños es visita obligada el gran estanque que vigila la estatua ecuestre del rey Alfonso XII desde su monumental pedestal. Una estampa de las más fotografiadas de Madrid. Una imagen que seguro ha recorrido el mundo varias veces por las cámaras de fotos de tantos, por la memoria de muchos. Este monumento fue financiado por suscripción popular, construido a iniciativa de la reina madre doña María Cristina, después de convocar un concurso nacional. El arquitecto, José Grasés Riera, fue el ganador del grandioso proyecto. Una gran columnata de mármol y diversas esculturas de bronce (La Paz, La Libertad, El Progreso, El Ejército, La Marina, Las Ciencias, La Agricultura, Las Artes, La Industria, unos leones, unas sirenas, realizados por diversos escultores) rodean la estatua ecuestre del rey Alfonso XII, esculpida en bronce por Mariano Belliure en 1904. Todo el proyecto en conjunto fue inaugurado el 6 de junio de 1922. En el estanque, patos en libertad nadan y esquivan barcas de remos para uso y disfrute por todo el que se atreva a remar por sus aguas.
Por los caminos de tierra, por sus calles sin coches, en sus bancos, bajo sus árboles, disfrutamos cada uno a su manera. Padres con sus hijos. Abuelos con sus nietos. Parejas acariciando su libertad. Adolescentes disfrutando de su inocencia en su tiempo libre. Un grupo de personas, con acento catalán, bailan una sardana. Artistas, con sus historias al aire libre. Personajes de guiñol, interpretando sus cuentos. Mimos vestidos de héroes legendarios, estatuas vivientes.
Un manto de hojas secas en donde multitud de castañas caídas de los árboles salpican el suelo con sus tonalidades marrones. Una ardilla escala por un tronco. Y mis hijos correteando bajo la sombra de unos castaños.
Unos reflejos. Por los cristales del Palacio que lleva el mismo nombre. Se construyó en 1887. Nació con vocación internacional, con la Exposición de las Islas Filipinas en donde se expusieron animales, plantas y flores de esas islas. Un lago artificial delante. Destacan en él varios Cipreses llamados de los Pantanos, que tienen sus raíces y parte de su tronco sumergido bajo las aguas. Con patos y ocas que, nadando, se acercan a la valla que rodea el lago pidiendo la limosna que los niños les dan en trozos de pan. En su entorno, grandes Castaños de Indias y castañas por doquier. Esparcidas por el suelo, como esparcimos nosotros nuestro tiempo por el aire.
Y tantos otros rincones maravillosos, que los hay muchos, en este bello jardín, que os contaré otro día.
una web sobre Madrid: http://www.esmadrid.com/es/portal.do?TR=C&IDR=569
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